Los fantasmas interiores
Al margen de la representatividad internacional de los 12 escultores actuales de diversos pa¨ªses seleccionados para la muestra, y la convergencia de generaciones diferentes (hay 30 a?os de diferencia entre el mayor y la m¨¢s joven), lo que est¨¢ muy en el estilo de los planteamientos expositivos desde comienzos de los ochenta como consecuencia de la quiebra del concepto lineal de la vanguardia, el buen aficionado al arte actual, sabr¨¢ apreciar de entrada, tanto en lo que se refiere a. los artistas nacionales como a los extranjeros, el cr¨¦dito de los artistas aqu¨ª propuestos, lo que, desde luego, refuerza el inter¨¦s de la convocatoria.Por lo dem¨¢s, es obvio que el tema de la casa, sea cual sea su resonancia m¨ªtica en la historia del arte o en cualquier otro ¨¢mbito de la cultura, se ha convertido en una referencia dominante en buena parte de la escultura ¨²ltima. Sabemos que en los or¨ªgenes ilustrados del movimiento arquitect¨®nico moderno se instal¨® la obsesi¨®n por recuperar el sentido primigenio de la casa a trav¨¦s del tema de la "caba?a primitiva" de Vitruvio, con lo que volver sobre ello ahora, en plena era posmodema -y desde la escultura-, es algo forzosamente cargado de intenci¨®n, aunque ¨¦sta no est¨¦ a¨²n del todo, descifrada.
Por mi parte, detecto en todo ello una especie de nostalgia por el espacio como intimidad perdido, a la vez que una violenta imprecaci¨®n contra la insoportable y muy angustiosa sensaci¨®n de haberse transformado el habitar en una abstracci¨®n, donde no hay cobijo posible. Que las casas imaginadas por muchos de estos escultores est¨¦n boca abajo, vuelen, se diluyan, se transparenten, se balanceen o formen una fortaleza de escombros, cuando no sean simplemente un espectro prensado, nos puede dar que pensar al respecto.
Si la casa est¨¢ en precario o ausente, el habitar est¨¢ ciertamente en el aire. Pero la escultura no es la arquitectura, y no lo es, en primer lugar, porque, a diferencia de ¨¦sta, no es un arte esencialmente pol¨ªtico. Es lo que, para m¨ª, dicho de la manera m¨¢s sint¨¦tica, hace que este proyecto sea apasionante: se trata de una reflexi¨®n propiciatoria desde los fantasmas de la casa, desde el alma siniestramente asolada por la utilidad y la funcionalidad, esas dos virtudes del progreso que impiden vivir, incluso aunque sea de las rentas.
Resulta, en fin, muy curioso que todas las esculturas-casa, m¨¢s o menos enso?adas, se asienten tan bien en el espacio industrial de la sala de la Comunidad de Madrid en la plaza de Espa?a: un buen dato sobre la fuerza parad¨®jica del arte.
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