La insoportable levedad de la izquierda
Noto desesperaci¨®n en los cr¨ªticos del capitalismo: escriben como si la ¨²nica manera de crear una sociedad a su gusto fuera negando la utilidad e incluso la existencia de la ciencia econ¨®mica tal como la entendemos los t¨¦cnicos. "?Maldito mercado!", grita un temeroso de la globalizaci¨®n. "La nueva econom¨ªa", promete mi amigo Joaqu¨ªn Estefan¨ªa. "Crecimiento cero", siguen diciendo los antiguos del Club de Roma. Quiero tranquilizarles. A¨²n es posible ser de izquierdas sin necesidad de ir contra la raz¨®n.La culpa la tienen los criterios de Maastricht. Si todos, socialdem¨®cratas, socialcristianos, liberales, conservadores acuerdan prohibir el d¨¦ficit p¨²blico, reducir la deuda del Estado y contener la inflaci¨®n, ?qu¨¦ tarea les queda a los intervencionistas? ?Es compatible la izquierda con unas finanzas p¨²blicas equilibradas y una moneda estable?
Adem¨¢s, la fuerza opresiva de esos criterios no nace tanto de que los pol¨ªticos se hayan puesto de acuerdo para aplicarlos, sino de la general aceptaci¨®n de que para nada sirve reactivar el empleo insuflando demanda en la econom¨ªa. Hubo un tiempo en que, siguiendo a Keynes, se cre¨ªa posible combatir el paro, con obras p¨²blicas o con dinero barato. Parec¨ªa incluso que un gobierno socialdem¨®crata llevaba ventaja sobre uno conservador, por sus especiales relaciones con los sindicatos de izquierda. As¨ª, en 1985-86, UGT y CC 00 se avinieron a contener las subidas salariales en el marco de un Pacto Social con el Gobierno socialista, lo que permiti¨® a Felipe Gonz¨¢lez aumentar el gasto p¨²blico sin disparar la inflaci¨®n. La huelga general de diciembre de1988 dio al traste con la ilusi¨®n de que esos malabarismos eran repetibles.
A quienes creen que los criterios de Maastricht y la quiebra del keynesianismo han dejado a la izquierda sin tarea les aconsejo la lectura del libro de Carles Boix, Partidos pol¨ªticos, crecimiento e igualdad (Alianza). Es cierto que el manejo del ciclo desde el lado de la demanda ya no es posible, pero quedan opciones en el lado de. la oferta.
Un gobierno de izquierda querr¨¢ combinar el equilibrio presupuestario y la ortodoxia monetaria con grandes inversiones p¨²blicas redistributivas en infraestructuras, en educaci¨®n, en sanidad, en pensiones, financiadas con cargas progresivas, tanto personales como regionales. Combatir¨¢ la reducci¨®n de los impuestos sobre las rentas m¨¢s altas. Buscar¨¢ mantener el gasto social de las autonom¨ªas m¨¢s pobres, oponi¨¦ndose a que las autonom¨ªas forales y las otras m¨¢s pr¨®speras puedan reducir lo que entregan a la Hacienda estatal. Procurar¨¦ igualar las pensiones p¨²blicas y la atenci¨®n sanitaria de todos en el nivel m¨¢s alto posible. Para la izquierda, una inversi¨®n p¨²blica bien dirigida, en capital f¨ªsico y sobre todo humano, es lo que permite crecer sin desigualdades. Una Europa unida alrededor del euro, con sus fondos de convergencia y su Carta Social puede incluso facilitar una pol¨ªtica izquierdista a nivel continental.
Por el contrario, un equipo conservador confiar¨¢ m¨¢s en la inversi¨®n privada como motor del crecimiento y por tanto querr¨¢ dejar una mayor renta disponible en manos de los individuos, las familias y las empresas. Tambi¨¦n preferir¨¢ que las autonom¨ªas compitan entre s¨ª para atraer inversores con condiciones fiscales favorables y se responsabilicen del coste de sus pol¨ªticas. A¨²n aceptando el Estado de bienestar, se propondr¨¢ privatizar el suministro de los servicios p¨²blicos, con bonos escolares, cheques sanitarios, pensiones capitalizadas. Por fin, intentar¨¢ elevar el grado de competencia en la econom¨ªa suprimiendo monopolios profesionales e industriales.
Espero que la mayor¨ªa de mis lectores me agradezca que les haya revelado que puede seguir siendo de izquierdas pese a la ortodoxia financiera a la Maastrichit o incluso gracias a ella. Les confesar¨¦ que mi fin principal no era ¨¦se, sino el de alarmar a quienes se dicen liberales para que no se duerman sobre los laureles. Como el efecto destructivo de las inversiones socializantes y de la educaci¨®n p¨²blica sobre la capacidad de crecimiento de la econom¨ªa tarda en notarse, no es imposible que vuelva a caer sobre nosotros la chapa socialdem¨®crata. Los criterios de Maastricht est¨¢n muy bien, pero ?ojo!. Quiz¨¢ la moneda ¨²nica facilite la creaci¨®n de un gobierno intervencionista europeo.
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