Guatemala
Recientemente se ha firmado la paz que ha acabado con 36 a?os de guerra civil en Guatemala; los que sufr¨ªan las consecuencias de tanto dolor y de tanta injusticia, especialmente los ind¨ªgenas, encuentran as¨ª una posibilidad de esperanza. Sin embargo, las organizaciones de derechos humanos y la Iglesia han proclamado lo fr¨¢gil que esa paz puede ser si no se cimenta en la justicia. Rigoberta Mench¨² -dudosa de boicotear un proceso de paz, aquella que ha sido premio Nobel de la Paz- ha llamado la atenci¨®n en esta l¨ªnea. Las declaraciones del presidente ?lvaro- Arz¨² en EL PA?S (29 de diciembre de 1996) nos parecen lo suficientemente ambiguas como para conceder a esas cautelas una duda m¨ªnimamente razonable.Su peri¨®dico, por el titular de ese d¨ªa (La Iglesia puso trabas a la paz, y el Ej¨¦rcito, no, basado en las declaraciones del presidente), parece dudar de dos cosas. En primer lugar, que esas dudas razonables en las organizaciones de derechos humanos y en la Iglesia no son para ustedes ni importantes ni dignas de tener en cuenta (?por qu¨¦?). En segundo lugar, dudan de que los lectores seamos dignos de ser respetados con una informaci¨®n objetiva, ya que son la Iglesia y las organizaciones de derechos humanos las que denuncian una paz sin justicia, no s¨®lo la Iglesia. Es tendencioso quitar del titular a aquel que protagoniza una denuncia de ese calibre para que parezca que es la Iglesia la que quiere entorpecer la paz interviniendo donde no la llaman. Esperamos que la justicia en Guatemala, por la que tantos han muerto, no sea borrada por una paz imperial, "augusta", de la misma manera en la que en su noticia se ha borrado la informaci¨®n y el respeto al lector.- . .
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