El Ej¨¦rcito de EE UU prepara m¨¦todos para destruir sat¨¦lites en caso de guerra
El gobierno de EE UU, tras autorizar una oleada de sat¨¦lites esp¨ªa comerciales similares a los ya existentes Spot europeos, capaces de observar desde el cielo para desentra?ar todo tipo de secretos en la Tierra, estudia ahora v¨ªas para destruir en tiempos de guerra estos ojos situados en la atm¨®sfera.Este a?o el Pent¨¢gono gastar¨¢ 50 millones de d¨®lares (700 millones de pesetas) en desarrollar un arma antisat¨¦lites, 30 millones de d¨®lares m¨¢s que el pasado a?o. El objetivo es evitar que enemigos con c¨¢maras en ¨®rbita esp¨ªen el armamento de EE UU y los movimientos de tropas durante el combate.
Se considera que este espionaje tiene un gran peso en tiempos de guerra a la hora de determinar qui¨¦n logra la victoria, como ocurri¨® en 1991 con la Guerra del Golfo. Pero algunos expertos se?alan que los intrusos y la amenaza que plantean pueden ser tratados de un modo m¨¢s pac¨ªfico que haci¨¦ndolos explotar en el cielo.
El programa de investigaci¨®n anti-sat¨¦lite, dirigido por el ej¨¦rcito, prev¨¦ misiles con base terrestre que explotar¨¢n en el espacio y lanzar¨¢n hacia los objetivos peque?os proyectiles denomidados veh¨ªculos asesinos. Los veh¨ªculos asesinos arremeter¨¢n contra los sat¨¦lites y los destruir¨¢n mediante la fuerza del impacto, aunque no con un ¨ªmpetu tal que genere nubes de restos arremolinados que podr¨ªan da?ar naves amigas en ¨®rbitas cercanas. Las pruebas de vuelo espacial se est¨¢n estudiando y, en principio, est¨¢n previstas para 1998 y 1999.
Ambivalencia
Los partidarios del programa quieren disponer de una fuerza de 10 armas anti-sat¨¦lite para usar en caso de emergencia en el a?o 2000, fecha en la que los especialistas prev¨¦n que el n¨²mero de sat¨¦lites esp¨ªa en ¨®rbita puede haber aumentado, en decenas, si incluimos los de car¨¢cter militar y comercial.Sin embargo, EE UU no las tiene todas consigo respecto al despliegue de estas armas. La Casa Blanca, que en 1994 aprob¨® un amplio desarrollo del uso comercial de la tecnolog¨ªa de sat¨¦lite esp¨ªa, lo que desencaden¨® una carrera de imitaci¨®n a nivel mundial, se muestra ambivalente en relaci¨®n con las armas anti-sat¨¦lite y no destina subvenciones para el proyecto del ej¨¦rcito, conocido oficialmente como el Programa Anti Sat¨¦lite de Energ¨ªa Cin¨¦tica.
Pero el Congreso ha seguido adelante y ha financiado considerablemente el proyecto durante dos a?os y se espera que contin¨²e haci¨¦ndolo.
"Detenernos ahora ser¨ªa est¨²pido", afirm¨® Robert C. Smith, senador y uno de los principales, partidarios del programa. "El presidente se ha dado mucha prisa en comercializar la fotograf¨ªa desde el espacio", se?al¨® Smith en una entrevista. "Pero podemos sufrir por ello. Si Saddam Husein hubiera dispuesto de este tipo de tecnolog¨ªa durante la Guerra del Golfo, habr¨ªa provocado un gran da?o".
Especialistas del Gobierno y particulares afirman que la amenaza del espionaje enemigo se ha exagerado y que las armas anti-sat¨¦lite pueden provocar una costosa carrera de armamento en el espacio, en una espiral cada vez mayor de movimientos y contramovimientos. Se?alan que es preferible una pol¨ªtica internacional destinada a desarrollar reglas adecuadas a la nueva era de exploraci¨®n universal.
El armamento cin¨¦tico que se desarrolla est¨¢ basado en investigaciones iniciadas durante la Guerra Fr¨ªa. En los a?os setenta y principios de los ochenta, EE UU se esforz¨® en construir un peque?o cohete autodirigido lanzado desde un caza F15 que deb¨ªa elevarsrse hasta el espacio para destruir, un objetivo. En 1985 en una prueba orbital el arma destroz¨® un viejo sat¨¦lite y produjo un remolino de unas 285 piezas residuales. El programa fue suspendido en 1987.
Proyecto recuperado
La Administraci¨®n de Bush comenz¨® un nuevo proyecto en 1990. El veh¨ªculo asesino deb¨ªa desplegar un largo brazo flexible, varias veces su tama?o, que destruir¨ªa un objetivo pero le dejar¨ªa con su estructura intacta, eliminando las nubes de residuos. Despu¨¦s de gastar 235 millones de d¨®lares (32.900 millones de pesetas), el programa fue suspendido en 1993, con motivo de la reducci¨®n de armamentos posterior a la guerra fr¨ªa.Este proyecto fue recuperado en los dos ¨²ltimos a?os por el Congreso, que intenta completar su desarrollo.
Robert Bell, un alto directivo de pol¨ªtica de defensa, en el Consejo Nacional de Seguridad de la Casa Blanca, fue citado el a?o pasado por Defense, un bolet¨ªn informativo de empresa publicado en Washington, con estas palabras: "Esta Administraci¨®n reconoce la necesidad de disponer del control del espacio pero, hoy por hoy, no cree necesariamente que el programa del Ej¨¦rcito sea la soluci¨®n adecuada. Merece la pena llevar a cabo la investigaci¨®n pero no transformarla en un programa de adquisici¨®n".
Robert Bell a?adi¨® que los expertos contemplan cada vez m¨¢s una variedad de opciones para dejar fuera de combate a sat¨¦lites enemigos, incluyendo hacer blanco en "centros terrestres y de transmisi¨®n de datos", no s¨®lo en los propios sat¨¦lites.
John E. Pike, de la Federaci¨®n de Cient¨ªficos Estadounidenses, que se opone al proyecto antisat¨¦lite, se?al¨® que los enfrentamientos eran poco probables. "No veo en el horizonte ninguna situaci¨®n veros¨ªmil en la que este arma sea necesaria", indic¨®. "Todos estos sat¨¦lites estar¨¢n en manos tanto de paises amigos como de naciones con las que ser¨¢ improbable que EE UU, tenga que enfrentarse. Este arma es b¨¢sicamente una soluci¨®n en busca de un problema".
The NYT News Service
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