Destrozadas las cuentas del Atl¨¦tico
El Oviedo borr¨® al equipo madrile?o con una goleada en el Varlos Tartiere
El Oviedo destroz¨® las cuentas de Jes¨²s Gil. Lo hizo, adem¨¢s, dando una lecci¨®n de f¨²tbol. Los de Lillo borraron al Atl¨¦ticoMadrid del campo en un primer timpo de libro, el que identifica al t¨¦cnico ovetense con el gusto por el f¨²tbol bien hecho. Si Antic mantiene su criterio prepartido, el Atl¨¦tico se despidi¨® , ayer del segundo puesto. El Oviedo ha podido encontrar para esta Liga ¨¦l camino de la tranquilidad.
Cuando lleg¨®, al Oviedo, Antic se encontr¨® con, un chaval de historial peque?o cuerpo escaso y conocido por el diminutivo de Oli. En febrero de 1993, Oli apenas aparec¨ªa en las alineaciones en los minutos que, le dejaba Carlos, el goleador local, ¨ªdolo de la afici¨®n oviedista y del propio Oli. Antic vio pronto en aquel chaval un diamante en bruto que fue puliendo con ese aire did¨¢ctico que le caracteriza y que se aprecia en otros muchos jugadores. Oli siempre recuerda a Antic con respeto y admiraci¨®n, en una ciudad que odia al t¨¦cnico serbio desde que se entrometi¨® en el fichaje de Onopko. Ahora Oli es una de las estrellas de la Liga espa?ola y ayer encarril¨® el partido con un golazo y una acci¨®n de picard¨ªa. Antic puede estar orgulloso de su obra, pero ayer le estrope¨® la. Liga y todas las cuentas para optar al segundo puesto.
La capacidad goleadora de Oli y el f¨²tbol festivo de Borrelli fueron el ba?o de oro de un gran equipo, el Oviedo que pas¨® por encima del Atl¨¦tico de Madrid. Como ya ocurriera otras veces esta temporada, las c¨¢maras de televisi¨®n dispararon el narcisismo de los jugadores de Lillo.
El Oviedo ha mantenido un alto, nivel de juego casi siempre, pero en ocasiones le ha faltado el instinto asesino que ofreci¨® ayer. La gente acab¨® achacando esa falta de car¨¢cter al entrenador. La afici¨®n del Oviedo empezaba a identificar el buen f¨²tbol con la derrota. Ayer Lillo tambi¨¦n sac¨® las pr¨¢cticas con sobresaliente.
?Y el Atl¨¦tico? Muy mal, gracias. Su debacle de ayer tambi¨¦n se explica por las carencias que ha ido ense?ando durante todo el a?o. Especialmente sangrante fue el comportamiento del centro del campo. Cuando el Atl¨¦tico presiona bien es casi invencible. Cuando afloja lo puede ganar cualquiera. Y si ese cualquiera tiene las armas del Oviedo, hasta golearlo. S¨®lo el estilo de Molina, evitando varias llegadas de los azules en solitario, impidieron que al descanso se diese un marcador de esc¨¢ndalo. Mientras, el Atl¨¦tico s¨®lo inquiet¨® a Cano con dos remates de Simeone, como, siempre el ¨²nico jugador que demostr¨® mantener su orgullo en alto, aunque ayer sirviese para bien poco.
El gol de Esn¨¢ider no cambi¨® sustancialmente las cosas. El Atl¨¦fico apret¨® un poco m¨¢s, pero no hizo da?o porque el Oviedo estaba convencido de que ten¨ªa que seguir a lo suyo. No s¨®lo no se inquiet¨®, sino que jug¨® muchas veces de cara a la galer¨ªa.
Los aficionados se lo agradecieron, esos mismo s que tantas otras veces ped¨ªan menos toque y m¨¢s cojones. S¨®lo hab¨ªa una diferencia: el marcador. Y ya se sabe que para mucha gente la raz¨®n es s¨®lo para los ganadores. Lillo podr¨¢ vivir, por fin, una semana tranquila incluso despejar las dudas de los que se opon¨ªan a su renovaci¨®n por el Oviedo.
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