?Qu¨¦ ocurre con la pol¨ªtica exterior?
La pol¨ªtica exterior del Gobierno de Aznar durante el a?o 1996 estuvo marcada por la crisis con Cuba. Pasado lo que parece ser el peor momento de la crisis entre los Gobiernos espa?ol y cubano, vemos m¨¢s claro lo absurdo y peligroso del brusco giro que quiso imprimir la derecha a las relaciones con Cuba, y cobra sentido lo que dijera el presidente de la clandestina Comisi¨®n de los Derechos Humanos de Cuba, Elisardo S¨¢nchez: "Los volantazos en pol¨ªtica exterior, como en el tr¨¢fico, suelen acarrear malas consecuencias".La crisis con Cuba ha constituido la piedra de toque que ha puesto de manifiesto las carencias m¨¢s flagrantes tanto del dise?o como de la ejecuci¨®n de la acci¨®n exterior del nuevo Gobierno. El asunto Cuba 1996 se perfila ya como un t¨ªpico caso de manual sobre lo que no se debe hacer nunca en diplomacia. La rectificaci¨®n tard¨ªa ha permitido, al menos, que las cosas no vayan a peor, pero no parece que se hayan extra¨ªdo todas las conclusiones que son necesarias, sobre todo en lo que se refiere a recursos humanos y organizativos del Ministerio de Asuntos Exteriores y en las relaciones Moncloa-Palacio de Santa Cruz-G¨¦nova.
Este lamentable episodio de nuestra pol¨ªtica exterior durante el ¨²ltimo semestre nos puede servir como punto de partida para reflexionar sobre lo que est¨¢ ocurriendo y sobre lo delicado que resulta construir, y a¨²n m¨¢s sostener, una pol¨ªtica exterior influyente para un pa¨ªs medio-alto como Espa?a. ?Por qu¨¦ son ahora tan frecuentes las noticias sobre errores, deslizamientos, fallos e ingenuidades en la acci¨®n exterior? ?Por qu¨¦ son ahora tan numerosos los analistas nacionales y for¨¢neos que creen que a la pol¨ªtica exterior del Gobierno de Aznar le falta pulso, textura, capacidad de iniciativa? Quiz¨¢ sea m¨¢s una percepci¨®n que una realidad, quiz¨¢ s¨®lo se deba al contraste con los ¨²ltimos a?os, en los que la pol¨ªtica exterior espa?ola brill¨® a gran altura como fue reconocido un¨¢nimemente dentro y
fuera de nuestras fronteras.
En su primera comparecencia en el Congreso de los Diputados el pasado mes de junio, el ministro de Exteriores dijo que su pol¨ªtica ser¨ªa de puro continuismo con la realizada por sus predecesores, lo que significaba un reconocimiento impl¨ªcito del ¨¦xito del a pol¨ªtica exterior socialista. Estoy convencido de que no fue insincero. Lo que ocurre es que los mismos objetivos no garantizan los mismos resultados si los instrumentos y los equipos cambian.
Por vez primera en 15 a?os, la pol¨ªtica exterior, est¨¢ escasamente valorada en los sondeos de opini¨®n m¨¢s solventes, pero debido m¨¢s a la percepci¨®n de ca¨ªda de prestigio internacional, de encontrarse el Gobierno menos apreciado en las comunidades de las que formamos parte (especialmente en la UE y en Iberoam¨¦rica) que a un seguimiento o inter¨¦s mayor de los ciudadanos de los temas concretos de la pol¨ªtica exterior. Y es que hay principios muy arraigados en la opini¨®n p¨²blica, como es el de aceptar mal que sus representantes frivolicen en el exterior con los intereses permanentes del Estado. Y algunas de las declaraciones y gestos del presidente del Gobierno en reuniones internacionales han producido verg¨¹enza ajena entre la gente de la calle.
No es menos cierto que mantener tan alto el list¨®n no era f¨¢cil porque lo conseguido en los a?os anteriores se debi¨®, en gran parte, al buen hacer en determinados y, en algunos casos, irrepetibles acontecimientos: Conferencia de Paz de Oriente Pr¨®ximo en Madrid en 1991, Expo de Sevilla y Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona en 1992, presencia en el Consejo de Seguridad de la ONU en el 1993 y 1994 y presidencia espa?ola de la UE durante el segundo semestre de 1995, por no citar la innovadora pol¨ªtica de promoci¨®n de. la paz y la democracia que el Gobierno llev¨® a cabo en Centroam¨¦rica, ?frica Austral y en la ex Yugoslavia.
El problema est¨¢ en que la p¨¦rdida de peso o de influencia est¨¢ siendo alarmantemente r¨¢pida y continuada, y en las relaciones internacionales o eres uno de los grandes y el peso econ¨®mico se impone por s¨ª solo o tienes que trabajar d¨ªa a d¨ªa el puesto conseguido, como es el caso de Espa?a. Ni se te regala nada ni puedes vivir mucho tiempo de las rentas acumuladas. Lo conseguido los ¨²ltimos a?os cost¨® mucho trabajo y mucho tiempo, y si se pierden posiciones o espacios puede costar mucho recuperarlos despu¨¦s.
No se trata s¨®lo de impresiones subjetivas. Desde el Banco Mundial de la OCDE, desde The Economist a la ONU (informe de Desarrollo Humano), son numerosos los estudios que reconocen el salto cualitativo y cuantitativo que Espa?a ha dado en los ¨²ltimos 20 a?os (no s¨®lo, claro est¨¢, por el buen hacer en pol¨ªtica exterior). Incluso el conservador diario franc¨¦s Le Figaro titulaba el 5 de noviembre ¨²ltimo, Espa?a, s¨¦ptima potencia.
En la UE llegamos en la ¨²ltima d¨¦cada a contar como tercer pilar de una troika, con Alemania y Francia, que marcaba las pautas de la UE, gracias a una voluntad pol¨ªtica, un liderazgo respetado y una ambici¨®n de Europa.
Desde mayo, en cambio, han sido demasiados los signos preocupantes que hacen temer que podamos ser poco a poco desplazados por varios socios medios en la definici¨®n de la nueva arquitectura europea, pol¨ªtica de seguridad y en relaci¨®n a regiones terceras, como Iberoam¨¦rica o el Mediterr¨¢neo. No parece que estemos en la cocina del dise?o o de las decisiones sobre la construcci¨®n europea, las relaciones trasatl¨¢nticas, la ampliaci¨®n y renovaci¨®n de la OTAN, etc¨¦tera.
Son demasiados los ejemplos que indican una trayectoria de pol¨ªtica exterior de vuelo corto. Es la pol¨ªtica t¨ªpica de un peque?o pa¨ªs, pero no se corresponde a un pa¨ªs con la proyecci¨®n exterior de Espa?a, ni la que hab¨ªa caracterizado el despliegue internacional de la ¨²ltima d¨¦cada.
?Cu¨¢les son las causas de esta situaci¨®n? Varias razones concatenadas. Qu¨ªz¨¢ la m¨¢s importante, y la m¨¢s comentada en medios profesionales, es la falta de un impulso, de una visi¨®n global, de un liderazgo inspirado desde la Presidencia del Gobierno. Los episodios y desencuentros con los primeros ministros italiano y alem¨¢n, el discutido papel presidencial en la Cumbre Iberoamericana de Chile (en ausencia del ministro de Exteriores), la gris presencia en la cumbre de la FAO en Roma, contribuyeron a fijar dicho diagn¨®stico, que los a todas luces propagand¨ªsticos elogios a Aznar por los medios oficialistas tras la cumbre de Dubl¨ªn no han hecho m¨¢s que confirmar (dime de qu¨¦ presumes ... ).
Pero, junto a ello, la semimarginaci¨®n del propio ministro de Exteriores en las decisiones y en la ejecuci¨®n de la pol¨ªtica exterior, puenteado en momentos y temas clave por Moncloa y G¨¦nova o desde dentro de su propio ministerio y la completa desarticulaci¨®n del aparato o maquinaria que funcionaba en el Ministerio de Exteriores y que, con gran profesionalidad, hab¨ªa no s¨®lo ejecutado, sino contribuido a definir y dise?ar las pol¨ªticas exteriores que suscitaron un amplio consenso de las fuerzas pol¨ªticas parlamentarias, hicieron el resto.
No me refiero al plano de los cargos estrictamente pol¨ªticos, cuya sustituci¨®n es l¨®gica cuando se produce un cambio de Gobierno, sino al nivel funcionarial alto y medio que en los pa¨ªses serios y s¨®lidos se mantiene en su mayor parte y aqu¨ª fue precipitadamente disuelto y enviados sus miembros a embajadas irrelevantes o simplemente al "pasillo", como se dice en el argot de Exteriores, y sustituidos con criterios de afinidad ideol¨®gica o personal, y en varios casos sin el nivel profesional exigido. Era, pues, de temer lo que est¨¢ ocurriendo. No se puede sustituir sin pagar un alto precio a un equipo cuidadosamente seleccionado durante a?os en raz¨®n de m¨¦ritos y competencias y perfeccionado con la pr¨¢ctica, rodado y compenetrado.
La pol¨ªtica de nombramientos de jefes de misi¨®n en el extranjero no ha sido menos disparatada, tanto cualitativa como cuantitativamente: unos sesenta embajadores han sido removidos en s¨®lo ocho meses, un 70% m¨¢s que los cambios producidos por el PSOE o la UCD en 1977 y 1982, respectivamente, con todo lo que ello conlleva de paralizaci¨®n administrativa, aumento del gasto, generalizaci¨®n del descontento por la ausencia de criterios profesionales o de eficiencia...
Lo cierto es que tras ocho meses de Gobierno no podemos encontrar, aunque hagamos un esfuerzo de generosidad, logros destacables de la acci¨®n exterior y s¨ª muchas pifias, errores y omisiones. Rectificar dicen que es de sabios. Es de esperar que a los que deben corregir el rumbo
no les ciegue la soberbia y estemos todav¨ªa a tiempo de evitar caer de manera permanente en la mediocridad y la rutina en la pol¨ªtica exterior de Espa?a.
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