?Que l¨ªo de familia!
Una madre de Aldeas Infantiles y uno de sus nueve 'hijos' se re¨²nen en el 30 aniversario de la organizaci¨®n
Daniel Redondo se echa a temblar cada vez que un compa?ero del cuartel descubre en su taquilla la foto de su abultada familia -en total nueve hermanos, uno de ellos negro- o cuando habla de su madre a quienes saben que es hu¨¦rfano. "Se me va una hora en explicar el l¨ªo de familia que tengo", cuenta entre sonriente y cansado de repetir tantas veces lo mismo, para acabar diciendo: "Mira, d¨¦jalo, no tengo padre ni madre, pero al final tengo mucha m¨¢s familia que todos vosotros". Hu¨¦rfano de padres, Daniel encontr¨® a los ocho a?os en Aldeas Infantiles una nueva familia: madre y cinco hermanos a sumar a los tres que ya ten¨ªa. Como adem¨¢s mantiene el contacto con t¨ªos y primos biol¨®gicos, es f¨¢cil comprender la cara de pasmo que pone la gente cuando Daniel intenta deshacer el embrollo familiar.Este chico pecoso, el menor de cuatro hermanos, se qued¨® sin padre a los tres meses de nacer. A partir de ah¨ª, su vida estuvo siempre ligada ala marginaci¨®n hasta que, al cumplir los ocho a?os, el Tribunal Tutelar de Menores de Barcelona, ciudad donde naci¨®, decidi¨® enviarles a una instituci¨®n ben¨¦fica, a costa de separarles. Poco despu¨¦s, Aldeas Infantiles reuni¨® a los cuatro cr¨ªos en la aldea de El Escorial permiti¨¦ndoles crecer juntos. "En los primeros ocho a?os de mi vida tuve que buscarme la vida recogiendo cartones, pidiendo. Est¨¢bamos sin escolarizar. Llegar a Aldeas fue empezar de nuevo. Tienes que asumir el pasado para no estar resentido. Te marca no s¨®lo a ti, sino a los que est¨¢n contigo", confiesa Daniel, quien s¨®lo reconoce haber echado en falta la figura paterna a la hora de forzarle a estudiar. "Hasta los ocho a?os desconoc¨ªa lo que era la disciplina escolar, y mucho menos eso de hacer los deberes". "Cuando termin¨® EGB y pas¨® al instituto yo ve¨ªa que no trabajaba, y ten¨ªamos broncas diarias. Los estudios ha sido por lo ¨²nico que hemos discutido", afirma Mar¨ªa Jos¨¦, la madre que Daniel encontr¨® en Aldeas Infantiles.
Mar¨ªa Jos¨¦ de la Paz, cacere?a de 36 a?os, era profesora de EGB. Cuando se qued¨® en el paro, un amigo le llev¨® unos folletos sobre la actividad de Aldeas Infantiles. "Yo no les pod¨ªa dar dinero porque no ten¨ªa trabajo, pero s¨ª tiempo, as¨ª que les escrib¨ª". La respuesta no se hizo esperar: necesitaban madres SOS para las ocho aldeas espa?olas. Tras pasar por la escuela de madres SOS en Granada, donde aprenden desde cocina hasta pedagog¨ªa, Mar¨ªa Jos¨¦ estuvo cuatro meses en El Escorial familiariz¨¢ndose con su nueva vida. Luego ejerci¨® su matriarcado con sus nuevos hijos. Hoy s¨®lo le quedan en casa cinco -el mayor de 16 a?os y la m¨¢s peque?a de casi tres- El resto se ha ido independizando, entre ellos Daniel, que ha ingresado en el Ej¨¦rcito como soldado profesional y vuelve en los permisos.
Cuando Mar¨ªa Jos¨¦ lleg¨® a El Escorial ten¨ªa claras dos cosas: que los lazos afectivos nunca se fuerzan y que se ten¨ªa que integrar en la vida del pueblo. "Al principio, mi principal preocupaci¨®n era cubrir las necesidades b¨¢sicas, la limpieza, la comida. Los lazos familiares surgieron con el tiempo". Al a?o empez¨® a sentir que aquello parec¨ªa ya una familia, y reconoce haber tenido suerte, porque, dado el pasado de los ni?os, a veces la integraci¨®n es muy dura. "El problema m¨¢s fuerte es que vean a su familia biol¨®gica como es, que no la idealicen, para aceptar a su nueva familia. No es que muestren rechazo, es que tienen unos dilemas muy fuertes". Y no ha renunciado a nada personal. S¨®lo he cambiado unos amigos y compa?eros por otros distintos".
La aldea tan s¨®lo se diferencia de cualquier urbanizaci¨®n de adosados en el vecindario en que en las casas conviven otras madres con otros tantos ni?os, apoyados por un coordinador de familias que suple la figura paterna, y un equipo de psic¨®logos, educadores y pedagogos. En lo dem¨¢s existe, seg¨²n Mar¨ªa Jos¨¦, libertad de hogar. "Los amigos de mis hijos son ni?os del pueblo. Los ni?os de la aldea son vecinos, compa?eros de juegos. Con el director intercambiamos opiniones, pero cada familia funciona seg¨²n sus aficiones". Su familia no se distingue mucho de cualquier otra. Ahora, con los mayores fuera, procuran reunirse para las fiestas. "A pesar de la distancia, la comunicaci¨®n sigue funcionando", asegura. No obstante, su peculiar familia siempre llama la atenci¨®n. "Cuando la mayor, que tiene 24 a?os, me mira y dice: 'Es mi madre', la gente piensa que est¨¢ vacilando". Algo parecido le pas¨® al guardia civil que en unas vacaciones par¨® la furgoneta donde viajaban los nueve. "Cuando le dije que eran todos hijos m¨ªos no me dejaba salir: miraba los papeles, me miraba a m¨ª, les miraba a ellos. Un l¨ªo".
Ahora, con s¨®lo cinco en casa, "asegura estar igual de liada que antes". Sonia, a sus 12 a?os, barre en los torneos de tenis de la sierra y obliga a su madre a continuos desplazamientos en la furgoneta. "Me paso la vida conduciendo, y ahora las peque?as han empezado la nataci¨®n". Lo dice con orgullo, pero reconoce que no le vendr¨ªa mal una ayuda para zapatillas y raquetas. Daniel, a su lado, asegura que los hermanos m¨¢s peque?os son su ojito derecho. Si los permisos y su novia valenciana se lo permiten, vuelve a El Escorial el fin de semana; pero no quiere vivir all¨ª. "Quiero demostrarles que puedo ser independiente", dice.
Hu¨¦rfanos sociales
Fue precisamente un hu¨¦rfano, Hermann Gmeiner, quien, en 1949, cre¨® esta ONG que cuenta con 361 aldeas en 125 pa¨ªses, donde se da acogida a 200.000 ni?os y j¨®venes. Gmeiner quiso unir a los hu¨¦rfanos y viudas de la guerra y reconstruir as¨ª las familias perdidas. Hoy las cosas han cambiado mucho. "Antes exist¨ªa una orfandad real hoy es una orfandad social", explica Felipe Casado, director de infancia de la organizaci¨®n. "La marginaci¨®n", a?ade, "es cada vez m¨¢s dura. Son problemas tan fuertes como abusos sexuales y malos tratos".En Espa?a, la primera aldea se fund¨® hace justo 30 a?os, en Barcelona, y algunas de aquellas madres son hoy abuelas. Ahora se est¨¢ valorando la experiencia de parejas al frente de cada hogar, pero, como asegura Casado, es m¨¢s dif¨ªcil encontrar candidatos, porque "a los matrimonios siempre les queda el recurso de la adopci¨®n".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.