Mentes piadosas para la ciencia
La donaci¨®n de sus cerebros de un grupo de monjas sigue aportando datos sobre el Alzheimer
A pesar de haber cumplido cien a?os, sor Mar¨ªa irradiaba la energ¨ªa y el entusiasmo de una mujer mucho m¨¢s joven. Con ayuda de una lupa, se manten¨ªa informada con la prensa. Y sirvi¨¦ndose de un globo terr¨¢queo rezaba por las mujeres y ni?os del mundo. Parec¨ªa tan despierta y tan adaptada a su entorno que David Snowdon, epidemi¨®logo de la Universidad de Kentucky, comenz¨® a considerarla como un modelo para un envejecimiento feliz.Pero cuando sor Mar¨ªa muri¨® (en 1995, tres meses despu¨¦s de su 102 cumplea?os), la autopsia de su cerebro revel¨® un sorprendente secreto. All¨¢ donde miraran, Snowdon y sus colegas encontraban signos de degeneraci¨®n, desde placas microsc¨®picas y nudos hasta agujeros en donde millones de c¨¦lulas cerebrales hab¨ªan muerto. Descubrieron que sor Mar¨ªa hab¨ªa vivido con un avanzado Alzheimer, tan avanzado, se?ala Snowdon, que era dif¨ªcil comprender c¨®mo pudo comportarse con tal claridad y coherencia.
Poco a poco, Snowdon y sus colegas comprendieron que el caso no era ¨²nico. Entre un grupo de 61 monjas fallecidas cuyos cerebros mostraron claros signos del mal de Alzheimer, una parte importante, 19 en total, parec¨ªa haber evitado los des¨®rdenes mentales y la p¨¦rdida de memoria que hace tan devastadora esta clase de demencia. ?La raz¨®n? Como ha revelado Snowdon y su equipo en el Journal of the American Medical Association hace un par de semanas estas monjas, a diferencia de aqu¨¦llas con s¨ªntomas severos, no hab¨ªan sufrido ataques de apoplej¨ªa. S¨®lo el 57% de las monjas que no los hab¨ªan sufrido desarroll¨® demencia, en comparaci¨®n con el 93% de las monjas con leves ataques en su historial.
Otros expertos en Alzheimier se han apresurado a proclamar que el hallazgo es provocativo y extraordinariamente esperanzador. Proporciona lo que tal vez es el signo m¨¢s claro de que un estado, para el que existe tratamiento, puede acelerar el declive de los enfermos de Alzheimer y ser lo que separa una vida independiente de una residencia de ancianos. "Si prevenimos los ataques", afirma G. Webster Ross, neur¨®logo de la universidad de Hawai, "tal vez podamos aplazar el desarrollo de los s¨ªntomas en personas que tienen Alzheimer".
La relaci¨®n con los ataques de apoplej¨ªa fue la m¨¢s destacada entre un aluvi¨®n de noticias sobre el Alzheinier de la revista especializada, incluyendo informes alentadores sobre medicamentos que alivian los s¨ªntomas de la enfermedad y que tal vez reduzcan los riesgos de desarrollarla.
La relaci¨®n entre la apoplej¨ªa y la locura no es algo nuevo, pero rara vez se ha revelado con tanta claridad. Una raz¨®n es que este equipo tuvo acceso a un grupo de estudio considerable y pudieron comparar el tejido cerebral de gente sana con el de enfermos.
Igual que muchos investigadores, Snowdon cultiva una intensa y afectuosa relaci¨®n personal con sus pacientes, todos miembros de una orden de la Iglesia Cat¨®lica, la School Sisters de Notre Dame. Antes de publicar un nuevo art¨ªculo, Snowdon realiza una ronda por todos los conventos para asegurarse de que las monjas son las primeras en ser informadas. Como ejemplo, hace un mes y medio se detuvo ante el laber¨ªntico convento en Mankato, Minnesota, que hace las veces de sede de una de las siete provincias que tiene la orden en EE UU. "Antes de pedir a alguien su cerebro, tienes que hacerte muy amigo de ¨¦l", bromea al llegar mientras dedica a una monja anciana una gran sonrisa y le da un abrazo.
Snowdon inici¨® el Estudio sobre las Monjas en 1986 para tener una amplia visi¨®n de los aspectos fisicos y psicol¨®gicos del envejecimiento. Pero en 1990 decidi¨® limitar su estudio al Alzheimer. Fue entonces cuando plante¨® a los l¨ªderes de la orden una cuesti¨®n delicada. ?Estar¨ªan dispuestas las monjas a hacer algo m¨¢s que someterse a pruebas psicol¨®gicas y a an¨¢lisis de sangre? ?Estar¨ªan dispuestas a donar sus cerebros? Como un pol¨ªtico en campa?a electoral, Snowdon, viaj¨® de convento en convento, planteando su propuesta. Al final, 678 monjas mayores de 75 a?os se apuntaron. Para ellas, participar en el estudio supon¨ªa una extensi¨®n de su misi¨®n para cuidar a los enfermos y a los pobres.
Cada pocas semanas, una de las monjas participantes en el estudio fallec¨ªa y su don a la ciencia -una masa de tejido bellamente enrollada que una vez aloj¨® una mente piadosa- llega a la universidad de Kentucky para ser estudiado.
Adem¨¢s de sus cerebros, las monjas proporcionan a Snowdon una gran cantidad de informaci¨®n bioqu¨ªmica y sobre el comportamiento; muestras de sangre; registros de pruebas m¨¦dicas; e incluso apuntes autobiogr¨¢ficos escritos cuando eran adolescentes. El pasado a?o, Snowdon y sus colegas provocaron cierta conmoci¨®n cuando descubrieron una conexi¨®n sugerente, aunque d¨¦bil, entre el estilo de redacci¨®n de las monjas cuando eran colegialas y la probabilidad de desarrollar m¨¢s tarde la enfermedad.
Al llamar la atenci¨®n sobre la sinergia perniciosa para la salud entre el mal de Alzheimer y la apoplej¨ªa, las School Sisters de Notre Dame han hecho un gran servicio.
Pero a¨²n no ha terminado su labor. Los estudios epidemiol¨®gicos a largo plazo, como los buenos vinos, mejoran con la edad y, de este modo, pueden esperarse nuevos hallazgos en el estudio para enriquecer el conocimiento m¨¦dico en un futuro.
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