Gebreselasie, peque?o emperador
"Lo siento. Quer¨ªa hacer lo mismo que Kipketer pero no lo he conseguido". Haile Gebreselasie, el peque?o et¨ªope que domina con pu?o de hierro la escena de las pruebas de fondo, se disculp¨® por no batir el r¨¦cord mundial de 3.000 metros. Pero su actuaci¨®n fue espl¨¦ndida. S¨®lo el lent¨ªsimo paso por los primeros 400 metros -1.03 minutos- impidi¨® que alcanzara su objetivo.Gebreselasie es junto a Michael Johnson y Wilson Kipketer la otra referencia segura del atletismo. Por ahora parece invencible. Su entrenador, el holand¨¦s Jos Hermens, un viejo especialista en las largas distancias, considera que su protegido es "un fen¨®meno gen¨¦tico". A primera vista es un atleta casi diminuto, pues mide 1,61 metros y est¨¢ afectado por una desproporci¨®n evidente en su morfolog¨ªa. Su tronco es m¨ªnimo en comparaci¨®n con la longitud de sus piernas. Por supuesto, sus caracter¨ªsticas f¨ªsicas deben ser magn¨ªficas, pero lo que convierte a Gebreselasie en un atleta singular es su aire extremadamente relajado -"siempre me sorprende que parezca inmune a la tensi¨®n y la ansiedad que sufren todos sus rivales", dice Hermens- y su facilidad para, interpretar todo tipo de papeles en las carreras.
Puede ganar con el sprint de un ochocentista (en algunas ocasiones ha corrido los ¨²ltimos 200 metros de pruebas muy exigentes en 25 segundos) y con la capacidad de sufrimiento de los atletas que revientan las carreras desde la primera vuelta. Su ataque al keniano Kiptanui y al marroqu¨ª Sgir al paso por el primer kil¨®metro fue devastador. Despeg¨® suavemente y se lanz¨® a por un r¨¦cord imposible porque la prueba hab¨ªa discurrrido muy lenta hasta entonces. Durante algunos momentos pareci¨® que Gebreselasie estaba en disposici¨®n de batir la plusmarca que consigui¨® el pasado a?o (7.30,72 minutos), pero acus¨® la fatiga en los ¨²ltimos 400 metros y qued¨® a 4 segundos del r¨¦cord mundial.
No tuvo porqu¨¦ disculparse despu¨¦s de la victoria. Nuevamente hab¨ªa ofrecido una demostraci¨®n de poder y clase, como ha ocurrido regularmente desde 1992 cuando gan¨® las pruebas de 5.000 y 10.000 metros en los mundiales junior. Desde entonces ha conquistado todas las grandes competiciones y ha batido varios r¨¦cords del mundo. No le falta el dinero, aunque mantiene sus costumbres austeras. En Addis Abeba comparte un peque?o apartamento con tres de sus 10 hermanos. En un garaje tiene indisponible el Mercedes que le regal¨® la Federaci¨®n Internacional tras su victoria en los mundiales de Gotemburgo 95: no sabe conducir. Prefiere que uno de sus hermanos le traslade en un viejo cacharro a las colinas cercanas a Addis Abeba, donde se entrena en una altitud cercana a los 3.000 metros y donde pone las bases de su dominio.
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