El Sevilla resurge en la agon¨ªa
El empate ante el Valladolid mantiene vivos a los andaluces
El caos lo contagia todo, hasta el mismo transcurrir de los acontecimientos. El Sevilla estuvo muy cerca de firmar su sentencia, de muerte en Primera y, sin embargo, poco le falt¨® para conseguir el segundo triunfo de la era Rubio. El empate final, que a nadie contenta y al Sevilla lo mantiene en el abismo, es el mejor reflejo de ese c¨²mulo de desprop¨®sitos que van a dejar a su afici¨®n con el coraz¨®n en vilo y sin descanso dominical. El equipo que pudo reinar. Enfrente ten¨ªa a un Valladolid que ven¨ªa con el pedigr¨ª de equipo revelaci¨®n y que se dej¨® en casa la rebeld¨ªa. Roza los puestos de UEFA, pero m¨¢s parec¨ªa debatirse en las posiciones bajas de la tabla. Lo entrena uno de los pocos sabios del f¨²tbol, un Vicente Cantatore de cuna argentina y patria chilena que se fue del Sevilla dejando al equipo con una plaza en Europa.El Sevilla, fiel a la filosof¨ªa del tercer entrenador que ocupa su banquillo en la temporada, apost¨® por la cantera. Un equipo que ha invertido casi cuatro Mil millones en fichajes se presentaba con seis canteranos (le la ¨²ltima hornada y s¨®lo dos de, sus adquisiciones, Rytter y Ramis, un dan¨¦s desconocido y un madridista de saldo. Esa filosof¨ªa salva al equipo, pero no consuela a su afici¨®n. Los jugadores se ir¨¢n, pero los aficionados ser¨¢n los que padezcan el descenso si ¨¦ste se produce.
Los locales salieron enrabietados, con m¨¢s ganas que orden, con m¨¢s casta que criterio. Y se aprovechaban de la gentileza de un convidado de piedra , el Valladolid, que estaba fuera del partido, un peque?oburgu¨¦s conformista. El Sevilla no jugaba mejor, pero s¨ª jugaba m¨¢s. El gol de Jos¨¦ Mar? fue el justo premio a la entrega. Un gol suicida, porque el tanto envalenton¨® a los rivales, Fernando empez¨® a mostrar la calidad que atesora y el gol de diferencia sirvi¨® parad¨®jicamente para mostrar las diferencias que separan a ambos equipos en la tabla.
El Valladolid se adue?¨® del campo, empez¨® a notarse la batuta de Cantatore y los zarpazos de la delantera sevillista, liderada por Salva y Jos¨¦ Mari, eran evaporados por un omnipresente Julio C¨¦sar. El gol de Fernando que significaba el empate no sorprendi¨® a nadie. El propio futbolista marc¨® el segundo tanto de los visitantes, que pon¨ªa en evidencia las limitaciones del Sevilla: una cesi¨®n inoportuna de un defensa, un despeje err¨®neo de Unzu¨¦ y el delantero vallisoletano que libre de marca no tiene m¨¢s que empujar el bal¨®n a la red. Lleg¨® la jugada que pudo decidir el destino del Sevilla en la Liga. Fern¨¢ndez Mar¨ªn pit¨® penalti contra el Sevilla. Unzu¨¦ desvi¨® con la mano en lanzamiento de V¨ªctor.
Era hermoso asistir a la reacci¨®n del desesperado. Cada uno de estos canteranos gozaba de sus minutos de gloria: el disparo escalofriante de Asi¨¢n, las acometidas por la banda de Velasco, la exhibici¨®n de Luque II y sus variantes: de tac¨®n, de vaselina, un control inveros¨ªmil, un disparo que por poco sorprende a C¨¦sar. La pena para el Sevilla es que esos fogonazos no eran simult¨¢neos. Estos nov¨ªsimos involucrados en una antolog¨ªa del disparate ofrec¨ªan virtudes espor¨¢dicas sin que todas cuajaran en un concepto de equipo.
La culminaci¨®n de este estado de cosas lleg¨® con el segundo empate. Tevenet, que hab¨ªa salido por el joven Loren, es el ¨²nico sevillista que verticaliza como mandan los c¨¢nones y De la Pe?a, abriendo con el bistur¨ª agujeros, en la defensa contraria y dando en ventaja el bal¨®n al te¨®rico extremo: el bal¨®n lo recibi¨® Jos¨¦ Mar?, lo contuvo como sabe y centr¨® para que la cabeza de Salva, con un giro propio de Santillana, llevara el delirio a la grada. Del posible 1-3 se pasaba al 2-2. Era el canto del cisne, pero era m¨²sica celestial.
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