Angelitos rubios
En el reciente art¨ªculo "Vuelve la predestinaci¨®n", El Pa¨ªs 16-II-1197, Fernando Savater, replicando con justeza a una columna de Arcadi Espada menos afortunada de lo que nos tiene acostumbrados, volv¨ªa sobre la actual preocupaci¨®n de la eugenesia, o m¨¢s concretamente sobre lo que podr¨ªamos llamar "selecci¨®n artificial", que los adelantos biol¨®gicos permiten o prometen para dentro de poco permitir. En un art¨ªculo de 1995 yo mismo trat¨¦ de exponer la situaci¨®n que se deriva de lo que ya permite la posibilidad de la averiguaci¨®n anticipada del sexo de los fetos en conjunci¨®n con la libertad (o la obligatoriedad) individual -o familiar- del aborto.La "ley" probabilitaria por la que, seg¨²n las m¨¢s conspicuas doctrinas del liberalismo (y a semejanza de la que en el mundo f¨ªsico gobierna con notable sabidur¨ªa y competencia la distribuci¨®n equitativa de la temperatura entre cuerpos en contacto hasta alcanzar el ¨®ptimo de equilibrio deseable), la lib¨¦rrima facultad de decisi¨®n de cada uno de los individuos, no interferida por ninguna regulaci¨®n institucional ni condicionada por presi¨®n o consideraci¨®n social de clase alguna, producir¨ªa -o llegar¨ªa alg¨²n d¨ªa tal vez a producir- inevitablemente el ¨®ptimo de bienestar econ¨®mico deseable para todos los miembros de la comunidad parece fallar estrepitosamente, al menos en la gran mayor¨ªa de los pa¨ªses -y, entre ellos, de manera singular en los dos m¨¢ximos gigantes dernogr¨¢ficos-, no bien esa absoluta libertad del individuo -o lo que a estos efectos es lo mismo, la familia, en cuanto par reproductor- se hace extensiva a la libertad de procreaci¨®n. Advi¨¦rtase de paso que, a diferencia de la "ley" probabilitaria de la omn¨ªmoda libertad del individuo a la que el liberalismo atribuye la m¨¢xima y hasta la ¨²nica sabidur¨ªa realmente competente en el campo de la econom¨ªa en sentido estricto (que dicen que es, aunque no est¨¢ confirmado, el de la satisfacci¨®n de las necesidades de los hombres), en el terreno de la procreaci¨®n esa misma libertad absoluta de autodeterminaci¨®n del individuo ya no se opone a nada an¨¢logo a la torpe y nefasta -siempre seg¨²n los liberales- intervenci¨®n de instituciones autoritarias y deliberadas que pretenden dirigir, regular ?y corregir, qu¨¦ atrevimiento! mediante c¨¢lculos artificiales lo que la Sabia Naturaleza, a trav¨¦s de las m¨®nadas de los individuos libremente lanzados y esparramadados a voleo, acierta a regular espont¨¢neamente por s¨ª misma; n¨®, la libertad individual de procreaci¨®n no se enfrentar¨ªa a ning¨²n dirigismo racionalista, artificial y autoritario, sino precisamente a otra "ley" probabilitaria de la Naturaleza, como es la que, a semejanza del mercado, acierta espont¨¢neamente a distribuir la cuota-parte que a cada sexo corresponde -el 50%, al parecer- en el seno de la comunidad. As¨ª pues, si la libertad individual o familiar de procreaci¨®n -al igual que la omn¨ªmoda libertad del individuo en lo econ¨®mico en sentido estricto, que el liberalismo suele concebir como un "dejar hacer a la Naturaleza" y encarece como el ¨²nico medio conducente al equilibrio que consigue, o promete alg¨²n d¨ªa conseguir, el bienestar y la felicidad de grandes y peque?os- arrojase, por id¨¦ntica "ley" probabilitaria, una proporci¨®n de hembras y varones equivalente a la que arroja la "ley" probabilitaria de la Naturaleza, ser¨ªa una libertad al menos colectivamente redundante y, por lo tanto, tan inocua como ociosa. Pero los chinos saben demasiado bien que la libertad "individual" de procreaci¨®n en cuanto a la elecci¨®n preferencial de uno u otro sexo est¨¢ terriblemente lejos de acercarse al resultado de la "ley" probabilitaria de la Naturaleza, hasta el extremo de que la ley -esta vez no probabilitaria, sino estatal y positiva- que por razones de contenci¨®n demogr¨¢fica restringe a uno el n¨²mero de hijos permitidos a. cada matrimonio, ha tenido que ser complementada con la prohibici¨®n de la averiguaci¨®n del sexo del feto en gestaci¨®n, porque la libertad jur¨ªdica para el aborto favorecer¨ªa a su vez un desproporcionado aumento del n¨²mero de varones en detrimento del n¨²mero de hembras. Respecto de lo cual, ?puede realmente llamarse "libertad individual" la que estad¨ªsticamente se refleja en una tan desmesurada preferencia por uno de los sexos? M¨¢s bien parece determinaci¨®n social y cultural: el patriarcado chino, que decide, por lo visto, semejante preferencia, es, si no me equivoco; milenario y nada tiene de individual", sino que es, por el contrario, aplast¨¢ntemente hist¨®rico y social. "Social'? y al mismo tiempo, sin que haya en ello paradoja alguna, "antisocia", siempre que se estime claro est¨¢ que la distribuci¨®n socialmente conveniente entre hembras y varones sea la de mitad y mitad de cada, a semejanza de lo que viene a resultar de la "ley" probabilitar¨ªa de la Naturaleza. Pero esa pretendida "conveniencia" tampoco ha de ponerse por encima de toda posible duda o discusi¨®n, pues, al menos por lo que a m¨ª personalmente se refiere, no estoy dispuesto, por principio a cederle un s¨®lo tanto, nada m¨¢s que por la cara, a la tan alabada sabidur¨ªa de la Naturaleza o del Liberalismo, que -por decirlo con un galicismo ¨²ltimamente vuelto a poner de moda- "se reclama" de ella. (Por el contrario, tanto ¨¦ste como aqu¨¦lla me merecen la m¨¢s p¨¦sima opini¨®n; la una, especialmente por su repugnante y pavorosa fecundidad; el otro, sobre todo por su aterradora y ciega productividad.)
La om¨ªmoda libertad individual de procreaci¨®n, en lo que ata?e a la elecci¨®n de sexo, tender¨ªa tal vez a producir, o tal vez incluso producir¨ªa de modo inevitable, ese presuntamente conveniente resultado del 50% para cada, si lo "individual" fuese realmente individual, o sea mon¨¢dicamente aislado y absoluto respecto de cualquier otro individuo o de la an¨®nima y gen¨¦rica totalidad social. 0, dicho m¨¢s dr¨¢sticamente, ese ¨¢ureo t¨¦rmino medio, que se pretende el ¨®ptimo social en la distribuci¨®n de sexos, se lograr¨ªa tal vez -siempre bajo el supuesto artificial de la total libertad de procreaci¨®n del individuo en la elecci¨®n de sexo- si el "individuo" tuviese alguna realidad que fuese algo m¨¢s que la de un idolum theatri o un ente de ficci¨®n de ese nominalismo tan querido y necesario para toda doctrina liberal.
Y desde la falacia de la elecci¨®n individual que se constata en la tremenda inclinaci¨®n de la estad¨ªstica de preferencias a favor de uno de los sexos, el fetiche ideol¨®gico de un individuo aut¨®nomo, no socialmente generado ni sociol¨®gicamente condicionado y dirigido, espejo de complacencias narcisistas, pantocrator pintado en la pared de la Gran Alegor¨ªa del Nominalismo, o figurante en el pedag¨®gico auto sacramental elucubrado para iniciar a los paganos en la fe del liberalismo, ese fetiche, digo, podr¨ªa ahora revolverse, de igual modo, sobre el primer axioma que sustenta el edificio doctrinal y doctrinario del iberalismo econ¨®mico en sentido estricto: el de la regulaci¨®n optimizadora de la buena marcha de la econom¨ªa por la propia y natural sabidur¨ªa de la "ley" probabilitaria de un mercado incondicionalmente entregado al movimiento browniano de la libre espontaneidad del individuo. Pero, volviendo a la libertad individual de procreaci¨®n en lo que a la elecci¨®n de sexo se refiere, conviene recordar especialmente el hecho de que ya el simple ser hembra o var¨®n no es evidentemente, un dato individual-familiar, sino social, en el sentido de que no se es, var¨®n o hembra en el interior de la f¨¢milia, sino tan s¨®lo fuera de ella, o sea, en la sociedad. No hay noticia -al menos por lo que yo pueda saber- de ning¨²n pueblo actual en el que la reproducci¨®n se ejerza more ptolemaico: el var¨®n no es var¨®n o hembra respecto de su hermana, ni la hembra es hembra ni var¨®n respecto de su hermano. De modo, pues, que por el mero hecho de que hermanos y hermanas no procreen entre s¨ª, la cuesti¨®n de la relaci¨®n proporcional entre el n¨²mero de hembras y de varones salta autom¨¢ticamente fuera del campo de incumbencia individual-familiar, para ir a colocarse de modo incontestable en el dossier de los asuntos que, por su propia ¨ªndole, son necesaria y exclusivamente del concernimiento de las instancias p¨²blicas o, si se prefiere decirlo de este modo, de la entera sociedad. Y aqu¨ª estar¨ªamos tocando, a mi entender, el epicentro de la irreductible colisi¨®n entre "individuo" y "sociedad" -colisi¨®n que pone en entredicho la supuestamente inequ¨ªvoca diferencia conceptual entre uno y otro t¨¦rmino- a que nos lleva la sedicente autonom¨ªa y omn¨ªmoda libertad del "individuo" -Propugnada por el liberalisimo como ¨²nica gestora competente de los negocios p¨²blicos y el bienestar de la progenie humana- al proyectarse sobre la procreaci¨®n. El "individuo", como padre o madre o ambos a la vez, ni sabe ni se le da un ardite de saber o no saber si con la selecci¨®n artificial del sexo de sus hijos desequilibra la proporci¨®n cuantitativa entre hembras y varones que se tiene -cualquiera que pueda serpor socialmente conveniente: "Pues ¨¦l -dir¨¢ la madre- estaba emperrado del modo m¨¢s cerril en tener una ni?a; de manera que tuve que ceder, aunque yo habr¨ªa preferido mejor un varoncito". ?Dios santo, como si se tratase del color del coche!
Tras esta recurrencia sobre la libertad de procreaci¨®n en lo que toca a la elecci¨®n de sexo, paso a ocuparme de la hoy todav¨ªa t¨¦cnicamente no desarrollada selecci¨®n de rasgos. Esta imposibilidad provisional -que es de creer que ya a durar muy poco- hace que los datos sobre preferencias no puedan ser m¨¢s que virtuales, y no tomados, por lo tanto, de la esfera "privada" de los "individuos", sino m¨¢s bien del terreno indirecto y reflejado de lo "p¨²blico", esto es, de los llamados media y sobre todo de la publicidad que de este g¨¦nero de cosas sabe sin duda alguna, mas que nadie Pero, sin m¨¢s pre¨¢mbulos, entremos directamente in medias res.
Resulta una pintoresca hipocres¨ªa, por no decir sarcasmo, e que en el ¨²ltimo "Festival publicitario de Cannes" la agencia Delvico Bates haya ganado un premio con un anuncio para la Cruz Roja de Catalu?a que mereci¨® ser considerado "como e mejor anuncio de car¨¢cter humanitario", al presentar "beb¨¦s de distintas razas [...] que juegan ig norantes del odio que se levanto a su alrededor" (los entrecomilla dos indican transcripciones literales de pasos entresacados de la inf¨®rmaci¨®n aparecida en el Diario 16 del 8-VII-96, P¨¢gina 76). Por lo pronto, me surge la pregunta de qu¨¦ es lo que puede mover a los profesionales de la publicidad a incluir entre sus premios uno especialmente destinado al "mejor anunci ode car¨¢cter humanitario", habida cuenta de que la sola concreci¨®n de contenido no es rasgo que guarde relaci¨®n alguna con notas espec¨ªficas de las funciones y los fines propios de la publicidad; para ¨¦sta no existen contenidos y la Cruz Roja no es sino un cliente como cualquier otro, tan respetable y tan indistintamente digno de contratar sus servicios como pueda serlo una marca de chatarrer¨ªa deportiva o unfabricante de artiller¨ªa pesada. Pero este premio, ade.m¨¢s, precisamente por la f¨®rmula elegida para expresar el contenido requerido por el cliente del anuncio, comporta una buena dosis de desfachatez, si es que no de indecencia, por parte del gremio empresarial de las agencias de publicidad. En efecto, como no s¨®lo a cualquier televidente le es dado comprobar, sino tambi¨¦n como alg¨²n publicitario ha declarado, con la m¨¢s ol¨ªmpica desenvoltura, en siento no recordar qu¨¦ entrevista de la prensa, la selecci¨®n de ni?os para anuncios de productos destinados a la infancia tiene una preferencia por los rubios y de ojos azules que, al menos cuando se trata de beb¨¦s o de ni?os menores de cuatro o cinco anos, me atrever¨ªa a promediar en una cifra no inferior al 90%. Dir¨¢n ustedes que semejante preferencia de los publicitarios no es m¨¢s que el resultado de su largo saber profesional y de los m¨¢s escrupulosos estudios de mercado y que, por tanto, ?qui¨¦n podr¨ªa reprocharles la aplicaci¨®n de un criterio preferencial que -ateni¨¦ndonos, por supuesto, a las doctrinas econ¨®micas del liberalismo hoy acatadas y hasta santificadas por las leyes en casi todo el mundono hace m¨¢s que responder al derecho absoluto de todo empresa r¨ªo de mirar por sus Ieg¨ªtimo intereses" y a su deber profesional de maximizar sus beneficios de tratar de acrecentar lo m¨¢s posible las ganancias del cliente Lo reprensible y hasta fraudulento, sobre todo para con los empresarios que han contratad con la agencia su difusi¨®n publicitaria, ser¨ªa precisamente lo contrario: que empezase a sacar ni?os morenos de ojos casta?os- "marrones", dicen hoy, ique horror!-, que en un pa¨ªs c¨®mo el nuestro saldr¨ªan probablemente m¨¢s baratos, contra la preferencia que las leyes del marketing se?alan, sin comparaci¨®n, come mucho m¨¢s sugestiva y m¨¢s contundentemente vendedora, o sea a sabiendas del hecho incontestable de que lo rubio vend¨¦ m¨¢s.
Esto no tiene vuelta de hoja, pero lo que yo me pregunto es a qu¨¦ viene entonces, y c¨®mo se compadece con ello el que, en el Festival publicitario de Cannes, se le conceda el premio de "mejor anuncio de car¨¢cter humanitario". precisamente al que nos presenta un grupo de "beb¨¦s de distintas razas que juegan ignorantes del odio que se levanta a su alrededor". ?O es que el premio va dirigido expresamente contra los propios publicitarios que lo otorgan y que con ello tratar¨ªan de expiar, como con una especie de autopunici¨®n, la mencionada preferencia, por Tas que sientan que con su desmedida predilecci¨®n por los ni?os rubios y de ojos azules no hacen m¨¢s que cumplir con su deber, con arreglo a los dictados de su propia deontolog¨ªa profesional, y ejercer su leg¨ªtimo derecho de la maximizaci¨®n del beneficio? Tan s¨®lo un mundo completamente ambiguo y falseado, en que las cosas no son lo que son y al mismo tiempo son. lo que no son, puede dar lugar a tan histri¨®nico y rid¨ªculo espect¨¢culo como el de que los mismos que galardonan por su "car¨¢cter humanitario" un anuncio como el que he descrito sean los abanderados de la cruzada que ha empu?ado las armas para privilegiar la supremac¨ªa de los ya una vez, diez veces o cienveces privilegiados ni?os rubios y de ojos azules. ?Pero qu¨¦ cachondeo, Virgen sant¨ªsima!
Comoquiera que nadie suele tirar piedras contra su propio tejado, y menos que nadie el empresario, sometido a la gravosa servidumbre de la maximizaci¨®n del beneficio, no hay fuente de datos sociol¨®gicos m¨¢s fiable que la de los profesionales de la publicidad. Pueden equivocarse alguna vez, pero estar¨¢n casi siempre m¨¢s cerca del acierto que cualquier soci¨®logo, nunca tan perentoriamente motivado por el furor del lucro. Si la empresa publicitaria ha descubierto que, lo rubio vende m¨¢s, podemos tener la casi plena certidumbre de que en la valoraci¨®n social vigente aqu¨ª y ahora los pueblos rubios y de ojos azules son, efectivamente, los pueblos superiores. Desde principios del, siglo XVII, si. es que no un poco antes, un lento pero profundo y poderoso terremoto, con epicentro en Amsterdam tal vez, aflor¨® a la superficie, para poner en manos de los pueblos rubios y de ojos azules la riqueza y el poder, o sea el valor que constituye la instancia suprema de todos los valores, capacitada en exclusiva para dictaminar y decidir sobre cualquier otra clase de valor. Por esos los rubios y de ojos azules son el canon de la imagen m¨¢s valiosa y el criterio de la superioridad. Por eso tambi¨¦n en Espa?a es lo rubio lo que vende m¨¢s. Y los que se atreviesen de tachar de racistas a los publicitarios, trat¨¢ndose de un pa¨ªs con una gran mayor¨ªa de morenos (que abarca prietos y casta?os) las agencias los remitir¨ªan a las madres, que son las destinatarias principales de los anuncios de objetos destinados a la infancia, con esa acusaci¨®n, pues en ellas es donde la publicidad ha constatado el mucho mayor poder de seducci¨®n y el superior prestigio valorativo de los ni?os rubios y de ojos azules. Es en la propia mirada de la sociedad donde est¨¢ depositado el sentimiento del "m¨¢s valer"-como se dice en el Cantar del M¨ªo Cid- que determina se mejante preferencia; los publicitarios no hacen m¨¢s que devolverla por cuanto ofrece mayores garant¨ªas de rentabilidad y maximizaci¨®n del beneficio. Este superior prestigio de lo rubio entre los espa?oles podr¨ªa ser m¨¢s antiguo de lo que tendemos a creer. S¨®lo la aparici¨®n del agua oxigenada, a partir de la frecuencia de su empleo, podr¨ªa habernos dado una media estad¨ªstica fiable. Sin embargo, por los a?os 60, si no recuerdo mal, apareci¨® un producto llamado "Camomila Intea", de parecidos efectos rubificantes pero como en m¨¢s fino, m¨¢s "aut¨¦nticos". Este nuevo mejunje quiso promocionarse con una campana cuyo eslogan era "Operaci¨®n angelitos rubios"; operaci¨®n que consist¨ªa nada menos que en inducir a las mam¨¢s o mam¨¢s o mamases (como maraved¨ªs, maraved¨ªes o maraved¨ªses) nada menos que a sacar de la cama a las seis de la madrugada a la indefensa carnada de los ni?os y, sin forma alguna de proceso previo, pasarla por las armas del milagroso elixir enrubiecedor, mientras acaso llegaba desde un patio o una azotea, lejana e in¨²tilmente, la voz de una.. criada cantando los "Angelitos negros" de Mach¨ªn Un sabotaje absolutamente intolerable tanto para las mam¨¢s como para la empresa y sobre todo para los "creativos" que se exprimieron las meninges inventando el eslogan!La extraordinaria improbabilidad de que llegase a prosperar una querella interpuesta por alguna asociaci¨®n antirracista contra la actual. hegemon¨ªa publicitaria de los angelitos rubios me hace observar hasta 'qu¨¦ punto las meras propiedades naturales, como la rubiez o la belleza, en la misma medida en que se van haciendo cada vez m¨¢s rentables en algunos sectores econ¨®micos, especialmente en los de la publicidad o la vestimenta, se est¨¢n equiparando cada vez m¨¢s a cualquier clase de cualificaci¨®n profesional. O, dicho de otro modo, legitimando autom¨¢ticamente el criterio absoluto de la mayor rentabilidad como principio selector del personal a contratar, el liberalismo convalida la selecci¨®n que privilegia al m¨¢s rubio o al m¨¢s guapo, all¨ª donde estas propiedades naturales cuenten en alg¨²n grado para el mayor beneficio empresarial, como algo incontestablemente tan leg¨ªtimo como la selecci¨®n por la capacidad o la cualificaci¨®n profesional. Pero no piensen ustedes ya s¨®lo en las modelos; la mancha de aceite de los dones de la Naturaleza se va extendiendo tambi¨¦n sobre puestos trabajo en los que no cuentan para nada: "?Que se mueran los feos!" parece ser la ¨²ltima consigna del mercado. El Abc del 3 de octubre del 96 recog¨ªa una denuncia de UGT contra un centro de la Comunidad Valenciana que estaba retirando de las ventanillas de servicio al p¨²blico a los gordos y los feos y releg¨¢dolos a despachos interiores, porque se ve¨ªan como un desdoro para un edificio, por lo visto muy bonito, reci¨¦n inaugurado. Con la extensi¨®n del omn¨ªmodo principio de rentabilidad, que privilegia al m¨¢s rubio y al m¨¢s guapo, el liberalismo acabar¨¢ por disolver del todo cualquier resto de, diferencia o discontinuidad entre la selecci¨®n por rasgos naturales y la selecci¨®n por capacidades adquiridas. Con la comercializaci¨®n y la rentabilizaci¨®n de los caracteres innatos, el darwinismo econ¨®mico-social est¨¢ terminando de cerrar y completar su c¨ªrculo.
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