Los abogados de EE UU piden la, suspensi¨®n de las condenas a muerte
Cinco lustros despu¨¦s de su reinstauraci¨®n por el Tribunal Supremo, la pena de muerte sigue siendo popular en Estados Unidos. Tres de cada cuatro ciudadanos, incluido el presidente Bill Clinton, aprueban su empleo. Los juristas, sin embargo, no comparten esa fe casi monol¨ªtica. La Asociaci¨®n de Abogados Norteamericanos (ABA) pidi¨® ayer la suspensi¨®n de todas las ejecuciones pendientes en EE UU.
, El llamamiento fue aprobado por 280 votos a favor y 119 en contra en la conferencia de la ABA celebrada en San Antonio, una localidad de Tejas, el Estado que ha ejecutado a 107 personas desde 1972. El llamamiento argumenta que los derechos legales de los condenados a muerte han sufrido tal erosi¨®n que se impone una inmediata moratoria en la aplicaci¨®n de la pena capital."En un caso tras otro, la decisi¨®n de qui¨¦n debe morir y qui¨¦n debe vivir no se basa en la naturaleza del crimen presuntamente cometido por el acusado, sino en la calidad de la defensa legal que recibe", dice la resoluci¨®n.
Tan s¨®lo cuatro de cada 10 apelaciones contra la pena de muerte son aceptadas por los tribunales. La ABA cree que ese porcentaje ser¨ªa mucho m¨¢s alto si los condenados tuvieran una correcta representaci¨®n legal desde el primer momento.
Los abogados denuncian la creciente frivolidad con que los tribunales tratan las apelaciones. En muchos casos, no tienen ni tiempo ni medios materiales suficientes para estudiarlas en profundidad, en raz¨®n de los recortes presupuestarios para esa tarea aprobados por el Congreso en 1996.
En consecuencia, seg¨²n la ABA, la pena de muerte se est¨¢ utilizando de "modo discriminatorio" contra las minor¨ªas ¨¦tnicas y culturales, los disminuidos mentales y los menores de 18 a?os.
EE UU es la ¨²nica democracia occidental que practica la pena capital, lo que coloca a este pa¨ªs al nivel de China, Irak, Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª. M¨¢s de 350 personas han sido ejecutadas desde que este castigo fue reinstaurado por el Tribunal Supremo de 1972. Dos de los jueces que lo aprobaron, Lewis Powell y Harry Blackmun, se arrepintieron posteriormente de su decisi¨®n. Alex Kozinski, un juez del Tribunal de Apelaciones de Estados Unidos que ha dado luz verde a m¨¢s de una docena de ejecuciones, confiesa en el ¨²ltimo n¨²mero de The New Yorker que no ha asistido a ninguna de ellas.
"Me pregunto" dice el juez, "qu¨¦ se puede decir de alguien como yo, que con fr¨ªa precisi¨®n sella el destino de un ser humano, pero al que le falta el coraje de ser testigo de las consecuencias de sus actos". Esas inquietudes no son compartidas por la mayor¨ªa de los norteamericanos. The New York Times cont¨® con detalle el pasado domingo c¨®mo decenas de millares de ciudadanos de New Hamspshire viven con angustia el anunciado sacrificio de Prince, un perro labrador condenado por haber atacado unas gallinas. El art¨ªculo subrayaba de pasada que New Hampshire es un Estado donde la pena de muerte para los seres humanos es legal, lo que nunca ha provocado tanta controversia" como el destino de Prince.
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