Albania y la PESC
La indignaci¨®n p¨²blica -ese lujo residual de las democracias- que produce el caos anunciado de Albania nos enfrenta, una vez m¨¢s, con el gran drama de Europa: su inexistencia pol¨ªtica. ?C¨®mo se puede hablar desde Italia y Grecia, es decir, desde la Uni¨®n Europea, de una Europa com¨²n y asistir a la voladura de un pa¨ªs por obra de las mafias financieras y de la especulaci¨®n salvaje, de un pa¨ªs pegado a la frontera griega y a 60 kil¨®metros de las costas italianas, a quien hemos vendido nuestro modelo de sociedad y que est¨¢ iniciando el aprendizaje de la democracia y del mercado? La respuesta es clara: sin una Europa pol¨ªtica no cabe una acci¨®n exterior unitaria y sin ella la credibilidad pol¨ªtica de Europa en el mundo seguir¨¢, siendo nula. ?Qu¨¦ tipo de pol¨ªtica exterior y de seguridad com¨²n (PESC) necesitamos que, m¨¢s all¨¢ de las pol¨ªticas exteriores de sus Estados miembros, correspondan a los valores y, a los intereses de la Uni¨®n Europea? Ya que es evidente que la PESC no puede ser ni la guinda que cada Estado le ponga a su tarta exterior, ni el conjunto de todas ellas. Porque las tartas -las estrategias/ acciones exteriores de cada Estado- no son directamente agregables, dado que sus componentes son no s¨®lo distintos sino, en ocasiones, contrarios.La Europa pol¨ªtica tiene unos claros objetivos exteriores: la paz mundial, el progreso de nuestro continente, la estabilidad del Mediterr¨¢neo, la promoci¨®n de nuestro modelo social, la defensa de nuestras posiciones econ¨®micas, la vocaci¨®n de plataforma de interconexi¨®n entre el Norte postindustrial y el Sur en desarrollo, la opci¨®n solidaria con todos los pa¨ªses y pueblos. Como tiene unos ¨¢mbitos prioritarios de intervenci¨®n que le vienen de sus determinaciones hist¨®ricas y actuales: la Gran Europa, con sus diversas ¨¢reas geopol¨ªticas y ecoculturales -el B¨¢ltico, el Mediterr¨¢neo, el Mar Negro, la Europa central y oriental-; las relaciones transatl¨¢nticas; la protecci¨®n frente a los riegos tecnol¨®gicos y a la criminalidad internacional, el pluralisimo y la multiculturalidad frente al pensamiento ¨²nico y la homogenizaci¨®n cultural, la acci¨®n humanitaria.
?Qu¨¦ puede hacer la Conferencia Intergubernamental para empujar a la PESC en esa direcci¨®n? Antes que nada, eliminar las falsas buenas soluciones. Y en primer lugar la de un Mister PESC: Para bien o para mal, la pol¨ªtica exterior es el espejo privilegiado en el que los Estados siguen admirando su soberan¨ªa y la acci¨®n internacional tiene un atractivo irresistible para los Jefes de Estado y las grandes personalidades pol¨ªticas. Un superministro de Asuntos Exteriores de la Uni¨®n Europea representar¨ªa para ellos un competidor ileg¨ªtimo e insoportable. Y adem¨¢s no cambiar¨ªa sustancialmente las cosas. Porque sin una decidida voluntad pol¨ªtica, la autonom¨ªa de la pol¨ªtica exterior europea no dejar¨¢ de ser un recurso ret¨®rico. Porque una de las mayores paradojas de la construcci¨®n europea es que los pa¨ªses que son m¨¢s end¨®genamente europeos, m¨¢s federalistas si se quiere -Benelux, Portugal, Italia, etc¨¦tera-, son a la vez los menos ex¨®genamente europeos por su militancia atlantista. Y todos sabemos que los Estados Unidos, por razones pol¨ªticas pero tambi¨¦n econ¨®micas, intentar¨¢n por todos los medios que Europa siga amarrada a la pol¨ªtica exterior norteamericana.
En esas condiciones, la PESC tiene que perseguir dos metas: promover incansablemente esa voluntad exterior com¨²n y con ella un proyecto ambicioso y coherente de pol¨ªtica internacional; y dotarse de una estructura flexible y operativa capaz de realizarlo. La creaci¨®n de esa estructura, que puede encontrar en las ideas que se barajan en la Conferencia -la creaci¨®n de una c¨¦lula de an¨¢lisis, la instauraci¨®n de la abstenci¨®n constructiva, el establecimiento, de una Troika con el Secretario General del Consejo de Ministros como ejecutivo de la PESC, etc¨¦tera- un importante punto de apoyo. La voluntad pol¨ªtica com¨²n s¨®lo puede derivar del convencimiento y movilizaci¨®n de los, europeos y, gracias a ellos, de sus clases pol¨ªticas nacionales. Sin ello Europa seguir¨¢ haciendo lo de siempre: opinar para nada y pagar al contado.
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