El nuevo presidente de Ecuador anula las medidas pol¨¦micas de Bucaram
Por fin, un ¨²nico jefe del Estado en Ecuador. Fabi¨¢n Alarc¨®n, nuevo presidente interino de un pa¨ªs empobrecido y estafado por administraciones torpes o delincuentes, estren¨® su precario Gobierno de transici¨®n con la militarizaci¨®n de las aduanas (donde campea la corrupci¨®n), la anulaci¨®n de los despidos de maestros y funcionarios p¨²blicos dispuestos por el Ejecutivo anterior (m¨¢s de 6.000), la revisi¨®n de todos los contratos suscritos por la presidencia de Abdal¨¢ Bucaram y la pr¨®xima derogaci¨®n de las medidas econ¨®micas que desencadenaron las masivas manifestaciones callejeras de la semana pasada. La Embajada espa?ola en Quito, entre otras, no asisti¨® a la investidura de Alarc¨®n.
, Las movilizaciones populares terminaron con la irregular destituci¨®n de Bucaram, a quien el Congreso imput¨® incapacidad mental. "No expulsamos a Bucaram por esquizofr¨¦nico o loco, sino por sinverg¨¹enza", se explicaba en el Congreso un diputado de la agrupada oposici¨®n.El nuevo gobernante propuso un Gobierno de concertaci¨®n, comisiones mixtas para acometer la reforma del Estado, una moratoria de la deuda externa y, consciente de la magnitud de su desaf¨ªo, ha reclamado la ayuda de todos para encaminar al pa¨ªs hacia un futuro menos convulso. "Ya pas¨® la inestabilidad; ahora viene el trabajo. Que el pueblo nos respalde y nos haga ver los errores. Invoco a Dios para que nos ayude". Alarc¨®n, presidente del Congreso hasta hace d¨ªas, fue nombrado jefe de Gobierno con el apoyo de 57 diputados de una C¨¢mara de 82 y permanecer¨¢ en el cargo hasta el 10 de agosto de 1998, fecha en que asumir¨¢ sus funciones el presidente salido de las elecciones generales de la primera mitad de ese a?o.
No tard¨® Alarc¨®n en dejar sin efecto el decreto emitido poco antes de su nombramiento por la presidenta temporal saliente, Rosal¨ªa Arteaga, quien, sinti¨¦ndose despojada de sus derechos constitucionales a la m¨¢s alta magistratura, hab¨ªa llamado a consulta para ver si contaba con el refrendo de los ecuatorianos. De aceptarse como cierto su acusador discurso de despedida, la mayor¨ªa de los pol¨ªticos nacionales no tiene verg¨¹enza ni decencia. En Ecuador, afirm¨®, "todo est¨¢ en venta, hasta los principios y las conciencias".
Dando ejemplo de consecuencia pol¨ªtica, Arteaga avis¨® que de todas formas sigue como vicepresidenta. Acompa?ar¨¢ a un presidente cuya legalidad no reconoce y a quien reproch¨® turbia conducta. La mujer que durante seis meses ocupo ese cargo en el disparatado Ejecutivo de Bucaram renunciar¨¢, dijo, si le es adversa una consulta que sab¨ªa de imposible convocatoria.
Satisfecha por el derrocamiento del embaucador de Guayaquil, la calle asiste al cambio de Gobierno entre esc¨¦ptica y esperanzada. "Ojal¨¢ haya buenas cosas para los pobres, pero creo que todos los millonarios est¨¢n detr¨¢s de ¨¦l [Alarc¨®n]. ?l, delante, y los dem¨¢s, detr¨¢s", opinaba una vendedora de peri¨®dicos. Un acompa?ante asent¨ªa: "Yo lo que quiero es que haya progreso y honradez". Termina por mano militar una crisis cuya esencia resume bien el diputado conservador Heinz Moeller: los odios y las venganzas convirtieron a las Fuerzas Armadas en un organismo de liberaci¨®n, y no de obediencia como establece la Constituci¨®n.
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