El uso vengativo del Derecho
La venganza, adem¨¢s de ser uno de los sentimientos m¨¢s est¨¦riles que pueden anidar en el ser humano, es una p¨¦sima consejera de cualquier poder p¨²blico cuando tiene que tomar una decisi¨®n, por mucho que el ordenamiento le d¨¦ pie para cubrir con el manto de la legalidad su actitud vengativa o, mejor dicho, justamente porque el ordenamiento le ofrece f¨¢cilmente una posibilidad. Nada hay m¨¢s perturbador para el buen funcionamiento del Estado de Derecho y para la seguridad de los ciudadanos que el que esto ocurra por parte de cualquier poder p¨²blico.
Pero este fen¨®meno se manifiesta en su m¨¢xima potencia y con sus consecuencias mas perversas cuando puede existir la sensaci¨®n entre los ciudadanos de que dicha actitud vengativa puede ser imputada a jueces y fiscales, ya que en tal caso es el instrumento ¨²ltimo de garant¨ªa de los ciudadanos el que se pone en entredicho, dejando de ser percibido como el guardi¨¢n natural de los derechos y libertades para pasar a convertirse incluso en una amenaza potencial de los mismos seg¨²n las circunstancias.
Pienso que tal sensaci¨®n ha estado presente en el ¨¢nimo de buena parte de la sociedad espa?ola, en los ¨²ltimos a?os. El "ahora te vas a enterar" no parece haber sido ajeno a determinados episodios judiciales de nuestro inmediato pasado.
Pero nunca la sensaci¨®n hab¨ªa sido tan intensa como lo es ahora tras la ocupaci¨®n de la Fiscal¨ªa General del Estado por Ortiz ?rculo. La utilizaci¨®n de la fiscal¨ªa contra los adversarios pol¨ªticos del Gobierno, o incluso contra quienes no se sabe muy bien por qu¨¦ el Gobierno considera sus adversarios pol¨ªticos, es sencillamente escandalosa. Ah¨ª est¨¢ su intervenci¨®n ante el Tribunal Supremo pretendiendo interrumpir la deliberaci¨®n de la. Sala Segunda cuando debat¨ªa la posible imputaci¨®n del anterior presidente del Gobierno; ah¨ª est¨¢ la forma en que se lanz¨® sobre la famosa "amnist¨ªa fiscal"; ah¨ª est¨¢ la investigaci¨®n con base en denuncias an¨®nimas de los empresarios de plataforma digital...
Y lo que es no menos grave: ah¨ª est¨¢ la utilizaci¨®n de su poder en el interior del ministerio fiscal de una manera que no tiene una justificaci¨®n objetiva y razonable y de la que, en consecuencia, cabe tener fundadas sospechas de arbitrariedad. Me refiero, concretamente, a la sustituci¨®n de Aranda -como fiscal jefe de la Audiencia Nacional. Los pormenores del caso son conocidos y estoy seguro de que los lectores de la columna no necesitan que se les recuerden, pero el resultado final de la operaci¨®n s¨ª merece un comentario.
No ha habido ni un solo fiscal de prestigio y con una trayectoria profesional intachable que haya solicitado cubrir una vacante tan importante como ]a de fiscal jefe de la Audiencia Nacional. Si hab¨ªa indicios de arbitrariedad en la forma en que se destituy¨® a Aranda, la forma en que ha habido que sustituirlo no ha hecho m¨¢s que confirmarlos.
Y este resultado afecta a la "legitimidad" de la Audiencia Nacional como ¨®rgano de administraci¨®n de justicia. Si no hay ni un solo fiscal de prestigio que considere que en la Audiencia Nacional se puede trabajar de la forma en que se deber¨ªa trabajar, ?c¨®mo van a confiar los ciudadanos en el trabajo que all¨ª se hace?
La justicia no s¨®lo hay que hacerla, sino que adem¨¢s tiene que parecer que se hace. Cuando la apariencia es vengativa y arbitraria es que algo muy grave ocurre en la administraci¨®n de justicia. No ha sido una buena semana.
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