Tribulaci¨®n en Corea
LA DEFECCI?N de Hwang Yang Yop, el ide¨®logo jefe del r¨¦gimen norcoreano, abre nuevas perspectivas, no todas ellas halag¨¹e?as, sobre una pen¨ªnsula que oficialmente a¨²n est¨¢ en guerra. Desde luego, la fuga a la embajada surcoreana en Pek¨ªn de este alto funcionario representa la mayor deserci¨®n hasta la fecha de un alto cargo de Corea. del Norte. Sin duda lleva consigo una informaci¨®n privilegiada que interesar¨¢ mucho al Sur.Hwang era el art¨ªfice de la propaganda sobre la pol¨ªtica de la Juche, es decir, de la autocracia, aunque al parecer habr¨ªa defendido una apertura de la econom¨ªa norcoreana. Cuando la hambruna se ha apoderado del Norte -a pesar de la acci¨®n del querido l¨ªder, Kim Jong II, hijo del gran l¨ªder, el despiadado dictador Kim II Sung, paradigma del comunismo m¨¢s cerrado-, la defecci¨®n de Hwang puede ocultar varios significados. Puede tratarse de una huida personal por haber ca¨ªdo, en desgracia; de hecho, ha abandonado a su familia en el Norte a una suerte insegura, pero posiblemente dif¨ªcil. Sea como sea, y se tardar¨¢ en saber la verdad de lo ocurrido en un pa¨ªs absolutamente herm¨¦tico, tras el asesinato en Se¨²l de un exiliado norcoreano, y tras las iniciales vacilaciones para presentar la fuga de Hwang de otra forma, Pyongyang ha reconocido que el ide¨®logo hab¨ªa huido por voluntad propia, lo que puede indicar que las palomas est¨¢n tomando la vez sobre los halcones en el Norte. En todo caso, estos dos casos pueden constituir un signo de descomposici¨®n del r¨¦gimen de, Pyongyang, que, seg¨²n las escas¨ªsimas informaciones de que se dispone, ha llevado al pa¨ªs a la quiebra econ¨®mica.
Tal descomposici¨®n puede plantear graves problemas. Aunque la referencia impl¨ªcita de comparaci¨®n sea la implosi¨®n de Alemania del Este y la posterior unificaci¨®n alemana, el caso de Corea es bien diferente. Son dos partes de un pa¨ªs qu¨¦ se han combatido con sangre y fuego, y que oficialmente siguen en guerra. La relaci¨®n, de poblaci¨®n del Norte sobre el Sur, de uno a dos, pesa mucho m¨¢s sobre la parte rica que en el caso alem¨¢n, y la relaci¨®n de renta es de uno a diez. Si los coreanos del Sur desean una reunificaci¨®n por razones ideol¨®gicas y pol¨ªticas, recelan, sin embargo, de ella por cuestiones econ¨®micas y sociales. Temen que una reunificaci¨®n forzada por las circunstancias pueda poner en peligro su milagro econ¨®mico. A¨²n est¨¢ por ver si Corea del Norte puede transformarse pac¨ªficamente, o si, por el contrario, el cambio deviene violento. De hecho,. es Estados Unidos, temeroso de verse involucrado en una nueva guerra en la pen¨ªnsula, el mejor valedor de una ayuda econ¨®mica al norte, en contra muy a menudo de su aliado surcoreano. La huida de Hwang podr¨ªa dificultar o frenar esta pol¨ªtica estadounidense que apunta a la celebraci¨®n de conversaciones de paz a cuatro (las dos Coreas, EE. UU y China), a una ayuda alimentaria masiva y a la entrega de reactores nucleares para impedir el desarrollo de armas nucleares en un Norte absolutamente falto de toda fiabilidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.