Los 'j¨®venes canibales' italianos convierten la casquer¨ªa literaria en fen¨®meno editorial
Los nuevos autores logran el ¨¦xito con textos saturados de violencia, drogas y sexo
Es muy probable que la literatura nunca haya registrado tantas efusiones de sangre, semen, babas y dem¨¢s fluidos considerados generalmente asquerosos como algunas p¨¢ginas firmadas recientemente por j¨®venes escritores italianos. Violencia, sexo y drogas narradas llanamente como experiencias exacerbadas y cotidianas, sin justificaciones sociol¨®gicas ni trasfondos psicol¨®gicos, son elementos comunes a una serie de relatos que una antolog¨ªa ha marcado con la etiqueta de juventud can¨ªbaL El fen¨®meno ha creado moda y se extiende entre los autores que buscan impresionar.
Un joven valor no incluido en la citada antolog¨ªa, publicada por Einaudi, como es Enrico Brizzi, consagrado por la venta de m¨¢s de medio mill¨®n de ejemplares de su Jack Frusciante ha dejado el grupo, ha cultivado esta corriente, tachada tambi¨¦n de literatura pulp, en honor a la pulp fiction y a Quentin Tarantino. Las ventas de Bustogne, la ¨²ltima y sangrienta novela de Brizzi, se miden ya en centenares de miles. Pero, pese a esta y a alguna otra excepci¨®n, el fen¨®meno de los j¨®venes can¨ªbales, paralelo y hasta cierto punto mim¨¦tico de la ¨²ltima versi¨®n de la literatura de horror denominada splatterpunk en Estados Unidos, sigue siendo m¨¢s un tema period¨ªstico que un gran ¨¦xito de mercado.Los cr¨ªticos se han mostrado ben¨¦volos con esta juventud can¨ªbal, aunque sin renunciar al sarcasmo. Han rechazado de plano la justificaci¨®n avanzada por la casa editorial de que estas historias de masturbaciones violentas entre inmundicias sin cuento y mutilaciones gratuitas descritas con precisi¨®n digna de un carnicero s¨¢dico puedan representar el ingreso en la literatura del serial killer, del joven que mata a los padres para mejorar la marca de su perfume y de otras figuras abominables de las p¨¢ginas contempor¨¢neas de sucesos.
La mayor¨ªa de los cr¨ªticos italianos encuentra que los autores de estos cuentos son m¨¢s j¨®venes que can¨ªbales. Los cr¨ªticos aprecian, en cambio, el estilo directo que reconvierte el lenguaje escueto de la publicidad y del mundo audiovisual para narrar historias truculentas sin tapujos.
Imagen horrorosa
"Lo que he pretendido es presentar una imagen horrorosa de algo que a m¨ª me da miedo y que, en cambio, se vive como normal en ciertas conductas de masas, en ciertas noticias period¨ªsticas y en ciertos programas televisivos", comenta Aldo Nove, uno de los 11 can¨ªbales que ha aportado a la antolog¨ªa de Einaudi el relato de dos hinchas embrutecidos que mueren enlazados en una especie de sesenta y nueve hiperrealista y l¨¦sbico tras castrarse por simple aburrimiento, porque es domingo, no saben qu¨¦ hacer y no tienen dinero para comprar un v¨ªdeo pornogr¨¢fico pasable. Milan¨¦s, de 30 a?os, licenciado en filosof¨ªa moral, "devorador de todo tipo de lecturas desde ni?o", incluida la poes¨ªa contempor¨¢nea o los cl¨¢sicos latinos, aunque a la hora de citar elige a "Dante, Stephen King, Ch¨¦jov y Bulgakov", Aldo Nove considera que "lo de los can¨ªbales ha sido una magn¨ªfica idea para abrir una brecha en la literatura italiana, que en los ¨²ltimos a?os se hab¨ªa estancado y vuelto aburrida. Pero tambi¨¦n esta idea tendr¨¢ que pasar, porque, si no, los propios can¨ªbales se har¨¢n aburridos".
Nicolo Ammaniti, nacido en Roma hace 30 a?os, autor de Fango, novela traducida al castellano, y, en la antolog¨ªa de referencia, del brillante relato de la noche loca de un ni?o pijo, ya quiere quitarse de encima la etiqueta de can¨ªbal. De hecho, su pr¨®xima novela es un cuento "duro, pero de ni?os de 12 a?os", alejado del estilo que hoy representa en el mercado.Estudiante de biolog¨ªa sin ninguna experiencia literaria hasta que empez¨® a escribir la tesis -"fue la primera vez que me puse ante el ordenador, y casi por casualidad, porque me aburr¨ªa la biolog¨ªa, me encontr¨¦ escribiendo mi primera novela", dice-, joven "tranquilo", de vida casi retirada -porque, "para ser escritor, hay que saber mirar, ya que la vida es muy in tensa y el que se dedica a ella no escribe"-, Animaniti cree que lo que une a muchos de los j¨®venes calificados de can¨ªbales es la b¨²squeda de una literatura que no se refiera s¨®lo al propio escritor o a la vida de los escritores, sino que cuente historias de fuera, tomando las din¨¢micas r¨¢pidas de la televisi¨®n. Un poco como hac¨ªa Stevenson, salvando las distancias, claro", dice este escritor que se confiesa admira dor declarado de Dickens, Step hen King y Jack London.
Uno que puede dudar leg¨ªtimamente de haber sido jam¨¢s j¨®ven can¨ªbal, pese a haber sido incluido en la antolog¨ªa de Einaudi, es Matteo Galiazzo, autor de ingenioso ensayo de subcultura teol¨®gica especialmente ala bado por los cr¨ªticos. Con un es tilo tan cl¨¢sico que ha sido comparado a Maupassant y un juego de inversiones l¨®gicas franca mente divertido, este genov¨¦s de 26 a?os tiene poco que ver con el horror material de sus coe t¨¢neos.Como se ve por estos ejemplos, los can¨ªbales son demasiado distintos por edad y contenidos como para constituir una generaci¨®n o un movimiento. Que da, sin embargo, el hecho de que la violencia est¨¢ de moda y que los autores noveles resultan baratos a los editores. De esta forma se explica que entre 1975 y .agosto de 1996 se publicaran en Italia 1.350 t¨ªtulos de 530 autores primerizos.
Babelia
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