Zubizarreta para a un Bar?a arrogante
El Valencia planta cara en Mestalla al conjunto de Robson
El Barcelona apuraba sus pen¨²ltimas opciones de seguir el rastro de la Liga, pero no lo parec¨ªa. En su paso por Mestalla puede hablarse de cierta arrogancia en su juego que acab¨® pagando. Se top¨® con un Valencia en horas bajas y no supo sacar tajada de ello. Al contrario. Transcurrido el tiempo de rigor, un pundonoroso y humilde Valencia acab¨® soplando sobre la espalda de Ba¨ªa, que estuvo muy sobrio. Aunque no tanto como Zubizarreta, que catapult¨® a su equipo con una actuaci¨®n casi perfecta. De no haber sido por aquel centro traicionero de Stoitchkov, que le pill¨® la espalda y de paso le entreg¨® un punto al Bar?a. El aire de autosuficiencia que se dio el Barcelona no se correspondi¨® con su juego, sobre todo por las escasa aportaci¨®n de Guardiola y De la Pe?a. Desconocidos ambos. El Valencia, en cambio, confirm¨® que se halla mejor rodeado de los llamados grandes, aunque tambi¨¦n evidenci¨® que est¨¢ muy lejos de aquellos.De inicio, el Valencia asumi¨® su funci¨®n de pariente pobre del espect¨¢culo como un m¨¦todo para descargarse de responsabilidades. Y le fue bien. Todos vieron pronto que el Barca era bastante mejor equipo, aunque, sabido esto, el conjunto de Valdano comenz¨® a sentirse c¨®modo sobre el c¨¦sped. Consciente de sus debilidades, el p¨²blico se puso incondicionalmente de parte de los suyos, que explotaron al m¨¢ximo sus recursos. A saber: la magistral autoridad en el ¨¢rea de Zubizarreta, que hizo frente a todo el bombardeo azulgrana; la velocidad de Claudio L¨®pez y Moya por el costado izquierdo (all¨ª donde padece de inadaptaci¨®n el brasile?o Giovanni); y el car¨¢cter aguerrido de Engonga y Jos¨¦ Ignacio, que cortocircuitaron m¨¢s de lo habitual la capacidad inventiva de Guadiola e Iv¨¢n de la Pe?a.
Entretanto, el Barcelona actuaba con cierta autosuficiencia. Crey¨® quiz¨¢ que el choque caer¨ªa por su propio peso. Pens¨® tal vez Ronaldo que ser¨ªa pan comido. Todo en su subconsciente apuntaba a ello: aquel partido de ida en el que se exhibi¨® con tres goles en jugada individual, o el inicio del presente choque, en el que visit¨® con profusi¨®n a Zubizarreta. Esta vez, sin embargo, no tendr¨ªa tantas facilidades: Iv¨¢n Campo y C¨¢ceres, sobre todo el primero, no fueron tan ben¨®volos como lo fueron en su d¨ªa Ferreira y Engonga. Y adem¨¢s estaba Zubizarreta inspirado. Tampoco el brasile?o parec¨ªa el mismo del primer tercio del campeonato.
Se confirm¨® la extendida teor¨ªa que dice que el Valencia juega mejor cuando se enfrenta a un rival atrevido y abierto, sin la obligaci¨®n de abrir agujeros por donde no existen. Fiel a su tradici¨®n, el Barca present¨® sus muescas defensivas habituales, lo que fue aprovechado sobre todo por Piojo L¨®pez, que esta vez s¨ª fue el jugador que se le presupon¨ªa.
El conjunto azulgrana daba la sensaci¨®n de jugar sin aceleraci¨®n, mientras que el Valencia se extenuaba en su lucha contra el gigante. Una voluntad muy apreciada por el p¨²blico, que tan s¨®lo desaprobaba las maneras un tanto blandas de Eskurza. Fue el interior vasco, sin embargo, quien sirvi¨® con templanza el centro que cabece¨® Leandro a las redes.
Tras el descanso, el Valencia surgi¨® m¨¢s convencido que nunca de sus posibilidades, mientras que se observ¨® en el Barcelona un aire displicente en su aparente dominio del cuero'. El equipo de Valdano, que hab¨ªa sido dise?ado Luis, empez¨® a jugar seg¨²n lo hab¨ªa concebido su progenitor: al contraataque.
Pero al Bar?a le restaba la opci¨®n de Pizzi, o sea el gol, y a ella se aplic¨® Robson como ¨²ltima soluci¨®n. El partido se abri¨® definitivamente y Mestalla empez¨® a disfrutar como hac¨ªa mucho tiempo que no suced¨ªa. Efectivamente, pese a las ausencias y la situaci¨®n coyuntural de ambos equipos, el Valencia-Bar?a, volv¨ªa a ser especial.
Y as¨ª ve¨ªa transcurrir el estadio el dominio est¨¦ril del Barcelona hasta que Stoitchkov se march¨® a la esquina izquierda, su rinc¨®n preferido, y cogi¨® su fusil. 0 lo que es lo mismo: se peg¨® a Otero, se zaf¨® de ¨¦l con una facilidad asombrosa y sirvi¨® un centro envenenado para que Ronaldo llegara al segundo palo. En ese instante al Valencia le sobrevino todo el sobreesfuerzo acumulado. Pero tampoco entonces el Barca cambi¨® su ritmo habitual. Sigui¨® a velocidad de crucero.
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