Un paseo con El Trigre

La masa rodeaba el green de pr¨¢cticas. El Tigre estaba probando su putt. Hasta el tee del uno, cientos de personas hab¨ªan tomado ya posiciones. Eran todav¨ªa las 10 de la ma?ana. Nadie quer¨ªa perderse la vuelta de entrenamiento del hombre por el que este a?o hab¨ªan hecho el esfuerzo de acercarse a Augusta. De repente, El Tigre se dio media vuelta y cruz¨® un par de palabras con Olaz¨¢bal y Ballesteros, que practicaban a su lado. Los tres agarraron unas cuantas bolas y se fueron por la parte de atr¨¢s. Hab¨ªan decidido hacer 18 hoyos juntos, pero lo har¨ªan al rev¨¦s, comenzando por el hoyo 10.

La estampida del p¨²blico fue tremenda. Una ofensa para el santuario del golf, en el que est¨¢ prohibido mostrar el m¨¢s m¨ªnimo apresuramiento. El espect¨¢culo ten¨ªa una explicaci¨®n. Todo lo hab¨ªa organizado Ballesteros. El c¨¢ntabro har¨ªa de cicerone del norteamericano Tiger Woods, a quien casi dobla en edad, en la tercera participaci¨®n de ¨¦ste en Augusta, la primera como profesional, a cambio de que el profesor del Tigre, Butch Harmond, le examinara el swing.

Pero Woods no se content¨® con el paseo. En cada hoyo les preguntaba a los espa?oles sus trucos y secretos. A mitad de recorrido les dej¨®. Ten¨ªa otras cosas que hacer. "Menos mal que s¨®lo fueron nueve hoyos los que nos examin¨®", comenta Olaz¨¢bal. "Porque a ¨¦stos hay que decirles lo justo para quedar bien".