"Es m¨¢s f¨¢cil abrirse camino como cantante que como director"
Una buena presencia esc¨¦nica y una voz genuina que se extiende hasta el do alto -"lo que garantiza un buen s¨ª natural", dice- son las armas del tenor Jos¨¦ Cura, nacido en Rosario (Argentina) hace 35 a?os. Pero la baza maestra que en apenas 46 meses de carrera le ha permitido conquistar los principales escenarios oper¨ªsticos del mundo es su emisi¨®n oscura, un aut¨¦ntico color dram¨¢tico como no se o¨ªa desde los tiempos de Mario del Monaco. Jos¨¦ Cura es el valor l¨ªrico m¨¢s s¨®lido que se vislumbra con vistas al futuro, seg¨²n ha dicho Pl¨¢cido Domingo.. Su historia de cantante viene a demostrar que, en el mundo de la l¨ªrica, los caprichos y veleidades de la far¨¢ndula siguen contando mucho m¨¢s que las verdades acad¨¦micas de un arte codificado hace tres siglos, ya que, hasta 1993, el joven que hoy pisa con razonable seguridad la Scala de Mil¨¢n, la Opera de Viena o el Covent Garden, y que recoge los elogios de directores como, Riccardo Muti, Zubin Mehta o Claudio Abbado, fue un marginado, un desesperado que no lograba suscitar el inter¨¦s de ning¨²n teatro bueno, mediano o malo.
"Estudi¨¦ en Rosario y Buenos Aires composici¨®n y direcci¨®n de orquesta, pero me pareci¨® que resulta mucho m¨¢s f¨¢cil abrirse camino como cantante, sobre todo con un repertorio como el que mi voz me permite", cuenta Cura. Y sin embargo, su carrera se puso cuesta arriba. Habiendo debutado precozmente como. concertista de guitarra y director de coro, fue rechazado en repetidas audiciones por el teatro Col¨®n, el templo bonaerense de la l¨ªrica, que s¨®lo le abri¨® la puerta de uno d¨¦ sus dos coros.
A la aventura
Cura todav¨ªa no se explica lo ocurrido -"ser¨¢ por eso de que nadie es profeta en su tierra", dice-, pero s¨ª comprendi¨® que el tiempo se le echaba encima sin m¨¢s perspectivas que el fracaso, y as¨ª, hacia 1991, siendo ya padre de alguno de los tres hijos de entre 10 a?os y 6 meses que hoy tiene, se li¨® la. manta a la cabeza, vendi¨® el piso de Buenos Aires y se traslad¨® con la familia a Verona para probar fortuna en la Arena, el coso multitudinario donde dio sus primeros pasos Mar¨ªa Callas.En Verona, Cura encontr¨® un agente, Alfredo Strada, pero no consigui¨® ni un mal papel. Hubo de esperar hasta abril de 1993 para subir por primera vez como tenor solista a un escenario. Lo hizo con Signorina Jiulia, de Antonio Vivara, en Trieste. Meses despu¨¦s, en diciembre, el Reggio de Tur¨ªn le contrat¨® para otra ¨®pera contempor¨¢nea, El caso Makropoulos, de Leos Janacek. Pero el Reggio le franque¨®, sobre todo, el paso hacia el gran repertorio. A partir de ah¨ª, se precipitaron las cosas.
En 1994 entr¨® en el Covent Garden de Londres para hacer de tenor de cobertura de Jos¨¦ Carreras. Y parece que Cura aprovech¨® la ocasi¨®n para hacerse o¨ªr, porque en junio de 1995 debut¨® en el gran coso londinense como protagonista de Stiffelio, de Verdi. Para entonces hab¨ªa interpretado Iris en la ?pera de Roma y Cavalleria rusticana en Ferrara, dirigido por Riccardo Muti. En Viena debut¨® con Tosca, y el mes pasado cant¨® por primera vez en la Scala La Gioconda. Sustituir¨¢ a Domingo en la producci¨®n estrenada en Salzburgo hace un a?o.
El ¨¦xito de p¨²blico ha sido grande, aunque la cr¨ªtica se ha mostrado m¨¢s dividida y temerosa de que Cura siga el camino del destrozo vocal que liquid¨® a Gianfranco Cecehelle y a cuantos han intentado cantar como Del Monaco."Mi voz est¨¢ cambiando a pasos muy r¨¢pidos, y mi repertorio tambi¨¦n", dice Cura. "Yo me Identifico con el tenor dram¨¢tico, entre otras cosas, porque es mi personalidad. Adem¨¢s, el Otelo cantado como se debe cantar es un placer para las cuerdas vocales. Salvo pasajes concretos, como el 'Esultate', el Otelo es bel canto dram¨¢tico, no es verismo, como ha demostrado muy bien Pl¨¢cido Domingo. Har¨¦ s¨®lo dos funciones, y luego no podr¨¦ volver a cantarlo hasta 1999 porque mi agenda no me lo permite. Obviamente, espero que no sea el mejor Otelo de mi vida, pero si implica peligros prefiero afrontarlos antes que rendirme. Es mejor morir en brazos de una mujer hermosa que s¨®lo y de infarto en la cama".
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