Si se retrasa
El euro, claro, cuyo nacimiento est¨¢ previsto para el 1? de enero de 1999. Un retraso podr¨ªa f¨¢cilmente equivaler a la muerte del proyecto. Porque las causas del retraso podr¨ªan, a su vez, dificultar la posterior consecuci¨®n de la moneda ¨²nica para recuperar el terreno perdido y generar nuevos escollos de todo orden, pues dicho aplazamiento tendr¨ªa consecuencias econ¨®micas y pol¨ªticas. Lo que lleva a pensar, de acuerdo con algunos an¨¢lisis econ¨®micos a los que hay que a?adir otro tipo de consideraciones, que dif¨ªcilmente puede haber un retraso ordenado de la moneda ¨²nica. Veamos por qu¨¦.El retraso en una de sus modalidades -que no la italiana- derivar¨ªa no del hecho de que muchos pa¨ªses, empezando por Alemania, no pudieran cumplir los criterios de convergencia de Maastricht, sino de que no puedan cumplirlos por falta de crecimiento econ¨®mico. Pero nada garantiza que tal retraso facilitara esta recuperaci¨®n. Todo lo contrario. Pues, probablemente, los mercados lo interpretar¨ªan como un fracaso de todo el proyecto, lo que llevar¨ªa a encarecer el marco y dificultar a su vez una recuperaci¨®n de la econom¨ªa de Alemania basada en la exportaci¨®n. En otros pa¨ªses como Espa?a el efecto podr¨ªa ser una subida de los tipos de inter¨¦s, cuando no disturbios m¨¢s graves.
Todo retraso aumenta as¨ª dram¨¢ticamente la mortalidad del proyecto. Dif¨ªcilmente, en tales condiciones, podr¨ªan los Gobiernos hacer aprobar nuevos y . necesarios programas de convergencia. Y aunque las reformas econ¨®micas que se est¨¢n llevando a cabo en todos los pa¨ªses son y ser¨¢n en cualquier caso necesarias, es la perspectiva de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria la que facilita en grado extremo su consecuci¨®n con, en general, un bajo nivel de conflicto social. En resumen, se caer¨ªa en un c¨ªrculo vicioso cuya soluci¨®n m¨¢s probable ser¨ªa el fin de un proyecto en el que como se ha dicho con buen tino, el objetivo no es s¨®lo llegar al euro, sino llegar todos juntos a ¨¦l.
Pero con ser graves las consecuencias econ¨®micas del retraso, m¨¢s a¨²n lo ser¨ªan las pol¨ªticas. Pues el retraso liberar¨ªa algunas fuerzas reprimidas por la din¨¢mica de la Uni¨®n Monetaria y pondr¨ªa en marcha una gran bola de nieve anti-Maastricht dentro de y entre muchos pa¨ªses: la coalici¨®n de los que no quieren, que va desde los sectores brit¨¢nicos euroesc¨¦pticos a la derecha antimoneda ¨²nica y la extrema derecha de Le Pen en Francia, pasando por una actitud promarco en Alemania que atraviesa el fondo de los partidos pol¨ªticos y parte del Bundesbank, unos daneses aliviados, sin olvidar un centro financiero como Wall Street que mira con recelo la moneda ¨²nica europea.
Pero si la moneda ¨²nica muere, lo m¨¢s probable es que todo el proyecto europeo, que actualmente reposa sobre esta inmaterial piedra de toque que es el futuro euro no se quedara donde est¨¢, sino que, de la mano de la coalici¨®n anti-Maastricht y las fuerzas que liberara, empezara a deshilacharse, diera marcha atr¨¢s, hacia la Europa que defend¨ªa Thatcher como puro mercado. En el mejor de los casos. Pues tambi¨¦n podr¨ªa cada pa¨ªs tirar por su cuenta en un ?s¨¢lvese quien pueda! Y ello ocurrir¨ªa cuando los europeos m¨¢s necesitan de Europa para defender un modelo de sociedad, hacer frente a los retos de seguridad en su entorno y pesar m¨¢s en un mundo globalizado en el que surgen con fuerza unas regiones econ¨®micas, ya sea en Asia o en Am¨¦rica, que, de no despegar a la vez Europa, podr¨ªan dejarnos relegados a una esquina del mundo, como un museo. Sin voluntad, y sin posibilidad.
Aunque pueda parecer exagerado, estas consideraciones se quedan cortas respecto al aviso de Helmut Kohl de que el fracaso del proyecto podr¨ªa abrir perspectivas de guerra en Europa. Por su parte, Espa?a -y no s¨®lo el Gobierno- se quedar¨ªa sin proyecto inmediato. Lo que abre futuribles poco deseables. Por todo ello, un retraso no resultar¨ªa nada conveniente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.