Un breve idilio
Si era necesaria una prueba para confirmar que el idilio de los ¨²ltimos meses entre los mercados y la econom¨ªa espa?ola ha pasado ahora a una fase m¨¢s cautelosa, el efecto del dato de inflaci¨®n de enero la ha proporcionado. Los mercados han reaccionado el jueves y viernes con frialdad ante el 0,3% cuando esta cifra, en circunstancias recientes, hubiera provocado una euforia inmediata. El Banco de Espa?a esperaba incluso una cifra a¨²n m¨¢s baja para enero un 0,2%, pero no es ¨¦sta la raz¨®n por Val que ayer desilusion¨® a aquellos que esperaban una nueva reducci¨®n de los tipos de inter¨¦s. Los motivos de la cautela oficial son diversos.En la decisi¨®n del banco emisor hay varios elementos combinados. La aceleraci¨®n del consumo as¨ª como el m¨¢s que respetable crecimiento del dinero en circulaci¨®n y la demanda de cr¨¦dito del sector privado en enero, han llevado al Banco de Espa?a a predecir futuras presiones inflacionistas. El desabastecimiento de productos alimenticios derivado de la huelga de transportistas, asimismo, potenciar¨¢ esas presiones. Tambi¨¦n hay otro elemento: la convicci¨®n de que patronal y sindicatos no pactar¨¢n una verdadera reforma laboral y que, a falta de ella, el Gobierno se tentar¨¢ la ropa antes de ir a un enfrentamiento social.
Es cierto que este tipo de consideraciones no evitaron en varias ocasiones recientes que el Banco de Espa?a finalmente bajase la bandera para reducir los tipos de inter¨¦s. Por ello, cabe preguntarse por qu¨¦ el banco emisor ha reaccionado inicialmente con cautela.
Fuentes solventes sit¨²an el fin del idilio de los mercados -o del periodo de euforia permanente- en el periodo ¨ªnmedia- tamente anterior a la cumbre chismosa de Davos, esto es, har¨¢ aproximadamente un mes. Los, servicios del banco emisor comenzaron a detectar presiones sobre la peseta obligando a intervenciones muy moderadas para mantener el tipo de cambio. Los mensajes de Davos aumentaron la inestabilidad aunque sin el ritmo febril de anta?o. Por fin, la filtraci¨®n de noticias originadas en los bancos centrales de Alemania y Holanda sobre un posible plan para reglar de antemano la exclusi¨®n de Italia del curo y tambi¨¦n de Espa?a y Portugal, hizo aumentar las pulsaciones.
Con todo, el protagonista de los mercados, por fortuna, no es el rumor. Si las manifestaciones de banqueros, economistas y asesores ministeriales en Davos s¨®lo se hubieran quedado en discursos, no hubiera habido consecuencias. Hubiera pasado como una borrasca. Pero un frente fr¨ªo se precipit¨® inmediatamente: las cifras de paro en Alemania y la casi certeza que ¨¦ste pa¨ªs no podr¨¢ cumplir una de las exigencias de Mastricht, el d¨¦ficit p¨²blico.
El problema ya no es solo c¨®mo garantizar un euro fuerte con la presencia de pa¨ªses que pudieran debilitarle, como Italia, Espa?a y Portugal, sino la dificultad de que las dos naciones l¨ªderes, Alemania y Francia, cumplan los requisitos proclamados a sangre y fuego. La exclusi¨®n inicial de los tres pa¨ªses. citados supondr¨ªa debilitar pol¨ªticamente el proyecto de moneda ¨²nica; el incumplimiento de Alemania y Francia plantear¨ªa otra cosa: aplazar la fecha del 1 de enero de 1999.
La clave de cualquier conspiraci¨®n real est¨¢, como siempre, en el Bundesbank, en la insuficiente recuperaci¨®n semirrecesiva de Alemania y Francia y en el prestigio pol¨ªtico de aquellos dirigentes que como Kohl, se expondr¨¢n a la prueba de las urnas en 1998, y ven con terror cerval el reconocimiento de que el calendario del curo se ha convertido en un problema.
Lo que Kohl y sus colegas llevan como una cruz ya no es un secreto para los mercados. Y las exhortaciones a la calma, como sucede con el m¨¦dico que intenta sosegar est¨²pidamente a un paciente consciente de su suerte, solo pueden contribuir a aumentar los riesgos de una nueva oleada especulativa.
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