El poderoso Ie¨®n de Belfast
Por segunda vez en 12 meses, Van Morrison volvi¨® a 'rugir' en Madrid
El le¨®n de Belfast alborot¨®, nuevamente La Riviera madrile?a ante un p¨²blico reverencial que inclu¨ªa cantantes (Miguel R¨ªos), deportistas (el baloncestista Joe Arlauckas) y pol¨ªticos (el vicepresidente segundo del Gobierno, Rodrigo Rato, que repet¨ªa, pero esta vez con s¨¦quito m¨¢s numeroso).Los alrededores de la sala ribere?a, el buitreo habitual. Es decir, esos reventas que intentan la misi¨®n imposible de fundirse con el paisaje al mismo tiempo que abordan a todo humano con mirada ansiosa. "No te creas eso que han publicado deque se est¨¢n pagando 30.000. pesetas por una entrada" . No me lo creo: siempre me ha intrigado el saber de d¨®nde se extraen esas informaciones tan precisas sobre un negocio clandestino que alcanza su apogeo el d¨ªa de marras, cuando se abren las puertas. "Es que nos da?a que se mencionen esas cifras, la gente sin entrada ni siquiera se acerca. Que conste que hoy se est¨¢n vendiendo a 6.000, que no es ni el doble de lo que nos costaron el d¨ªa que se pusieron a la venta". Aqu¨ª consta.
Si cabe generalizar sobre una multitud de 3.000 personas, se podr¨ªa afirmar que el p¨²blico de Van Morrison es confiado y firme en sus convicciones. Sabe que la veteran¨ªa bien llevada es un. grado y que el irland¨¦s es un valor seguro, aunque ayer termin¨® cabre¨¢ndose. Adem¨¢s es consciente de que La Riviera es un escenario ac¨²sticamente favorable, donde se aprecian todos los matices de esa nutrida orquesta a la que Morrison mantiene en alerta permanente. Una banda que toca arreglos ajustados pero flotantes, dispuesta para modificar el rumbo seg¨²n la gesticulaci¨®n y el arrebato espont¨¢neo del l¨ªder. Un cantante que ni siquiera necesita probar sonido.
El respeto del personal, que ha pagado un m¨ªnimo de 3.800 pesetas, se advierte en ese extraordinario margen de libertad con que se desenvuelve Van Morrison. Hoy no corresponde deleitar al p¨²blico don ¨¦xitos seguros, Gloria Caravan y tantas otras canciones generadas a lo largo de una pasmosa carrera de 33 a?os.
Las canciones se desperezan y crecen con naturalidad, llegando a su conclusi¨®n l¨®gica o alcanzando un glorioso ¨¦xtasis. Sus canciones contienen, destilados de soul, blues, gospell y funk, donde el Van Morrison de directo intercala elementos del universo afroamericano y todo encaja. Sin embargo, Bob Dylan mere ce un respeto: el Its all over now baby blue suena sin a?adidos ajenos, esculpida compasi¨®n y perfecta comprensi¨®n del mensaje: m¨¢s de 30 a?os lleva Morrison interpretando esta pieza -a veces, con su autor- y el sentimiento de abandono y frustraci¨®n amorosa suena fresco y genuino.
De todas formas se sabe que el Van Morrison de ahora es un caballero satisfecho en amores. Eso, significa que hoy nos toca un Morrison relajado, que habla entre canciones y parece estar contento de la situaci¨®n. Hasta que llega un momento que pide tranquilidad, lo requiere el clima de la siguiente canci¨®n. Lo pide una, dos, tres veces. Alguien no hace caso y Van Morrison protesta. "As¨ª no puedo hacer esta canci¨®n" y se acaba la noche.
El respetable acepta el coitus interruptus sin incomodarse demasiado. Alguien eleva una queja comparativa: "No fue tan fuerte como el a?o pasado". Le responden sin dudar: "No importa, hemos tenido dos o tres climas. Pero climas de verdad. Y hay pocos artistas que puedan darte ni siquiera uno". Los seguidores se van dispersando mientras comentan lo estramb¨®tico del programa, que colocan al grupo telonero, Outsider, despu¨¦s de la actuaci¨®n del artista principal.
Un artista que recibe algunos suspensos est¨¦ticos."L¨¢stima que sea tan bajito y tan feo", sugiere t¨ªmidamente una belleza que debe de haber tenido hoy su primer contacto visual con el artista. Su acompa?ante se revuelve: "Ya, ya. Es que si fuera guapo y simp¨¢tico y se moviera bien no ser¨ªa Van Morrison. Entonces, con la voz que tiene, ser¨ªa Dios". Am¨¦n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.