A un ¨¢rbol
Maruja Torres me lo quit¨® el otro d¨ªa de la punta de la tecla: vivimos en este pa¨ªs una ¨¦poca tan fea, s¨®rdida y confusa que cada vez resulta m¨¢s dif¨ªcil conservar la cordura, y no digamos la alegr¨ªa. No hay m¨¢s remedio, para sobrevivir al c¨²mulo de hechos, factores y noticias negativas, que buscarse catarsis peque?itas, gozos compensatorios, cada uno seg¨²n sus predisposiciones naturales, o antinaturales, y Dios en las de todos. Pues bien, tras una semana horribilus de cr¨ªmenes etarras, abominaciones pol¨ªticas, ininteligibles palizas televisuales y huelgas paralizantes y suicidas, yo he aprovechado el weekend para recuperar el equilibrio a la vera de un entra?able, venerable y fiel amigo. No un ser humano, no, no, pues ya antes hab¨ªa intentado este tipo de desahogo, sin duda m¨¢s convencional, pero resulta: que estamos todos tan hechos trizas por dentro, tan preocupados, acaso tan asustados, que es mucho peor el remedio que la enfermedad. Y para eso, ni hablar. No, no, yo me he ido esta ma?ana a contarle mis penas a un ¨¢rbol del Retiro. Se llama ahuehuete, o Taxodium micranatum, o cipr¨¦s calvo, se encuentra en la zona del parterre, a mano izquierda seg¨²n se entra por la puerta de Felipe IV, frente al Cas¨®n, y no se trata de un ¨¢rbol cualquiera, sino del m¨¢s viejo de Madrid. Fue plantado en 1633 y, que se sepa, ning¨²n otro compite con ¨¦l en antig¨¹edad. Tiene. forma de candelabro y es hermoso, aunque no sea ¨¦sta la estaci¨®n que m¨¢s favorece. Yo le venero por haber alcanzado una longevidad tan respetable en una urbe como Madrid, regida por unos ayuntamientos como los que consuetudinariamente nos afligen. Mi ¨¢rbol posee, adem¨¢s, doble m¨¦rito, pues no s¨®lo sobrevivi¨® a los espa?oles, sino a los galos. Hab¨ªan establecido ¨¦stos -la temida y terrible francesada- su cuartel general precisamente en el Retiro, y parece que se entretuvieron, de paso, arras¨¢ndolo. Mi colegui se salv¨® porque aprovecharon su horcadura para insta lar una pieza de artiller¨ªa...
ContempladIo ahora, sereno, augusto, protegido desde 1991 por una verja disuasoria rematada en puntas de lanza. Una ardillita sabia ha anidado en ¨¦l. Alrededor huele a mirtos, huele a paz, y yo le he contado a mi amigo, en silencio, nuestras cuitas, las cuitas de este pa¨ªs llamado Espa?a, y tambi¨¦n las cuitas de esta ciudad llamada Madrid. Embargado y embriagado por la belleza del momento, todo lo negativo se borr¨® de mi ¨¢nimo. Gracias por tu t¨¢cita comprensi¨®n, querido ahuehuete.
Ahora es ya por la tarde, he hojeado ociosamente unos cuantos recortes, he vuelto a la triste realidad municipal. Nuestros lectores est¨¢n que trinan precisamente por el tema arb¨®reo, y as¨ª lo expresan sin ambages en sus cartas, aqu¨ª al lado. Por ejemplo, don J. M. Vel¨¢zquez y dos firmas m¨¢s: "Los ¨¢rboles de nuestras calles ocupan uno de los ¨²ltimos lugares en la escala de valores de las autorida des madrile?as". Mar¨ªa Isabel Torres Mayoral: "?Podadores o verdugos?". Y en la misma Opini¨®n del lector, Rosa M. Felipe se queja del estruendo producido por la "poda tala" (la expresi¨®n, just¨ªsima, es, suya) perpetrada en la avenida de la Ciudad de Barcelona. Juan Carlos L¨®pez Mart¨ªnez, que vive cerca de Ventas, estima que "la pol¨ªtica m¨¢s f¨¢cil para el Ayuntamiento es cortarlos (los ¨¢rboles) en pedacitos", poniendo como ejemplo el que ornaba la puerta de su casa. J. M. Fern¨¢ndez L¨®pez felicita por su carta a la ya citada M. I. Torres Mayoral, dice que "el problema de la poda excesiva viene de anta?o", a?ade que en Madrid se aplican "t¨¦cnicas de poda de los frutales, justificadas en ese caso por la producci¨®n de fruta, pero total mente perjudiciales para la salud de ¨¢rboles",y censura "la creencia popular (totalmente anulada cient¨ªficamente) de que as¨ª se rejuvenece el ¨¢rbol''.
Total, un clamor popular.
Y en el mismo n¨²mero de El Pa¨ªs Madrid se nos informa de la desaparici¨®n con nocturnidad de cinco acacias -biocentenarias seg¨²n el PSOE, tan s¨®lo cincuentonas seg¨²n el PP, taladas para el primero, trasladadas a la Casa de Campo en versi¨®n PP, que las llama "s¨®foras"- en la calle de la Virgen del Puerto.
Lectores: en tiempo de tribulaci¨®n, recurran al ahuehuete.
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