Plegaria sangrienta

Un gigantesco charco de sangre bajo un sol de invierno: ¨¦sta es la idea que tienen actualmente de Argelia sus vecinos. Hay atentados, el poder no llega a restablecer la paz civil, la pobreza se extiende d¨ªa a d¨ªa. ( ... ) Todos esperaban que el tiempo de los atentados acabar¨ªa un buen d¨ªa. (...) Pues asistimos exactamente a todo lo contrario. Se ha desencadenado una oleada de violencia. El GIA ha transformado el Ramad¨¢n en una plegaria sangrienta. En Argel, los coches bomba explotan por todas partes; en la periferia se para el autob¨²s para matar a sus ocupantes; en el campo se corta un camino y se asesina a los que tienen la mala suerte de utilizarlo a esa hora. Hay que hacer algo respecto a estas matanzas. Las cifras circulan sin que nadie pueda verificarlas: centenares de muertos en unos d¨ªas, reconocen las autoridades; m¨¢s de cien muertos cada d¨ªa desde hace unas semanas, aseguran los observadores. ?Con qu¨¦ fin? ( ... ) Es cierto que el presidente argelino ha intentado en numerosas. ocasiones establecer contactos con el FIS, ( ... ) pero sin ¨¦xito. Ahora parece no haber m¨¢s que una meta: celebrar ya las legislativas prev¨ªstas para la primavera. El jefe de Estado ha carecido de audacia desde el d¨ªa siguiente de su elecci¨®n. ( ... ) Las autoridades y el Ej¨¦rcito, de un lado, y el GIA, del otro, parecen competir en una carrera de velocidad. Pero es la poblaci¨®n civil quien paga cada d¨ªa. la factura de esta tragedia absurda.

23 de enero