Las ratas de Camus
Cuando presiento la c¨¢mara del v¨ªdeo del banco observ¨¢ndome desde el techo mientras sigo el rastro de mi dinero por las ventanillas, me pregunto si detr¨¢s de ese ojo impar, cicl¨®peo, hay tambi¨¦n un sistema nervioso, un circuito neuronal capaz de establecer asociaciones. Me gustar¨ªa, en fin, saber si al otro lado de esa mirada hay pensamiento del mismo modo que otros suspiran por averiguar si hay vida despu¨¦s de la muerte. ?Ser¨¢ capaz de deducir la pupila mec¨¢nica mi estado emocional partiendo de la observaci¨®n de que he salido a la calle sin afeitar? ?Se dar¨¢ cuenta de que vengo vestido de mi padre, que siempre se pon¨ªa una chaqueta como ¨¦sta para realizar gestiones bancarias? Quiz¨¢ no. Es probable que ese ojo neutro se dedique a registrar im¨¢genes que no procesa, igual que hacemos la mayor¨ªa de nosotros cuando vamos por la calle. La semana pasada vi a un taxista que lloraba en el interior de su coche, solo, pero lo olvid¨¦ hasta que la c¨¢mara del banco me contempl¨® con barba de dos d¨ªas y me di cuenta que me hab¨ªa puesto la misma chaqueta con la que mi padre hac¨ªa frente a los n¨²meros rojos.El metro usar¨¢ en breve 800 c¨¢maras para contemplar sin pasi¨®n a los usuarios de sus pliegues. En las profundidades de la tierra, los v¨ªdeos se reproducir¨¢n como ratas y saldr¨¢n ala superficie a medida que aumente el miedo a la calle. En una versi¨®n futurista de La peste, la enfermedad simb¨®lica se manifestar¨ªa no con roedores, sino con c¨¢maras de v¨ªdeo agonizantes que abandonar¨ªan las alcantarillas para perecer en las aceras, captando con avaricia los ¨²ltimos atracos, las postreras violaciones de su existencia contemplativa. Tendremos, pues, ojos artificiales en las calles, no es m¨¢s que una cuesti¨®n de tiempo. Lo malo es que para entonces habremos perdido ya la capacidad para saber si es buena o no esa proliferaci¨®n de miradas sin sentido. En cualquier caso, llama la atenci¨®n el triunfo del globo ocular sobre el resto de los ¨®rganos corporales, m¨¢s a¨²n si pensamos que en nuestra tradici¨®n, desde el enigm¨¢tico Tiresias al cochambroso obispo de El Palmar de Troya, todos nuestros videntes eran ciegos. Parece que la condici¨®n para ver es perder la visi¨®n. Uno cree por tanto que todas esas c¨¢maras que un d¨ªa saldr¨¢n de las profundidades para invadir los rincones m¨¢s ¨ªntimos de la vida priva da no captan sino lo que carece de inter¨¦s. Edipo nunca se habr¨ªa dado cuenta de que se acostaba con su madre con la ayuda del v¨ªdeo. Mejor, porque arrancarse los v¨ªdeos de la cara a la velocidad con que se reproducen debe de resultar agotador. Nunca, con tanto ojo, fuimos tan ciegos.A veces imagino que la cultura policial hubiera evolucionado en otra direcci¨®n y que en los bancos y en el metro, en lugar de c¨¢maras de v¨ªdeo, hubiera orejas artificiales, por ejemplo, que registraran el golpe de los p¨¢rpados al pesta?ear o de la saliva al atravesar el gaznate. Un d¨ªa, esas orejas llenar¨ªan tambi¨¦n las calles con la excusa de prevenir la delincuencia. Pero tampoco sabemos si tras sus pabellones habr¨ªa un pensamiento, unos circuitos neuronales o un alcalde m¨¢s plano que un traje de tergal. Pero da lo mismo. Podr¨ªamos acercarnos a ellas en los momentos de desaliento y a su trav¨¦s dirigirnos a nuestros seres queridos, aunque estuvieran muertos.
-Padre, llevo barba de dos d¨ªas y me he puesto la chaqueta con la que ibas al banco a hacerte cargo de los n¨²meros rojos -le dir¨ªa yo a mi progenitor.
Pero ¨¦l no podr¨ªa contestarme al carecer de boca. Claro que ahora, al no tener o¨ªdos ni siquiera me oye cuando desde una esquina del banco le pregunto, mirando de frente a la c¨¢mara que me persigue, si ha hallado en el otro mundo el modo de entenderse con mi madre y si han dejado al fin de discutir por tonter¨ªas.
De donde se deduce que la proliferaci¨®n de un solo ¨®rgano conduce a la locura. Cuando toquemos a tantas c¨¢maras de v¨ªdeo como a ratas, se cumplir¨¢ en nosotros la novela de Camus, que no recuerdo ahora c¨®mo acaba, aunque con ese comienzo no puede tener un final feliz. En cualquier caso, lo que yo me pregunto es si detr¨¢s de las 800 c¨¢maras del metro pondr¨¢n, como detr¨¢s de las del banco, a mi padre o lo alternar¨¢n con los padres de los otros. Gracias.
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