Un centenar de inesperados convecinos
El pueblo c¨¢ntabro de Casar de Periedo se vuelca con los camioneros retenidos
Sin entrar a considerar si la huelga de transportistas es "salvaje y violenta", como dice el ministro de Fomento, los 600 habitantes de la pedan¨ªa c¨¢ntabra de Casar de Periedo (t¨¦rmino municipal de Cabez¨®n de la Sal), no han dudado en ofrecer desde el primer d¨ªa su solidaridad a los camioneros concentrados entre sus casas, espa?oles o extranjeros. Estos ¨²ltimos, rusos, eslovenos, franceses, ingleses, alemanes y portugueses, tienen siempre la mesa puesta al aire libre. As¨ª desde el estallido del conflicto.Sus colegas espa?oles, con m¨¢s facilidad para hacer frente a la situaci¨®n, suelen frecuentar los restaurantes de la zona, que atraviesa la carretera nacional de Ir¨²n a La Coru?a.
En las elecciones generales, en esta pedan¨ªa de Cabez¨®n de la Sal, con abundancia de obreros, ganaderos y peque?os industriales en el censo, los votos socialistas suelen alcanzar la mayor¨ªa. Cuando las urnas se abren para las municipales, Jos¨¦ Luis Gonz¨¢lez, del Partido Popular, no ha tenido rival en los dos ¨²ltimos comicios.
"De la noche a la ma?ana", comenta el alcalde, "nos encontramos de repente con 100 nuevos convecinos, ocupantes de unos 80 camiones de muy diversas matr¨ªculas, atrapados en el pueblo [ ... ] Algo hay que hacer por ellos, nos dijimos, porque aqu¨ª siempre hemos sido muy solidarios con las angustias ajenas. Sesenta mujeres del pueblo acudieron a verme para decir que estaban dispuestas a echar una mano. As¨ª se dividieron en equipos de cinco personas. Unas cocinar¨ªan y otras se ocupar¨ªan de lavar la ropa, de la intendencia o de otras cuestiones no menos importantes".
Un comedor al aire libre se ha habilitado en una placita de una urbanizaci¨®n, donde almuerzan y cenan los extranjeros y algunos espa?oles, sin pagar una sola peseta, porque la Cruz Roja tambi¨¦n colabora y no faltan las cajas de bacaladillas, que un transportista gallego ha extra¨ªdo de su cami¨®n con pescado congelado que, con destino a Barcelona, hab¨ªa inicio del conflicto.
El alcalde tiene un joven conductor catal¨¢n durmiendo en su casa y ese gesto no es excepcional, porque dos sexagenarios, Romualgo Gonz¨¢lez y su mujer Oliva Cu¨¦tara, ¨¦l carpintero jubilado, abrieron las puertas de su hogar para alojar a un joven matrimonio portugu¨¦s y a sus tres hijos, el menor de siete meses. Entre los extranjeros la conductora alemana Eva M. Schafer es una de las transportistas que m¨¢s aprecia el chorizo de la ¨²ltima matanza a la, hora del aperitivo, junto con el vino tinto. La buena convivencia entre los miembros de los piquetes y los retenidos es algo que preocup¨® desde el primer momento al vecindario. Pero hasta ahora no ha habido roce alguno. La otra tarde, el alcalde recibi¨® un sobre conteniendo 105.000 pesetas, recaudadas entre los camioneros espa?oles, para que las gaste en ayudar a los extranjeros retenidos por el conflicto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.