Naturaleza contra autocreaci¨®n
Nuevos avances tecnol¨®gicos que van desde la clonaci¨®n de embiriones , pasando por la alteraci¨®n gen¨¦tica en un extremo de la vida, hasta el suicidio asistido m¨¦dicamente en el otro nos obligan a definir m¨¢s que nunca el significado y los l¨ªmites de la existencia humana.Ante esas posibilidades ha surgido una nueva distinci¨®n de ideas que va a ser muy importante para la trayectoria moral del futuro. Es una distinci¨®n entre los que croen principalmente que la vida es valiosa como creaci¨®n natural y los, que opinan que la vida humana es importante principalmente como autocreaci¨®n personal y cultural.
Estas dos tendencias est¨¢n poco desarrolladas e incompletas, empa?adas por los cambios que ya se ciernen sobre nosotros.
Por ejemplo, ?d¨®nde podemos decir que termina la creaci¨®n natural y empieza la creaci¨®n cultural cuando clonamos un embri¨®n? Y aunque nos encontremos entre quienes piensan que la autocreaci¨®n es m¨¢s importante que: la creaci¨®n natural, ?no nos pareo,-, a pesar de todo, que la naturaleza tiene un poder normativo especial? Nuestro instinto es decir "si ocurriese sin que los seres humanos decidiesen nada, ?no ser¨ªa mejor.
?No es nuestro primer instinto echarnos atr¨¢s con aprensi¨®n cuando o¨ªmos que alguna cl¨ªnica ha descubierto un m¨¦todo de manipulaci¨®n gen¨¦tica que permitir¨¢ a los padres preseleccionar el sexo de su beb¨¦? Sin embargo, controlar, elegir y sacarle el m¨¢ximo partido a la vida -la contribuci¨®n personal- tambi¨¦n resulta poderosamente atractivo.
?stos son los asuntos m¨¢s profundos a los que nunca se ha enfrentado una civilizaci¨®n. Son de naturaleza casi religiosa. Como tales, son cuestiones que una sociedad liberal y tolerante debe decidir con libertad de conciencia y no seg¨²n el dictado de su Gobierno.
El Gobierno no tiene por qu¨¦ entrometerse en este terreno ni atizar las espuelas de su derecho penal contra estos problemas, considerablemente personales y espirituales, como ha ocurrido en. el otro extremo de la vida en el caso del suicidio m¨¦dicamente asistido.
Pero al mismo tiempo tengo que subrayar que cuando la conciencia es libre debe ser responsable. Por ejemplo, en el caso del aborto, o en el del dise?o gen¨¦tico de un embri¨®n, la conciencia p¨²blica deber¨ªa reconocer que ¨¦stos son asuntos verdaderamente serios.
Aunque la gente tenga la libertad de tomar sus propias decisiones, vamo s a tener que luchar para hacer ver que ¨¦stas son decisiones que no deber¨ªan tomarse a la ligera, como si un embri¨®n no fuese m¨¢s que el ¨²ltimo modelo de autom¨®vil.
La cuesti¨®n crucial es si una sociedad decente elegir¨¢ la coacci¨®n o la responsabilidad, si intentar¨¢ imponer a todo el mundo un juicio colectivo en asuntos del car¨¢cter m¨¢s profundamente espiritual, o si permitir¨¢ a sus ciudadanos juzgar por s¨ª mismos las cuestiones m¨¢s importantes y m¨¢s definitorias de la personalidad que afectan a su vida y a su muerte.
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