Escuchar a las partes
Mantener una actitud distanciada ante la noticia, identificar las fuentes opinantes sin confundirse con ellas y escuchar a las partes siempre que la realidad noticiosa sea conflictiva constituyen algunas de la reglas b¨¢sicas que distinguen un quehacer period¨ªstico serio y riguroso del que no lo es. Juan A. Tejada Cazorla y otros 20 lectores, vecinos todos ellos de la urbanizaci¨®n Los Altos de la Valdavia II, de Alcobendas (Madrid), dudan de que tales reglas se hayan respetado en el art¨ªculo titulado 'El auge de los servicios posventa. Las inmobiliarias incrementan los servicios para atraer m¨¢s clientes', publicado en el suplemento El Pa¨ªs Negocios bajo la firma C. R. de P,Estos lectores, que viven en pisos comprados a la inmobiliaria Vallehermoso, SA, una de las citadas en el art¨ªculo cuestionado, enumeran al Defensor del Lector toda una serie de hechos relacionados con sus viviendas que, a su entender, cuestionan lo relatado en dicho art¨ªculo. "?C¨®mo se puede decir , el cliente es el rey", preguntan, "despu¨¦s de habernos tratado con una tremenda desconsideraci¨®n, por acci¨®n pero, sobre todo, por omisi¨®n, es decir, no haciendo caso de nuestras reclamaciones, d¨¢ndonos largas e incluso neg¨¢ndonos toda explicaci¨®n a graves problemas que nos impiden hacer uso de parte de nuestras propiedades?".
El Defensor del Lector no entra -no es ¨¦sa su tarea ni tampoco se lo piden- en el conflicto que estos lectores mantienen con la inmobiliaria que les ha vendido sus viviendas. Pero comparte sus observaciones sobre las evidentes deficiencias que revela la informaci¨®n: asunci¨®n por parte, del periodista del discurso de la inmobiliaria y ausencia de un, m¨ªnimo contraste -diligencia obligada en una informaci¨®n relativa a servicios posventa- con los usuarios de tales servicios, lo que da una indeseada apariencia de publicidad encubierta a la informaci¨®n en cuesti¨®n. "Aunque creemos que EL PA?S ha hecho un serio esfuerzo por hacer un periodismo de calidad, tambi¨¦n creemos que le queda mucho camino por recorrer y que no puede dormirse en la autocomplacencia", advierten estos lectores. Precisamente para que ello no ocurra, EL PA?S se ha dotado de ciertos instrumentos, entre ellos el Defensor del Lector, dando la posibilidad a sus lectores, como han hecho estos vecinos de la urbanizaci¨®n Los Altos de la Valdavia II, de contribuir a que este nivel informativo de calidad no decaiga.
Pedro Cases, responsable del suplemento Negocios, ha explicado al Defensor del Lector que la finalidad del reportaje cuestionado no pod¨ªa ser mejor: poner en conocimiento del p¨²blico la existencia, poco generalizada, en el sector inmobiliario de un servicio de atenci¨®n posventa a los clientes. "Creemos", dice, "que difundir este tipo de elementos. diferenciadores en la pol¨ªtica de las empresas debe contribuir a extender un servicio que, en definitiva, redunda en beneficio de los compradores". Pero el resultado no ha sido afortunado: una informaci¨®n parcial en la que el periodista parece asumir' adem¨¢s, el discurso de una de las partes (vendedores) sin dar a la otra (compradores y clientes) la m¨¢s m¨ªnima opci¨®n de exponer sus puntos de vista. La vulneraci¨®n de concretas normas del Libro de estilo es patente.
Tambi¨¦n era obligado haber escuchado a alg¨²n representante del Colegio de Farmac¨¦uticos de Valencia en relaci¨®n con la informaci¨®n titulada El colegio farmac¨¦utico de Valencia se queda sin junta tras anularse las elecciones, publicado el 20 de febrero en la edici¨®n de El PMS de la Comunidad Valenciana, y de la que es autora Claudia Navarro. El presidente de dicho colegio, Salvador Ib¨¢?ez, solicita el amparo del Defensor del Lector y, aunque en su carta se acoge al mismo tiempo al derecho de r¨¦plica (ciertamente debe referirse al derecho de rectificaci¨®n previsto en la ley org¨¢nica de 26 de marzo de 1984) y afirma no renunciar "a las acciones legales que se siguen", no hay ning¨²n inconveniente en otorg¨¢rselo.
La informaci¨®n cuestionada se basa fundamentalmente en una resoluci¨®n del Consejo General de Colegios Farmac¨¦uticos que anula la convocatoria de elecciones para la renovaci¨®n parcial de la junta de gobierno del colegio farmac¨¦utico valenciano, al admitir el recurso interpuesto por una de las candidaturas excluidas. Es decir, la informaci¨®n reproduce la respuesta dada -desde criterios de legalidad y por el organismo competente- al conflicto abierto en el seno del Colegio Oficial de Farmac¨¦uticos de Valencia con motivo de la renovaci¨®n estatutaria de su junta de gobierno. En ese sentido, hay que decir que la informaci¨®n es objetiva, veraz e incluso completa en lo esencial. Pero al dar opci¨®n a la parte ganadora del recurso a opinar sobre la citada resoluci¨®n, lo informativamente procedente hubiera sido d¨¢rsela tambi¨¦n a la parte perdedora y escuchar sus puntos de vista. La autora de la informaci¨®n alega que el presidente del colegio valenciano "se encontraba, al parecer, fuera de la ciudad". Pero siempre se podr¨ªa haber contactado con alg¨²n otro miembro de la junta de gobierno de dicho colegio. A no ser que se encontraran tambi¨¦n fuera de la ciudad o no estuvieran autorizados a hablar.
Farandulero y dem¨®crata
Jos¨¦ Mar¨ªa Dur¨¢n, de Jaraiz de la Vera (C¨¢ceres), considera una falta de objetividad tildar de farandulero" al destituido presidente de Ecuador Abdal¨¢ Bucaram (cr¨®nica del enviado especial de EL PA?S a Quito, Juan Jes¨²s Azn¨¢rez, del pasado d¨ªa 11 de febrero). "Quisiera saber con qu¨¦ derecho el periodista califica as¨ª a un presidente elegido democr¨¢ticamente", pregunta. Azn¨¢rez responde que no ha faltado a la objetividad al llamar "farandulero" a quien, como es p¨²blico y notorio, graba discos, canta y baila, es decir, tiene como afici¨®n lo que el Diccionario de la lengua espa?ola de la Real Academia describe como propio del t¨¦rmino "far¨¢ndula".El caso de Bucaram demuestra que el origen democr¨¢tico de un cargo no es incompatible con las aficiones m¨¢s nobles -tampoco, a veces, con las m¨¢s innobles- de quien lo desempe?a. Distinto ser¨ªa calificar de "farandulero" a Clinton porque ocasionalmente ha bailado Macarena o a Aznar y Gonz¨¢lez porque atiendan m¨¢s a la mercadotecnia que al discurso pol¨ªtico en las campa?as electorales, como pretende argumentar el lector. En estos casos, el t¨¦rmino "farandulero" tendr¨ªa un obvio sentido peyorativo, el que se?ala el Diccionario de la lengua espa?ola en la segunda acepci¨®n del t¨¦rmino: "Hablador, trapacero, que tira a enga?ar". Esta segunda acepci¨®n s¨ª ser¨ªa inadmisible incluso en una cr¨®nica y deber¨ªa estar muy bien argumentada en un art¨ªculo de opini¨®n.Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector o telefonearle al n¨²mero (91) 337 78 36.
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