Mano ley invisible y guerra sucia
Aunque los alemanes y los eur¨®cratas desmienten el numerus clausus del euro, el plan existe. Lo que estos d¨ªas ha alarmado al Instituto Monetario Europeo en Francfort, seg¨²n fuentes de confianza, es la tendencia iniciada a crear una nueva situaci¨®n en los mercados para imponer, estrat¨¦gicamente, el euro restringido. El temor invocado ahora en privado por el canciller Kohl es el posible castigo que pueda propinarle un electorado que tras el tipo de cambio fijado para la unificaci¨®n de las dos Alemanias teme, seg¨²n los sondeos, que la disoluci¨®n del Deutschmark derive en una moneda d¨¦bil si la uni¨®n monetaria incluye a pa¨ªses con econom¨ªas y finanzas precarias.Los alemanes apuntan expl¨ªcitamente que Italia tendr¨¢ dificultades para cumplir los requisitos de Maastricht. Y esto plantea un problema m¨¢s complejo. Si Italia no participa en el lanzamiento del euro, ?c¨®mo se podr¨¢ justificar que pa¨ªses como Espa?a y Portugal s¨ª entren? La respuesta sencilla es que si ambos pa¨ªses cumplen, no hay problema. Los alemanes dice nein. Una vez que Italia se queda fuera, a¨²n cuando espa?oles y portugueses reunan las exigencias es mejor que los tres permanezcan fuera hasta una ampliaci¨®n posterior.
La idea de que la mano invisible de los mercados financieros es completamente aut¨®noma en la econom¨ªa moderna y es ella la que dicta su ley puede ser muy sesuda, pero estos d¨ªas ha sido cuestionada por los hechos. La crisis que se carg¨® virtualmente el Sistema Monetario Europeo (SME), en septiembre de 1992 y el verano de 1993, fue el resultado de varios factores. Pero entre ellos jug¨® un papel esencial la despiadada pol¨ªtica y las filtraciones del entonces presidente del Bundesbank, Helmut Schlesinger. Los mercados parec¨ªan funcionar por libre, pero las declaraciones de Schlesinger les guiaban m¨¢s o menos brutalmente.
Los mercados hab¨ªan resistido bastante el cuchicheo tramposo, bajo la forma de discursos y mensajes en Davos, donde la consigna alemana prendi¨® como reguero de p¨®lvora. Por ello, era necesaria otra vuelta de tuerca. La filtraci¨®n al Financial Times del plan que manejan ejecutivos de los bancos centrales para postergar el ingreso de Italia y plantear, por razones pol¨ªticas, el aplazamiento para Espa?a y Portugal, avanza en la misma direcci¨®n. Lo que ahora molesta a los mentores de la mano invisible es que Italia, Espa?a y Portugal se hayan aprovechado de la expectativa favorable a su ingreso en la primera fase para reducir sus diferenciales de tipos a largo plazo con los de Alemania.
En otros t¨¦rminos, la tolerancia del canciller Kohl habr¨ªa alimentado un enga?o: la ficci¨®n de que el euro ser¨¢ lanzado con los citados tres pa¨ªses cuando eso es una quimera, empezando con Italia. Que la nueva ofensiva no es casual lo revelan muchos hechos. Entre otros, las declaraciones favorables a un n¨²cleo duro de partida para el euro, realizadas por Wim Duisenberg, gobernador del banco central de Holanda, que recibi¨® una fuerte respuesta ayer desde Lisboa. Duisenberg, que es candidato al futuro Banco Central Europeo, hace honor a un chiste que refleja c¨®mo se le ve:
-"Yo ya estoy listo. Me he comprado un Mercedes y en dos horas me pongo en el Banco Central Europeo, en Francfort", dice el banquero a un colega.
Bromas aparte, la creaci¨®n de un clima de inseguridad en los mercados indica que ciertas personalidades en Europa tienen capacidad para influir en la orientaci¨®n sin necesidad de disparar grandes movilizaciones de divisas. Los foros y los medios de comunicaci¨®n canalizan los gui?os. Y los mercados, aun cuando se resisten, como ocurre estos d¨ªas, pueden terminar por ceder a la tentaci¨®n de aprovechar la divisi¨®n para intentar pulsos como los ensayados con ¨¦xito en el pasado. El baile solo acaba de comenzar y faltan, hasta la primavera de 1998, muchos meses para desestabilizar la fr¨¢gil convergencia nominal alcanzada.
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