118.000 expedientes en 1996
La pol¨¦mica de estos d¨ªas ha sacado a la luz un grave problema de fondo: la inspecci¨®n fiscal tardaba demasiado en resolver los expedientes.Una cosa es caer en la desgracia de enfrentarse a una inspecci¨®n y otra es tener por ello el alma en vilo durante a?os. ?Es que los inspectores toman demasiados caf¨¦s. y no trabajan a pleno rendimiento o es que no son suficientes y el trabajo se organiza mal?
En Hacienda hay ahora 808 inspectores en activo y 1.999 subinspectores. En 1996 ultimaron 118.331 expedientes por presunto fraude fiscal, lo que supone una media aproximada de 42 por funcionario. ?Es mucho o poco? Depende. Un acta de mucha cantidad de dinero o muy compleja puede acarrear trabajo durante todo un a?o.
La inspecci¨®n se desarrolla en varios frentes. La Oficina Nacional de Inspecci¨®n (ONI) act¨²a sobre las empresas que facturan m¨¢s de 10.000 millones de pesetas; las Unidades Regionales de Inspecci¨®n (URI), a partir de 1.000 millones, y el resto, contribuyentes personas f¨ªsicas y peque?as empresas, en las delegaciones de Hacienda.
Tanto los inspectores como los subinspectores pueden levantar actas, aunque no cobran directamente un porcentaje de su sueldo en funci¨®n de la deuda descubierta. Su sueldo est¨¢ fijado seg¨²n la categor¨ªa con complemento espec¨ªfico y de destino.
Al final de a?o, igual que a todos los funcionarios, se les abona un complemento de productividad en funci¨®n del cumplimiento de los objetivos marcados: de la cantidad y de la calidad del trabajo desarrollado.
La explicaci¨®n de los retrasos en la resoluci¨®n de los expedientes es variopinta, aunque tiene dos focos muy determinados: la ONI y la unidad regional de Madrid. En los ¨²ltimos a?os, las huelgas de celo o trabajo a reglamento -la ¨²ltima, con el Gobierno socialista a punto de hacer las maletas- ha supuesto alguna paralizaci¨®n temporal de la actividad en la primera fase del trabajo; es decir, en la de comprobaci¨®n e investigaci¨®n.
Adem¨¢s, a principios de 1994 trascendi¨® que el Gobierno preparaba una rebaja de las sanciones por fraude fiscal a la mitad. Ello provoc¨® que la mayor parte de las actas se firmaran en disconformidad. En especial, las de mayor cuant¨ªa correspondientes a grandes empresas con fuertes equipos de asesor¨ªa fiscal. As¨ª se gener¨® un aluvi¨®n de actas firmadas en disconformidad que se agolparon en la mesa del inspector jefe para su liquidaci¨®n definitiva.
A todos ellos se les dio salida a finales de 1995, de forma que los famosos 600 expedientes se encuentran ahora recurridos ante los tribunales, donde se ha reproducido el colapso. Se calcula que hay unos 200.000 recursos pendientes de sentencia en los tribunales administrativos por diversos motivos.
La mayor rapidez impuesta en la resoluci¨®n de los expedientes por parte del inspector jefe ha tenido tambi¨¦n su contrapunto. Seg¨²n asesores fiscales consultados, se ha ganado en rapidez, pero se ha perdido en calidad. Antes el retraso serv¨ªa para analizar y puntualizar todos los extremos, de forma que al contribuyente pod¨ªa ganar y conseguir que el inspector jefe retirase el acta, en ocasiones incluso por defectos de forma. Ahora, aseguran, muchas veces se limitan a poner el sello; es decir, a dar la raz¨®n al inspector que prepar¨® el acta.
Hay tambi¨¦n factores de gesti¨®n pol¨ªtica y de idiosincrasia del colectivo de inspectores dif¨ªciles de medir. Los planes de la inspecci¨®n se dise?an con mayor o menor acierto y los inspectores tambi¨¦n son humanos y se desaniman si no se les reconoce su labor. Por ello se explica el alto n¨²mero de excedentes -m¨¢s de mil en la actualidad-, entre ellos, el propio presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar.
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