Bajo el sol de Florida
Boris Becker y su familia dejan Alemania, hartos de los conflictos raciales y de Hacienda
Indignado contra los inspectores de Hacienda, que en v¨ªsperas de Navidad no repararon en registrar su casa de M¨²nich y husmear incluso entre las bragas de su se?ora; harto de los comentarios racistas que ten¨ªa que soportar su mujer, Barbara; deseoso de que su hijo, Noali, crezca como un ni?o normal y pase inadvertido en su entorno, el tenista Boris Becker, de 29 a?os, abandon¨® la fr¨ªa Alemania para establecerse en la soleada Florida.El pasado s¨¢bado apareci¨® entre los anuncios del peri¨®dico de M¨²nich Suddeutsche Zeit¨¹ng en venta un "Mercedes 600 de Boris Becker, con 18.000 kil¨®metros, comprado en abril de 1994, tapizado en cuero negro y gris, con muchos extras". Al mismo tiempo que los lectores del diario se enteraban de la venta del Mercedes de Becker, el propietario del veh¨ªculo se desped¨ªa de la capital b¨¢vara a su manera. En el estadio Ol¨ªmpico de M¨²nich, el tenista, hincha fan¨¢tico del Bayem, presenciaba desde la tribuna el partido contra el Schalke 04. Al menos, al marcharse de Alemania, a Becker le habr¨¢ quedado el buen sabor de boca de una, victoria del Bayem (3-0).
Desde sus ¨¦xitos iniciales, como ni?o prodigio que gan¨® Wimbledon, la carrera de Becker ha sufrido m¨¢s ¨¢ltibajos que una monta?a rusa. Frente a la solidez y seguridad de su compa?era Steffi Graf, Becker era el genio capaz de lo mejor y lo peor. Hace un a?o, Becker gan¨® el Open de Australia, pero en ¨¦ste cay¨® a las primeras de cambio ante el espa?ol Carles Moy¨¢. En estos momentos Becker ocupa el puesto 11? en la clasificaci¨®n de tenistas, y sobre su carrera se abre una interrogante, porque no se sabe cu¨¢ndo se recuperar¨¢ de una lesi¨®n de tendones en el brazo que le trae por la calle de la amargura.
No obstante, mucho m¨¢s que sus problemas deportivos, han sido los personales m¨¢s el enfrentamiento con el fisco, lo que ha provocado la decisi¨®n de poner tierra por medio y huir de Alemania. Ya la hab¨ªa anticipado hace unos meses. Becker estaba dispuesto a emigrar para que su hijo crezca como un ni?o normal, ajeno a la curiosidad de los dem¨¢s, en un lugar donde pueda pasear por las calles sin llamar la atenci¨®n. Tampoco pod¨ªa soportar Becker las frecuentes ofensas que ten¨ªa que soportar su mujer, Barbara, a quien a veces en los hoteles se negaban a dar la llave de la habitaci¨®n porque no pod¨ªan creer que "esa negra" fuese la esposa del tenista. En una ocasi¨®n, un taxista de M¨²nich se neg¨® a llevarla con la frase: "T¨², negra, vu¨¦lvete a la jungla".
La puntilla se la dio a Becker el fisco alem¨¢n en v¨ªsperas de Navidad. El tenista pasaba tan tranquilo sus vacaciones en Florida y en eso llegaron en Alemania los inspectores de Hacienda, que pusieron su casa patas arriba, husmearon todo y se llevaron cuanto papel encontraron a su paso. Ante una caja fuerte creyeron hallar la clave de posibles evasiones, pero dentro no hab¨ªa nada. Enfurecido, el tenista decidi¨® levantar su casa en M¨²nich y trasladarse a la que tiene en Florida.
La oficina de Hacienda de M¨²nich dice que no hay nada especial en el tratamiento aplicado a Becker. Existe la sospecha de que Becker puede haber cometido un delito de evasi¨®n fiscal por irregularidades entre 1985 y 1993, con presuntos contratos ficticios. Otra versi¨®n mencionaba la posibilidad de que el domicilio a efectos de impuestos de Becker, en el para¨ªso fiscal del principado de M¨®naco, no hubiese sido la residencia efectiva del tenista. El portavoz de la oficina de Hacienda de M¨²nich, Hans Sch¨¹ler, no se inmuta, porqpe "Becker ya hab¨ªa manifestado su intenci¨®n de marcharse al extranjero. Aqu¨ª hay muchas emociones sueltas y hay que llevar el caso a un terreno objetivo".
El sensacionalista Bild public¨® ayer nada menos que siete razones por las que se vive mejor en Alemania que en Estados Unidos, con la esperanza de que esto sirva de advertencia para Becker. Entre otras razones, Bild advierte contra las picaduras de mosquitos, que pueden provocar graves infecciones. Al enumerar los motivos para regresar, a Bild se le olvid¨® el m¨¢s importante: en Miami, Becker no podr¨¢ acudir al estadio del Bayern.
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