Una peligrosa falacia
Me temo que Vargas Llosa no comprendi¨® la fuerza impulsora de mi razonamiento. El que me muestre cr¨ªtico con la ideolog¨ªa del laissez-faire no significa que comulgue con el socialismo. Nunca dije que "la receta contra los excesos del capitalismo es el intervencionismo estatal: impuestos elevados, regulaciones y reglamentaciones" y un gran sector p¨²blico paralelo al privado. Mi opini¨®n es diferente. Yo digo que el evidente fracaso de las intervenciones estatales no justifican la creencia de que los mercados son perfectos. Creo que la ideolog¨ªa del laissez-faire est¨¢ arraigada en la misma visi¨®n anticuada del mundo que el marxismo (o el planteamiento del psicoan¨¢lisis de Freud). Esta visi¨®n del mundo, inspirada por el ¨¦xito de la ciencia natural, exige una explicaci¨®n determinista de los asuntos humanos. La ciencia natural acept¨® hace mucho tiempo el dudoso principio de la f¨ªsica cu¨¢ntica y ha aprendido a hab¨¦rselas con el caos, pero en nuestra actitud hacia las cuestiones sociales y pol¨ªticas ha seguido profundamente arraigada una visi¨®n determinista del mundo. Esto ha dado lugar a la dicotom¨ªa existente entre capitalismo y socialismo, que Vargas Llosa encuentra tan dif¨ªcil de abandonar. Es hora de admitir que funcionamos con un entendimiento imperfecto y que todas nuestras obras sociales e intelectuales tienen fallos en mayor o menor grado. Esto es aplicable tanto al capitalismo como al socialismo. El mercado es, sin duda un mecanismo m¨¢s eficaz para la distribuci¨®n de recursos que la intervenci¨®n gubernamental, pero eso no quiere decir que no se necesite la intervenci¨®n gubernamental, bien para reasignar recursos o para mantener la estabilidad de los mercados. Considerar al mercado la respuesta final a todas las cuestiones sociales constituye una peligrosa falacia.El concepto de sociedad abierta se basa en el reconocimiento de que nuestro entendimiento es intr¨ªnsecamente imperfecto. La sociedad abierta tiene sus propias imperfecciones, la m¨¢s importante de las cuales es la falta de valores compartidos. Yo afirmo que esa deficiencia se puede remediar parcialmente -una soluci¨®n completa har¨ªa que el concepto fuera contradictorio en s¨ª mismo- aceptando la sociedad abierta como un valor compartido, un objetivo com¨²n. Esto exigir¨ªa el abandono, o al menos la modificaci¨®n, de la doctrina del laissez-faire que mantiene que la b¨²squeda del propio inter¨¦s, con la mediaci¨®n de la mano invisible, se ocupar¨¢ del inter¨¦s com¨²n. Un argumento sutil, pero, si Vargas Llosa reflexiona sobre ¨¦l, puede que llegue a estar de acuerdo con el mismo. Admitir nuestra falibilidad ser¨ªa un gran paso adelante para nuestra civilizaci¨®n.
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