F¨²tbol

El negocio del f¨²tbol -es obvio por qu¨¦ no se le puede llamar deporte dadas las circunstancias que concurren en ¨¦l- est¨¢ acaparando en los ¨²ltimos d¨ªas un protagonismo excesivo como consecuencia ' del enfrentamiento entre el Gobierno y algunas empresas del mundo de la informaci¨®n. Este acaparamiento de portadas de peri¨®dicos y de las mejores horas televisivas se suma al que ya exist¨ªa anteriormente. A noticias como las de que un tal Ra¨²l se est¨¢ sacando el carn¨¦ de conducir y que repite el COU o que Ronaldo tiene una novia rubia que sabe cantar se le dan un tratamiento informativo muy superior que a otros problemas como el paro, la violencia o las matanzas en alg¨²n pa¨ªs africano. A lo expuesto anteriormente hay que a?adir la mediocridad y el horterismo de muchos presidentes de clubes futbol¨ªsticos, que derrochan miles de millones en la compra de jugadores extranjeros y sin que apenas se escandalice nadie por ello.

Y qu¨¦ decir de esos hinchas aborregados y vocingleros que se preocupan m¨¢s del lugar que ocupa su equipo en la tabla de clasificaci¨®n que por problemas m¨¢s cercanos a ellos. No entra en ninguna l¨®gica que se paralice un pa¨ªs entero durante la celebraci¨®n de un partido de f¨²tbol o que se haga un asunto de Estado si expulsan del terreno de juego a alg¨²n jugador injustamente.-