Flores para la memoria
El recuerdo del motorista muerto cuyo reloj rob¨® un agente vive en un sem¨¢foro
Rojo, verde ¨¢mbar. Y flores frescas. Es el sem¨¢foro de la Cuesta de los Sagrados Corazones, en su confluencia con la calle de los Ca¨ªdos de la Divisi¨®n Azul. Hace casi tres a?os, dos j¨®venes motoristas murieron tras chocar con la se?al luminosa de este lugar. Fue un accidente tr¨¢gico y con secuelas judiciales: un polic¨ªa municipal rob¨® el reloj Rolex a uno de los fallecidos. El agente fue condenado y los ramos frescos de flores no han faltado sobre la acera un solo d¨ªa. El sem¨¢foro de las flotes forma parte del paisaje del barrio de Chamart¨ªn. Sorprende a muchos automovilistas que cruzan desde Arturo Soria hacia Alfonso XIII. Los vecinos m¨¢s pr¨®ximos conocen la historia. "Todo el mundo respeta esas flores", se?ala uno de ellos. "Hugo y Gonzalo. 2-6-94", reza en un azulejo ribeteado de negro a los pies del sem¨¢foro. Al lado, una maceta de margaritas frescas, una coro na y cintas de colores. La placa esquela es por Hugo Antonio Hevia G¨®mez y Gonzalo Lastarrem, ambos hijos ¨²nicos de 20 a?os. El primero muri¨® en el acto. El segundo, cuando era trasladado al hospital. Una pareja de la Polic¨ªa Municipal acudi¨® aquella madrugada a atender a los accidentados. Los agentes regresaron luego para revisar el sem¨¢foro. Uno de ellos, Juan de Vega Manj¨®n, recogi¨® el reloj de Hurgo del asfalto. Su compa?ero no se dio cuenta.
Los familiares del chico denunciaron la desaparici¨®n del reloj, valorado en 250.000 pesetas.
La pist¨¢ lleg¨® desde la joyer¨ªa donde el agente De Vega Manj¨®n llev¨® a arreglar el Rolex del motorista muerto. En marzo de 1996, la Audiencia Provincial conden¨® al polic¨ªa a cuatro meses de arresto mayor y siete a?os de inhabilitaci¨®n por la apropiaci¨®n indebida del reloj.
"Hemos recurrido la sentencia ante el Tribunal Supremo. El caso, est¨¢ en manos del juez Eduardo M¨®ner", afirma la madre de Hugo, Bego?a G¨®mez, que busca un castigo mayor. Ella es quien pone las flores. "Pero no soy la ¨²nica, Tambi¨¦n lo hacen la familia. de Gonzalo y los amigos de los dos", explica.
El juez que instruy¨® el cas¨®, David Cubero, tampoco olvida: "Me qued¨¦ horrorizado pensando que un polic¨ªa municipal pudiera haber hecho eso", dice. El magistrado pasa a menudo por el sem¨¢foro de las flores. Y las mira.
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