?rea necropolitana
Siempre cre¨ª hip¨®crita y falaz modestia la de quienes no aspiran a ser los m¨¢s ricos del cementerio. Por regla general, de la que no conozco excepciones, el m¨¢s rico del cementerio es el m¨¢s rico del pueblo; echen una ojeada, en las peque?as comunidades, a los catafalcos y monumentos que se alzan en el camposanto. Tranquilidad; la multioferta del m¨¢s all¨¢, aunque de preocupante cariz econ¨®mico, es de f¨¢cil soluci¨®n.Madrid siempre ha sido, y es, suficiente en su ¨¢rea necropolitana: disponemos de 13 -?vaya numerito!- cementerios en la Comunidad, cuatro sacramentales y otros tantos recintos municipales, m¨¢s el ingl¨¦s, dependencia sepulcral -de la Embajada brit¨¢nica. Este informe procede de la cortes¨ªa del director de los Servicios Funerarios del Ayuntamiento, denominaci¨®n progresista de administraci¨®n local: Aravaca, Vallecas, Carabanchel Sur, etc¨¦tera, capitaneados por el que, en origen, se. llam¨® de la Epidemia, con much¨ªsima propiedad, para tomar la cardinal denominaci¨®n, en 1925, de cementerio del Este, rebautizado, en 1950, de La Almudena.
Cuando la gente ten¨ªa el h¨¢bito de morir en su casa, se cerraba media hoja del portal, era instalada una mesita, cubierta por negro pa?o, y amigos, conocidos, vecinos y transe¨²ntes desocupados dejaban la tarjeta, doblada en pliegue de duelo, firmando en pliegos de papel de barba, con la pluma y el tintero que facilitaban los apenados deudos. Si la duraci¨®n del tr¨¢nsito dejaba lugar y no mediaba disposici¨®n hcontraria, se repart¨ªan esquelas, advirti¨¦ndose, en caso distinto.
Las bellas sacramentales son San Justo. y Pastor, San Isidro, Santa Mar¨ªa y San Lorenzo, hacia algunas de las cuales llega el eco pagano, dominical y deportivo de un " ??goool!!" desde el estadio Vicente Calder¨®n, r¨ªo por medio. Guardan el aire recoleto y guateado de los lugares de descanso, reposo y sue?o eterno, que,. m¨¢s o menos, esto quiere decir, en griego, la palabra cementerio. La poblaci¨®n finada es, a la fecha, de un mill¨®n y medio de cuerpos sepultos, aproximadamente, y la saturaci¨®n a¨²n est¨¢ lejos. La pujante moda de llevarse a casa las amadas cenizas -que luego deberemos espolvorear donde la voluntad o el capricho del extinto disponga- ahorra espacio, sin duda.
El madrile?o prolonga su naturaleza zumbona hasta esos infranqueables l¨ªmites, poniendo buen semblante a la tragedia, lo que tengo por muy de agradecer. Los entierros part¨ªan del domicilio, quedando de manifiesto el estado financiero de la familia en el boato clerical, el gori-gori, la carroza, los caballos, cochero y lacayos. Seg¨²n su importancia, la buena gente se deten¨ªa al paso, quit¨¢ndose la gorra el personal masculino, con una breve genuflexi¨®n las se?oras. El cortejo se encaminaba calle de Alcal¨¢ arriba, hasta la plaza de Manuel Becerra, llamada de "la alegr¨ªa" con la macabra chacota a la que es dado este pueblo sentimental, supersticioso y cachondo, donde se desped¨ªa el s¨¦quito y los acompa?antes menos afectados invad¨ªan las numerosas tabernas del entorno.
Mientras escribo esta columna, se me enrosca al o¨ªdo la cancioncilla de un corto, una breve pel¨ªcula de las que hac¨ªan los surrealistas de los a?os treinta para entretenerse. Alg¨²n contempor¨¢neo la recordar¨¢, quiz¨¢s era de Tono, de Jardiel, y podr¨ªan haber intervenido Garc¨ªa Lorca y el propio Dal¨ª. Eran las alegres incursiones ciudadanas de un jaranero difunto y as¨ª dec¨ªa: "Soy un esqueleto / que sale de la tumba todos los d¨ªas, / y en Recoletos / me subo a los estribos de las tranv¨ªas. / A las gach¨ªs que van / con un gab¨¢n de piel / les digo, d¨¢ndolas con un hueso en el muslo: / '?Vaya mujer chip¨¦n, vaya mujer chip¨¦n!'. / Chin, pun". Falta la m¨²sic¨¢, que, por supuesto, estoy en condiciones de tararear, aunque sin garant¨ªas de que fuera reconocida por el autor. Estuvo rigorosamente prohibida durante el r¨¦gimen anterior, por la alusi¨®n al muslo, y me temo que hoy, exceso semejante ser¨ªa tambi¨¦n mal apreciado por los muchos enemigos de las pieles para abrigarse.
Frivolidades aparte, sin tener en cuenta que la ceremonia funeraria salga por un pico, el que no se muere en Madrid es porque no quiere. Sitio hay.
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