"No es cierto que se quiera m¨¢s ahora a los hijos que antes"
Coordinador de un equipo de cinco expertos para La historia de la infancia en la Espa?a contempor¨¢nea (1834-1936) (Anaya), Jos¨¦ Mar¨ªa Borr¨¢s Llop, profesor de Historia en la Universidad Complutense de Madrid tras 10 a?os en Francia, se ha dedicado desde su regreso a Espa?a en 1978 al estudio de la evoluci¨®n infantil.Pregunta. Se dice que los ni?os de ahora est¨¢n m¨¢s infantilizados que los de antes.
R. No llegar¨ªa a decir que el ni?o de ahora sea m¨¢s infantil. Pero s¨ª podemos hablar de sobreprotecci¨®n, que est¨¢ claro que no exist¨ªa antes. Deriva de la evoluci¨®n en la vida del ni?o que le convierte en objeto de cuidado y atenci¨®n.
P. Los padres espa?oles, ?son m¨¢s protectores que los de otros pa¨ªses europeos?
R. No. Es general de la sociedad occidental. El libro recorre 100 a?os que hacen puente entre un siglo y otro, y en ese periodo el ni?o es retirado de la calle, nace la medicina infantil, se reduce la mortalidad, llega la escolarizaci¨®n, se retira a las matronas y los ni?os pasan m¨¢s al cuidado de las madres, a las que hasta se les acaba considerando mala madre por salir de noche. En el ¨²ltimo tercio de siglo aparece la ideolog¨ªa de la domesticidad, que se refleja hasta en las postales: aparecen la mam¨¢, el pap¨¢ y los hijos. La fecundidad se reduce progresivamente, envejece la poblaci¨®n y el ni?o cobra cada vez m¨¢s valor.
P. ?Cu¨¢ndo se comienza a centrar los ojos espec¨ªficamente en los ni?os?
R. Aunque la escuela es anterior, el primer hospital para ni?os es el del Ni?o Jes¨²s de Madrid, de 1876. Esto refleja los cambios en la manera de ver al ni?o. Se le contempla como algo separado y lo fundamental era la vida. A principios de siglo, por cada mil nacidos 200.000 hab¨ªan muerto sin alcanzar el a?o. Y eso empieza a retroceder tras 1900.
P. ?C¨®mo se viv¨ªa entonces la muerte de un hijo?
R. Que un ni?o se muera nos parece hoy una de las peores tragedias y creemos que antes lo era menos. Pero eso no quiere decir que entonces no se sintiera; lo que ocurr¨ªa es que era una tragedia cotidiana. La cantidad de fotograf¨ªas que se les hac¨ªan ya muertos o aquello que se dec¨ªa sobre que el ni?o fallecido era un ¨¢ngel que sub¨ªa al cielo constituyen una prueba de afecto. Eran formas de consolarse.
P. ?Podr¨ªa decirse que se quiere m¨¢s a los hijos ahora?
R. No es cierto que se les quiera m¨¢s ahora. Se busca en el pasado la legitimaci¨®n de esa idea, como si la sobreprotecci¨®n se tradujera en cari?o, cuando todos conocemos ejemplos como la ausencia de los padres, utilizaci¨®n del medio escolar como aparcamiento... Las condiciones de vida eran muy otras y los afectos se daban en aquel ¨¢mbito.
P. ?Los ni?os estaban sometidos a responsabilidades demasiado fuertes para su edad?
R. Se dice de entonces: "Los padres hac¨ªan trabajar a los ni?os y los explotaban". Pero eso ten¨ªa que ver con las condiciones de vida y los salarios. El trabajo representaba una integraci¨®n del ni?o. En Espa?a, los salarios hasta los a?os veinte no permit¨ªan alimentar a una familia. Tambi¨¦n hoy est¨¢ muy mal visto que el escolar suspenda.
P. ?Cu¨¢l es el origen del consumismo de los ni?os?
R. Tiene que ver con esa evoluci¨®n. Esa idea de "el ni?o, rey de la casa" se une al camino de la sociedad hacia una sociedad de consumo. Nunca se puede desligar al ni?o de su entramado.
P. ?Responde la escuela a las aut¨¦nticas necesidades del ni?o o es un centro para conseguir futuros adultos sumisos?
R. Ambas cosas. Y, seg¨²n el tipo de escuela, puede predominar una u otra. Todas las sociedades han sido as¨ª, han tenido sus instituciones de reproducci¨®n social. Pero tambi¨¦n la familia. La familia, hasta cierto punto, es un medio de adiestramiento.
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