Regodeo del Levante
El conjunto valenciano gole¨® con gran facilidad al Real Madrid
En una jugada tan vieja como el f¨²tbol, el Levante desarbol¨® con reiteraci¨®n al Real Madrid, un equipo tan enclenque arriba como abajo. La jugada era tan vieja como efectiva: penetraci¨®n por la banda y centro al segundo palo. Una y otra vez lo practic¨® el Levante y una y otra vez el filial madridista fue a recoger el bal¨®n entre sus redes. Sin que la repetici¨®n de la acci¨®n permitiera a los madridistas poner ant¨ªdotos a levantinistas. As¨ª fueron los tres primeros goles del Levante, que se dio un fest¨ªn en la segunda parte ante los tiernos jugadores madridistas.La fiesta se gest¨® en los costados. Ruano, por la derecha, y Juanfran por la izquierda, fabricaron dos autopistas que tuvieron v¨ªa libre cuando la pidieron. Sobre todo Ruano, un jugador que vive sobrado en la categor¨ªa y que ayer dej¨® en evidencia la altura futbol¨ªstica del brasile?o C¨¦sar Prates. Cedido por el Valladolid, Ruano es una bendici¨®n para el Levante, donde da rienda suelta a su gran capacidad para el regate y el centro.
A su pierna derecha se agarr¨® el Levante cuando el partido a¨²n estaba en disputa. Eso fue en la primera parte. Entonces se hab¨ªa adelantado con facilidad el equipo local y hab¨ªa reaccionado raudo el filial con un bello gol de Ismael. En esos instantes el Levante se abalanz¨® sobre su rival y el Madrid se defendi¨® con todo, especialmente tras la expulsi¨®n de Rojas. Pero el enclaustramiento madridista no tuvo efecto y el Levante, otra vez Ruano (esta vez se invent¨® un gran centro), volvi¨® a desequilibrar el encuentro, en lo que ser¨ªa definitivo. Porque, tras el descanso, el t¨¦cnico madridista, Pepe Grande, orden¨® abrir filas y aquello result¨® temerario. Adelant¨® su zaga el filial y el Levante se frot¨® las manos. Aprovechando el espacio, el equipo granota iba a disfrutar de lo lindo. As¨ª lo entendi¨® Pablo, que, con su bota izquierda milim¨¦trica, inici¨® una serie de pases medidos hacia Kaiku. Y ¨¦ste los aprovech¨® con entusiasmo.
Para entonces, el filial era ya un corderito que ca¨ªa sin cesar en las garras del lobo azulgrana. Jugaba tan c¨®modo el Levante que sus jugadores comenzaron a disputarse la autor¨ªa de los goles. Todos quer¨ªan el suyo. Sobre todo ??igo, un goleador insaciable en busca de su mejor forma. Finalmente, consigui¨® su objetivo.
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