Tecnosecta
LAS SECTAS destructivas -como la de la Puerta del Cielo, que ha llevado al suicidio colectivo a 39 personas en San Diego (California)- tienen tantas ra¨ªces en la historia como las religiones de las que se presentan como desviaciones o rupturas; es decir, que casi pueden remontarse a los primeros or¨ªgenes del hombre. Este ¨²ltimo drama recuerda algunos acontecimientos milenaristas, s¨®lo que un millar de a?os despu¨¦s, aunque ahora venga envuelto en una cultura seudocient¨ªfica que revela la persistencia de algunos fanatismos, pero tambi¨¦n la existencia de nuevas supersticiones. El grupo exist¨ªa desde los a?os setenta, pero es la primera secta con dimensi¨®n multimedi¨¢tica que logra tan negra notoriedad.Lo acaecido en San Diego podr¨ªa haber ocurrido -de hecho ocurre- en otros pa¨ªses, pero era m¨¢s probable que ocurriera en Estados Unidos, y a¨²n m¨¢s en Califomia. En ese pa¨ªs, la proliferaci¨®n de sectas -destructivas o no- corresponde tambi¨¦n a una proliferaci¨®n de religiones de la que nos hacemos poca idea en Europa, no digamos ya en Espa?a. Es una sociedad que tiene una profunda fe religiosa -lo que b¨¢sicamente la diferencia de la religiosidad m¨¢s esc¨¦ptica de los europeos-, y cuyas preocupaciones se ven a menudo reflejadas por el alto nivel de ventas de obras sobre el tr¨¢nsito de la vida a la muerte. A lo que hay que a?adir una dimensi¨®n sexual que se ha traducido en la aparente castraci¨®n de algunos de los sectarios. Estados Unidos es tambi¨¦n una sociedad sin asideros, en la que la tremenda tensi¨®n que se produce entre la promesa anunciada del sue?o americano y la realidad de lo que se logra es pasto para los telepredicadores -los mismos de siempre, s¨®lo que subidos al galope multimedi¨¢tico- y para las sectas destructivas.No estamos ante una tragedia obra de j¨®venes, sino ante el suicidio colectivo de unas personas de edad madura, que se supon¨ªa bien formadas. Los miembros de la Puerta del Cielo eran profesionales relacionados con las nuevas t¨¦cnicas de comunicaci¨®n. Vend¨ªan servicios a empresas para la red de redes, Internet, que parec¨ªan venerar. Y es que en este drama est¨¢ muy presente la nueva dimensi¨®n tecnol¨®gica. Esta secta se anunciaba en Internet. Cre¨ªa que "el planeta Tierra est¨¢ a punto de ser reciclado", y que los extraterrestres estaban al alcance, con la llegada del cometa Hale-Bopp; una nueva forma de polite¨ªsmo. Tales desprop¨®sitos a menudo apare cen en debates en nuestros propios televisores, y ah¨ª es peramos que se queden: en tonta palabrer¨ªa.
La ciencia mal entendida, mal explicada y mal asimilada puede tambi¨¦n producir monstruos, como el sue?o de la raz¨®n goyesca. Es el riesgo de reemplazar una superstici¨®n por otra. El camino para combatir estos movimientos -y sus perniciosos efectos- no es, desde luego, frenar la ciencia, sino impulsarla, con conciencia, sin embargo, de los l¨ªmites siempre renovados del conocimiento cient¨ªfico. Del mismo modo, no cabe acusar al fen¨®meno Internet de cobijar este tipo de sectas destructivas, Aunque le pese a MacLuhan, el problema no es el medio -aunque Internet genere a su vez nuevos problemas-, sino el mensaje. No obstante, es previsible que esta tragedia sirva para alimentar los argumentos de los que en EE UU quieren limitar Internet.
Desde luego, en estas sociedades, las sectas tienden a proporcionar a sus miembros un sentimiento de pertenencia que otras instancias han renunciado a dar. Y de ah¨ª que sea, por desgracia, previsible que este tipo de dramas puedan multiplicarse en estos pr¨®ximos a?os inciertos. Desde luego, en la sociedad estadounidense, pero tambi¨¦n en las nuestras, hay una especial receptividad a los est¨ªmulos sentimentales. De ellos viven los impulsores de este tipo de sectas, aunque, como el l¨ªder de la Puerta del Cielo, Marshall Applewhite, acaben su vida con su secta. Es ejemplo de una reacci¨®n fan¨¢tica y supersticiosa a lo que algunos denuncian como un re brote de la angustia en nuestras sociedades, de la perplejidad general que domina en el mundo de hoy.
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