Bien acogida la espa?ola 'Territorio comanche'
El aparatoso filme de Milos Forman concluye una ambiciosa jornada de cine
ENVIADO ESPECIALEl primer d¨ªa con cine espa?ol de esta Beralinale fue satisfactorio. A Territorio comanche, dirigida por Gerardo Herrero, pueden opon¨¦rsele serios argumentos de fondo, pero su brillante realizaci¨®n y las extraordinarias actuaciones de Carmelo G¨®mez e Imanol Arias permiten augurarle gran audiencia. La pel¨ªcula espa?ola lleg¨® escoltada por el -humild¨ªsimo de presupuesto pero lleno de verdad- filme franc¨¦s Puerto Djmila y la exagerada y hueca pel¨ªcula estadounidense El pueblo contra Larry Flynt, de Milos Forman.
Ayer qued¨® descolgado de la cr¨®nica un comentario sobre el filme brit¨¢nico Amor y guerra. Viene a cuento recuperarlo porque reconstruye el bautismo de guerra de Emest Heminway en la I Guerra Mundial. De aquel infierno, el lagrimero Richard Attenborough extrae una pel¨ªcula almibarada y ros¨¢cea, en la que nos trae sin cuidado que al campesino que Heminway sac¨® de las trincheras le. vuelen los test¨ªculos, pero lloramos porque el pobre Ernie sufre mucho cuando su guapa novia enfermera Sandra Bullock le abandona. ?No hay una burla a la verdad est¨¦tica y una quiebra a la ¨¦tica en tal desajuste?
Reducciones
La reducci¨®n a caricia emocional de un infierno hist¨®rico es un asunto grave en una arte que act¨²a por contagio, como el cine; y el sencillo, un poco corto formalmente pero veraz y noble filme franc¨¦s Puerto Djmila lo pone de manifiesto. Cuenta con seca y austera simplicidad la aventura de un m¨¦dico franc¨¦s en una rinconada del sordo, terco y escondido genocidio que se cuece d¨ªa a d¨ªa en los viejos y asolados territorios africanos perdidos entre Etiop¨ªa y Somalia. La atrocidad de las rutinas que crea la ley de la supervivencia son all¨ª recreadas en su verdadera condici¨®n, sin caramelito emocional alguno, como lo que son: materia de un devastador prosa¨ªsmo, que reduce y convierte en un jard¨ªn primaveral, las im¨¢genes con que sir Dickie nos hace regresar al infierno de la batalla de Caporetto.Algo as¨ª, aunque no con esa hiriente medida hay que reprocharle a Territorio comanche, que nos hace descender al infierno de Sarajevo y en ¨¦l no nos remueve las tripas con un seco corte de aliento, sino con la esponjosidad que emana de su t¨ªtulo: un juego de emociones que suena a pel¨ªcula del Oeste, es decir: una aventura bautismal, que poco tiene que ver con esta sucursal bosnia de Treblinka y Auschwitz generada por Europa y casi a un tiro de piedra de aqu¨ª, de Berl¨ªri. A abismos como Sarajevo hay que descender con el equipaje con que Rossellini baj¨® a Alemania a?o cero, Claude Lanzmarin. a Shoah, Coppola a, Apocalypse new y Walsh a Objetivo Birman¨ªa, o uno se queda arriba.
Esta grave cuesti¨®n perturba el enfoque del filme: el agujero de acceso, el punto por el que los espectadores entramos en las im¨¢genes de ese nudo de v¨ªboras. En Territorio comanche -pel¨ªcula esmerad¨ªsima y perfectamente realizada, en la que Gerardo Herrero, despu¨¦s de un filme de aprendizaje y dos de balbuceo, alcanza una maestr¨ªa de oficio que le convierte en uno de nuestros m¨¢s dotados profesionales.de la direcci¨®n- disfrutamos (literalmente: nos lo pasamos como chavales en la ma?ana de Reyes) con la aventura de una ejecutiva de la televisi¨®n esp¨¢?ola y sus dos expansivos y simp¨¢ticos reporteros en el cerco genocida de Sarajevo.
?sa es la cuesti¨®n, la elecci¨®n de un acceso pl¨¢stico y vitalista, es decir: la conversi¨®n en un espect¨¢culo gozoso, de ese aludido corte de aliento que todav¨ªa mantiene a la Europa que lo cre¨® tan muda y perpleja como qued¨® cuando se destap¨® lo abominable en estado absoluto, el subsuelo del nazismo.
La, interpretaci¨®n de Imanol Arias y Manolo G¨®mez es magn¨ªfica. Da la impresi¨®n de que su brillant¨ªsima y contagiosa aventura bosnia arrastrar¨¢ riadas de gente a verlos, a vivir y a disfrutar con ellos lo que hasta ahora era invivible. Su talento nos captura, queremos estar all¨ª (en Sarajevo) con ellos, ser (en Sarajevo) ellos. Pero su lecci¨®n creadora, al igual que la de Herrero, nos crea debajo del disfrute una sensaci¨®n de malestar: el mismo (es una apreciaci¨®n personal, que no intento generalizar) que me cre¨® la lectura del archile¨ªdo libro, a mi parecer deleznable por su trivialidad, en que Territorio comanche se inspira.
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