Un nuevo lenguaje
Tras una fallida y postergada primera visita a nuestro pa¨ªs, por fin el grupo del pintoresco E pudo descargar en Espa?a las notas, del ¨¢lbum que les ha abierto las puertas del mundo entero: Beautiful Freak.En este pu?ado de canciones en las que la rabia sonora que no ri?e con la sensibilidad musical, y en un estilo fronterizo que cabalga sobre los horizontes superpuestos del pop de ¨²ltima hora, los anguilas, dejaron bien claro que un nuevo lenguaje musical, del que el_californiano Beck es singular acad¨¦mico pugna por sistematizar sus balbuceos en un mundo en el que lo comercial fagocita a la velocidad del rayo cualquier iniciativa art¨ªstica -independiente con pretensiones de establecerse y durar. Gran responsabilidad de ¨¦sto la tiene una forma de trabajo a lo Juan Palomo con una ejecuci¨®n. concebida dentro de los estrictos l¨ªmites del laboratorio casero y que con ello preserva, sin banalizar, las m¨¢s delicadas emociones a expresar. Dicho de otro modo, tocan para afuera s¨®lo lo imprescindible.
Eels
E (voz, guitarra y teclados), Tommy (bajo y teclados) y Butch (bajo y teclados ). Sala K-Tedral. 2.000 pesetas. Martes, 1 de abril.
Sonido extraordinario
El sonido que desplegaron en escena. fue, extraordinario -el grupo estuvo probando por la tarde durante varias horas, y esa seriedad se agradece- y las luces ayudaron sobremanera a crear el ambiente adecuado, en el que fabulosas canciones como Novocaine for the soul o Not ready yet crecen y crecen, abandonando su minimalismo formal, y se hacen francamente hermosas. Por contra, hay que subrayar lo mon¨®tono de sus patrones r¨ªtmicos y el hecho de que un grupo con un solo disco en el mercado con 50 minutos de actuaci¨®n suele tener bastante.Eels. estiraron su concierto hasta la hora y media larga, coronada con su versi¨®n del Dead flowers de los Rolling Stones y E manifest¨®, con la ayuda de una traductora, lo a gusto que se encontraba en nuestro pa¨ªs, ense?ando a sus seguidores espa?oles ese nuevo lenguaje musical que hay que aprender deprisa para no quedarse irremisiblemente anticuado.
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