Miles de albaneses intentan una huida desesperada
Suena una r¨¢faga cercana, Y en segundos se desata una temible estampida de una multitud, la mayor¨ªa hombres j¨®venes, que corre como en un rugido desde el borde del mar. Otros les gritan desde lejos que no pasa nada y, en segundos, la turbamulta se calma y el silencio vuelve a hacerse sobre las cerca de tres mil personas, llegadas de todas partes del pa¨ªs, que en una gran explanada del muelle de transbordadores de Durres esperan exhaustas, algunas desde hace dos d¨ªas con sus noches, la Regada de alg¨²n barco que les saque de la agonizante Albania.
ENVIADO ESPECIALNo hay un solo barco a la vista, al menos asequible para quienes se congregan en Durres. Algunos mercantes est¨¢n fondeados fuera del puerto -que ha quedado inservible tras el saqueo de sus instalaciones- y a lo lejos se perfilan las siluetas de algunos buques de guerra, sobrevolados por flotillas de helic¨®pteros, que participan en la evacuaci¨®n de los extranjeros de suelo alban¨¦s. El muelle, como el resto de las, instalaciones, est¨¢ sembrado de casquillos de armas autom¨¢ticas.Uno de los polic¨ªas que sestean en grupo junto a la masa de desesperados dice con desgana que su misi¨®n es evitar que haya incidentes entre ellos. Una mujer y un agente, a?ade, murieron a balazos el s¨¢bado en este mismo lugar, al que da alguna sombra el casco oxidado del mercante Saranda. En una segunda estampida, la polic¨ªa de Durres dispar¨® al aire para intentar evitar que la multitud asaltara una de las lanchas que evacuaban a ciudadanos turcos.
La mayor¨ªa de los rostros reflejan desesperaci¨®n. Otros, simplemente vac¨ªo en este domingo en que Albania guarda luto por los muertos de su insurrecci¨®n social. En algunas ciudades, en un ambiente progresivamente encalmado -Shkoder, Lehzel Tirana- se han desarrollado manifestaciones para pedir la, pacificaci¨®n. En la capital, dos o tres mil personas confraternizaron con la polic¨ªa, algunas poniendo flores en las bocachas de sus rifles. "Somos un pa¨ªs civilizado, no queremos la guerra", gritaban.
Cunde la desesperaci¨®n
Una mujer de 70 a?os, entre, l¨¢grimas, cuenta que lleva tres ol¨ªas con sus noches esperando aqu¨ª el barco que nunca llegar¨¢. Sus cuatro hijos est¨¢n en Italia. Ruka se mantiene en pie agarr¨¢ndose a una valla met¨¢lica que divide la gran explanada, junto a la que se alinean las enormes gr¨²as del primer puerto alban¨¦s, sus instalaciones industriales reducidas a un esqueleto por la multitud armada que durante dos d¨ªas se ha entregado en Durres a un frenes¨ª de pillaje. Algunas de las dependencias administrativas donde se amontonaban la documentaci¨®n del movimiento portuario todav¨ªa humean.La multitud que desespera en Durres, sentados unos, movi¨¦ndose otros, todos sin equipaje, hambrientos muchos, compone un paisaje de ¨¦xodo sobrecogedor. Algunas decenas de hombres consiguen alzar sobre sus cabezas las toneladas de un abandonado lanch¨®n met¨¢lico de unos diez metros de largo, con la intenci¨®n de botarlo al mar y embarcar hacia uno de los mercantes lejanos. Pero la altura del muelle sobre el agua sobrepasa los dos metros y no tienen ninguna posibilidad de lanzarlo sin que se vuelque. Tras pasearlo brevemente, como en un ritual, desisten y dejan la popa suspendida sobre el agua.
Las pocas mujeres y ni?os esperan retirados a unos centenares metros de donde se alinean los hombres junto al mar, casi en formaci¨®n militar, siempre mirando a lo lejos.. "No tenemos casa ni dinero, las pir¨¢mides nos han arruinado. ?Para qu¨¦ nos vamos a quedar aqu¨ª?", dice una joven y bien vestida reci¨¦n llegada con su marido de Tirana. "Berisha nos ha dejado en la calle. Nos iremos aunque sea nadando, a Italia o a donde sea". El d¨ªa es tan resplandeciente que Br¨ªndisi, Eldorado, casi se adivina en la otra orilla del Adri¨¢tico.
Durres, a 50 kil¨®metros de Tirana, canaliz¨® buena parte de los ¨¦xodos albaneses a Italia de los a?os 1991 y 1992. Las im¨¢genes de aquellas estampidas inhumanas, desatadas por el caos eco n¨®mico y social poscomunista, pusieron para muchos europeos a Albania, un pa¨ªs secreto durante medio siglo, en el mapa. Ahora ha vuelto de nuevo, transmutada en una naci¨®n levantada en armas, que se desliza vertiginosamente hacia un agujero negro. La Europa de los afortunados ha decidido ayer enviar consejeros militares y policiales a Tirana para tratar de frenar la ca¨ªda hacia el abismo.
El presidente Sali Berisha es maldecido en las bocas de todos los que aqu¨ª esperan. Los m¨¢s le culpan de sus ruinas econ¨®micas; otros le achacan haber dirigido con sus leales un insostenible tinglado de corrupci¨®n y robo. "Ha buscado la guerra civil, armando a todos despu¨¦s de haber vendido armas de contrabando a medio mundo", grita un hombre joven que oculta tras unas gafas oscuras las cicatrices de su cara. Una chica educada murmura que sus compatriotas han perdido la dignidad, porque muchos le vitoreaban hace menos de un a?o, cuando la miseria no hab¨ªa descendido sobre sus cabezas en forma de colapso fraudulento de una cadena de pseudobancos.
Berisha, sobre cuya dimisi¨®n corren rumores a diario, ha pro metido p¨²blicamente que se mar char¨¢ si su Partido Democr¨¢tico, gobernante hasta la semana pasada, pierde las elecciones anunciadas para junio. Los hechos son menos misericordiosos. En el plazo de unos pocos d¨ªas, el presidente alban¨¦s, abandonado por todos, dentro y fuera, ha pasado de aut¨®crata en ejercicio a figur¨®n pol¨ªtico. Su ¨²ltima abdica ci¨®n ha sido el perd¨®n concedido ayer al l¨ªder socialista Fatos Nano, su enemigo por antonomasia y al que encarcel¨® en 1993 bajo cargos de corrupci¨®n nunca probados. Nano, jefe indisputado de los ex comunistas albaneses, est¨¢ en libertad desde la se mana pasada y en paradero des conocido. A la masa de desheredados que se agolpa en el muelle de Durres oteando el mar d¨ªa y noche eso ha dejado de interesarles.
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