La mudanza
En estos d¨ªas me estoy mudando de casa. Dicen los expertos que mudarse es la segunda causa de estr¨¦s que existe, despu¨¦s de la muerte de un pariente pr¨®ximo. Este cataclismo privado te sucede varias veces en la vida y va dejando muescas en la memoria. A medida que envejeces llegas con m¨¢s inquietud a la nueva casa porque eres m¨¢s consciente de la precariedad de todo: ?ser¨¦ feliz aqu¨ª? O, por lo menos, ?no caer¨¦ en la desgracia? Como se ve, esto de la mudanza da para mucho: exacerba esa tendencia a la filosof¨ªa barata que cultivamos con fruici¨®n todos los columnistas.Mudarse es una peque?a muerte. Las innumerables p¨¦rdidas de la vida se condensan de repente en la p¨¦rdida monumental de tu madriguera. Adi¨®s a todo esto, a diez a?os de tu pasado, o quince, o cinco; a lo que so?¨¦ y lo que logr¨¦ y lo que sufr¨ª entre esos muros. Atr¨¢s queda la casa, obscena en su repentina desnudez de muebles, reverberante de ruidos familiares. Atr¨¢s dejas siempre una pizca de ti, un pedazo de tu sombra.
Pero adem¨¢s de caos y desconcierto, en toda mudanza hay un espejismo de renacimiento. Bien, te dices: en la nueva casa tendr¨¦ siempre todos los armarios ordenados, y me levantar¨¦ antes, y me organizar¨¦ mucho mejor. En la nueva casa me librar¨¦ de los trajes, los pensamientos y los comportamientos in¨²tiles, insistes en el ensue?o, cada vez m¨¢s encendido de proyectos. Y ver¨¦ m¨¢s a mis hijos, mis perros, mis amigos; ser¨¦ m¨¢s laborioso, m¨¢s alto y m¨¢s feliz, disparatas ya en pleno delirio, porque la ambici¨®n humana es infinita. Qu¨¦ excitante es esa breve fantas¨ªa de renovaci¨®n: llegas a creerte capaz de reinventarte. Despu¨¦s, claro est¨¢, caer¨¢ sobre ti la realidad, y dentro de un a?o tu casa volver¨¢ a ser la misma de siempre, el lugar de tus man¨ªas y tus rutinas. Y en estas peque?as cosa se va yendo la vida.
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