Una apuesta por los tratamientos libres de drogas
La droga ha sido ideologizada y mitificada bajo estereotipos con distinta carga emocional, despreciada /admirada, reivindicada / condenada, defendida o atacada. Las sustancias psicoactivas aparecidas en el siglo XIX, morfina, hero¨ªna, coca¨ªna, han estado vinculadas a un diagn¨®stico de fragilidad de las modernas sociedades consumistas.La Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) define drogodependencia como el "s¨ªndrome" caracterizado por "un esquema de comportamiento" en el cual, se concede prioridad al uso de una "sustancia psicoactiva", e infiere la aparici¨®n de cambios de comportamiento a partir del uso de la sustancia y el establecimiento procesal de la drogodependencia.
Resulta insuficiente para explicar el "esquema de comportamiento" partir exclusivamente de las consecuencias derivadas del consumo de t¨®xicos (lo cual no es poco), no representa una posici¨®n cient¨ªfica, ignora las nociones de conflicto ps¨ªquico y estructura de la personalidad del dependiente, la etiopatogenia, la investigaci¨®n o las estrategias terap¨¦uticas. En esta concepci¨®n de la drogodependencia, el acento recae sobre el objeto droga, no en el sujeto que se droga, perdiendo as¨ª la palabra su sentido de intercambio y privilegiando el de la consigna: sustituye la pregunta sobre por qu¨¦ necesita drogarse por la de c¨®mo debe hacer para no drogarse, los imperativos (deber¨ªa) responden a ideales, no a realidades particulares. Son f¨®rmulas moralizantes en las que el propio toxic¨®mano tratar¨¢ de situar al profesional para que el otro le "castigue" o le "perdone". Existe una estructura relacional en la conducta dependiente del toxic¨®mano y una, din¨¢mica patol¨®gica que es la misma cuando falta el t¨®xico que en casos como la anorexia mental, la bulimia, la adicci¨®n al juego o las conductas adictivo-er¨®ticas. Se instaura un ciclo que se inicia con la necesidad compulsiva del objeto, un instante de placer, un sentimiento de culpa, un distanciamiento del objeto, un retorno de Ia fantas¨ªa de controlar el objeto, un enga?o a s¨ª mismo y a los dem¨¢s, una p¨¦rdida de inter¨¦s por sus diferentes esferas afectiva, familiar, laboral, social, y una retracci¨®n hacia la exclusiva consecuci¨®n del objeto de goce. La gravedad de estas patolog¨ªas es la misma que la de la toxicoman¨ªa, pero se diferencian de ella en la ausencia de todas las repercusiones de tipo biol¨®gico producidas por la droga. Lo que est¨¢ en falta no es del orden de lo real, no hay un soporte bioqu¨ªmico ajeno al sujeto, pero hay una intensa repetici¨®n y fuerte dependencia ps¨ªquica. Muestran un com¨²n denominador: el s¨ªntoma se sit¨²a en la dependencia a la droga, inmediatez de la necesidad, voracidad de acceso al placer inscrito en el registro de la transgresi¨®n y la culpa. Es una elecci¨®n deseada por el sujeto (s¨ªntoma) y plasmada como enfermedad, a causa de una carencia arcaica en el psiquismo; esto le marcar¨¢ un retorno siempre insatisfecho a la droga.
Se trata de un conflicto interno, instaur¨¢ndose el s¨ªntoma en la fantas¨ªa de opci¨®n o control del objeto. La necesaria puesta en duda del s¨ªntoma no la puede sostener el sujeto, pues calma su angustia moment¨¢neamente con la ingesta a voluntad del t¨®xico. La suspensi¨®n de la ingesta le permitir¨¢, mediante el trabajo terap¨¦utico, la posibilidad de que pueda iniciar un an¨¢lisis de su problem¨¢tica. La dependencia t¨®xica limita su libertad. M¨¢s all¨¢ de la necesidad bioqu¨ªmica del producto se pone en juego una b¨²squeda activa y mort¨ªfera del placer.
El concepto droga deviene, una palabra ambigua que evoca resonancias relativas a un discurso de orden moral; el bien y el mal, lo prohibido y el goce, la evasi¨®n y la integraci¨®n, el pecado y la liberaci¨®n. En su trasfondo est¨¢ la ley, su acatamiento y su transgresi¨®n. Las etiquetas droga o yonqui remiten a las posturas ideol¨®gicas de quienes. las enuncian, portavoces de prejuicios morales o ¨¦ticos, y a las actitudes de los grupos de poder.
En la actualidad nos encontramos con un creciente auge de respuestas farmacol¨®gicas frente al sufrimiento mental del sujeto y una dificultad para dispensar tratamientos psicoterap¨¦uticos desde la sanidad p¨²blica. La toxicoman¨ªa es una enfermedad biopsicosocial, y no es posible primar una sola de las variables.
La sanidad p¨²blica en Catalu?a trata actualmente a siete de cada diez adictos a la hero¨ªna con programas de metadona. Los narc¨®ticos producen tolerancia. Significa que el organismo necesita aumentar la dosis de consumo, a la vez que aumenta la dependencia f¨ªsica, a nivel bioqu¨ªmico y a nivel ps¨ªquico, desarroll¨¢ndose con gran rapidez (hero¨ªna, metadona, morfina, etc¨¦tera). Los programas basados en terap¨¦uticas sustitutivas de deshabituaci¨®n consisten en la administraci¨®n de metadona, un opi¨¢ceo habitualmente prescrito por periodos no inferiores a los dos a?os. Tienen ciertas ventajas terap¨¦uticas. Su administraci¨®n oral pasa por el filtro hep¨¢tico, que regula su paso al torrente sangu¨ªneo impidiendo que las concentraciones sangu¨ªneas se eleven de forma importante y se produzca la narcosis. Son relativamente bien tolerados por el organismo, de f¨¢cil administraci¨®n y bajo coste. Creemos necesario abrir serios interrogantes sobre tales programas: ?qu¨¦ es lo que tales programas mantienen?, ?la salud del toxic¨®mano? o ?la toxicoman¨ªa del sujeto? Algunas posiciones se centran en acusar al toxic¨®mano de graves males sociales al asociar droga y delincuencia. Otras adoptan actitudes proteccionistas tratando de justificar al toxic¨®mano como v¨ªctima sufriente. En el orden imaginario, la toxicoman¨ªa deviene una fantas¨ªa distinta seg¨²n el rol que el sujeto encarne: madre, m¨¦dico, polic¨ªa, juez, yonqui. Desde una posici¨®n profesional no se pueden proyectar tales prejuicios sociales sobre el paciente, son un reduccionismo que obstaculizan el conocimiento t¨¦cnico y te¨®rico del problema de fondo y las formas eficaces de acometerlo.
Nuestra experiencia profesional de la ¨²ltima d¨¦cada nos presenta un perfil de consumidor politoxic¨®mano marcado por un ritmo compulsivo que no puede frenar su consumo s¨®lo con su voluntad, qu¨¦ ha tratado de compensar sentimientos de dolor al fracasar su relaci¨®n con los mecanismos del placer y en el que han aparecido las. tendencias autodestructivas. Soportar lo cotidiano mediante la droga se convierte en un fin en s¨ª, bajo la constante repetici¨®n fallida del intento de resolver y equilibrar cargas emocionales reprimidas. Tampoco es posible sustraemos a la elevada prevalencia de trastornos psiqui¨¢tricos concomitantes en los toxic¨®manos: depresi¨®n, psicosis, patolog¨ªas suicidas, ansiedad, anorexia, bulimia, entendidos como trastornos de estado o como estructura de personalidad. Al tratar al sujeto a trav¨¦s del objeto (metadona) va a permanecer invariable su estructura y, por las razones ya aducidas sabemos que retornar¨¢ a consumir drogas.
La comunidad terap¨¦utica de tipo cl¨ªnico asistencial es un recurso cuya funci¨®n. esencial est¨¢ en la contenci¨®n de las pulsiones destructivas del individuo. Integra al usuario como un sujeto de derechos que va a. solicitar la ayuda profesional frente a un problema que se le ha escapado de las manos. Necesita dejar de drogarse, se le ofrece un programa libre de drogas mediante el cual pueda comprender por qu¨¦ se droga, a trav¨¦s de un amplio proceso psicoterap¨¦utico de esclarecimiento y modificaci¨®n de sus conflictos y motivaciones conscientes e inconscientes que determinan su conducta. Le aporta un apoyo socioeducativo adecuado al perfil de sus carencias y necesidades sociolaborales para facilitar su inserci¨®n social. Y un tratamiento m¨¦dico de sus patolog¨ªas asociadas: odontol¨®gico, metab¨®lico, serol¨®gico, hep¨¢tico, etc¨¦tera.
Es absurdo situarse en el trasnochado paradigma de la reprimenda o la simplista informaci¨®n de los prejuicios del consumo de drogas, no lo suscribimos. La articulaci¨®n de nuestro quehacer cl¨ªnico reside en la, implicaci¨®n del afectado, en la toma de consciencia de su problem¨¢tica como punto. de partida y en el tratamiento de sus distintas dimensiones, psicol¨®gica, socio-educativa, laboral, judicial y/o m¨¦dica.
Se trata de permitir una dial¨¦ctica mediante la cual el sujeto pueda saber acerca de su otro ps¨ªquico desconocido para s¨ª mismo y las causas de su adicci¨®n.
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