Exceso de presidentes
ECUADOR AMANECI? ayer con tres presidentes. Son demasiados para tan poco Estado. La clase pol¨ªtica ecuatoriana tiene ante s¨ª el desaf¨ªo de sacar al pa¨ªs del tremendo l¨ªo en el que lo han metido. Y al m¨¢s bajo coste social posible, pues los ciudadanos llevan padeciendo desde hace mucho. La salida m¨¢s razonable, aunque no por ello m¨¢s probable, puede ser la convocator¨ªa urgente de nuevas elecciones presidenciales que salvaguarden la precaria legitimidad democr¨¢tica.Abdul¨¢ Bucaram, a quien gusta su apodo de El Loco, gan¨® las elecciones con un 54% de los votos y asumi¨® la presidencia de Ecuador en agosto pasado. A su empuje populista ha unido muchas notas de extravagancia y de falta de cordura de las que ¨¦l mismo se pavoneaba. Sin duda, este estado de ¨¢nimo le llev¨® a forzar medidas econ¨®micas brutales sin consideraci¨®n hacia una poblaci¨®n y una econom¨ªa castigadas por las consecuencias del ¨²ltimo rebrote, hace dos a?os, de la guerra con Per¨². Bucaram multiplic¨® por tres el precio de la electricidad y por diez el del tel¨¦fono, entre otras medidas que han provocado una huelga general que el propio Bucaram respald¨® en una ins¨®lita declaraci¨®n p¨²blica.
Puede que Bucaram padezca "deficiencia mental". Pero, sobre todo, ha practicado el nepotismo y la arbitrariedad desde el poder y ha buscado una impopular paz -por sus t¨¦rminos- con Per¨². El Parlamento lo ha depuesto de un plumazo, por mayor¨ªa simple, y ha nombrado presidente interino a Fabi¨¢n Alarc¨®n, un h¨¢bil pol¨ªtico, con un partido radical de estrecha base popular. Bucaram ha respondido declarando el estado de emergencia y suspendiendo las garant¨ªas constitucionales. M¨¢s all¨¢ de otros precedentes en Ecuador y de los interrogantes sobre el respeto a una Constituci¨®n que cada parte interpreta a su modo, el mal est¨¢ hecho y reforzado por la negativa de Bucaram a abandonar el poder y por la reclamaci¨®n de la presidencia que hace para s¨ª misma la vicepresidenta, Rosal¨ªa Arteaga. El Ej¨¦rcito no ha querido tomar parte en esta disputa, aunque el general Paco Montayo, jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, considerara "justas" en enero las protestas populares contra el Gobierno. ?Durante cu¨¢nto tiempo van a poder, o van a querer los militares, mantenerse formalmente al margen?
En un pa¨ªs invertebrado cuyo Estado qued¨® maltrecho por las guerras, el narcotr¨¢fico y la corrupci¨®n, la clase pol¨ªtica tiene la obligaci¨®n de consensuar una salida indolora: si no es el apoyo a uno de los tres que reclaman para s¨ª la legitimidad de la presidencia, al menos la convocatoria urgente de nuevas elecciones.
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