Diario de una muerte
Javier Rosado, el ide¨®logo del juego de rol Razas, escribi¨® una especie de diario, paradigma del horror y salvajismo, en el que narra c¨®mo ¨¦l y su compinche F¨¦lix eligieron a su v¨ªctima al azar, pero de acuerdo con las pautas del juego, y la forma en que le asesinaron. En ¨¦l, Javier relata su estado de ¨¢nimo y la infructuosa lucha del trabajador Carlos Moreno por defender su vida. A continuaci¨®n, algunos pasajes del texto (adelantado por este peri¨®dico el 9 de junio de 1994) que Javier dedica a los preparativo del crimen y a la v¨ªctima."Salimos d de 1994]. Hab¨ªamos estado afilando cuchillos, preparando los guantes [de l¨¢tex, para no mancharse las manos de sangre de la v¨ªctima]. Elegimos el lugar con precisi¨®n. Yo ser¨ªa quien matara a la primera v¨ªctima".
Tras relatar c¨®mo tuvieron que descartar a una serie de v¨ªctimas potenciales porque no reun¨ªan las condiciones, Javier narra el encuentro con Carlos Moreno en una parada de autob¨²s de Hortaleza. Era gordito y mayor, con cara de tonto. Llevaba zapatos cutres y unos calcetines rid¨ªculos. Una cara de alucinado que apetec¨ªa golpearla, y una papeleta imaginaria que dec¨ªa: 'Quiero morir'. ( ... ) Nos plantamos ante ¨¦l y se asust¨® mirando el impresionante cuchillo de mi compa?ero. Me agach¨¦ para cachearle en una p¨¦sima actuaci¨®n de chorizo vulgar. Le dije que levantara la cabeza, lo hizo y le clav¨¦ el cuchillo en el cuello. Emiti¨® un sonido estrangulado. ( ... ) Mi compa?ero ya hab¨ªa comenzado a debilitarle el abdomen a pu?aladas, pero ninguna era realmente importante. ( ... ) Le cog¨ª por detr¨¢s para inmovilizarle y as¨ª mi compa?ero podr¨ªa darle m¨¢s pu?aladas. La presa redobl¨® sus esfuerzos y chill¨® a¨²n m¨¢s: 'Joputas, no, no, no me mat¨¦is'. Ya comenzaba a molestarme el hecho de que ni mor¨ªa ni se debilitaba. ( ... ) Es espantoso lo que tarda en morir un idiota".
La agon¨ªa de Moreno, con el cuello segado a cuchilladas, dur¨® m¨¢s de 15 minutos. El hombre logr¨® desasirse de sus agresores en dos ocasiones, pero le dieron alcance.
"No lo merec¨ªa"
"Le dije a mi compa?ero que le cortara la cabeza, lo hizo y escuch¨¦ un '?iqui, ?iqui'. ( ... ) A la luz de la luna contemplamos a nuestra primera v¨ªctima. Llegamos a casa a las cinco, nos lavamos y tiramos la ropa. Me daba la sensaci¨®n de haber cumplido con un deber. Al d¨ªa siguiente repar¨¦ en las posibilidades de que nos pillase la polic¨ªa. Mi punto d¨¦bil era que ¨¦l me hab¨ªa dejado lleno de heridas [en el forcejeo]. Le cont¨¦ todo a un futuro ayudante de ideales parecidos. No sali¨® informaci¨®n en los noticiarios, pero s¨ª en EL PA?S. ?Pobre hombre!, no merec¨ªa lo que le pas¨®. Busc¨¢bamos adolescentes y no pobres obreros trabajadores".
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