La reforma
EL PACTO sobre la reforma laboral firmado ayer por la patronal y los sindicatos puede ser el m¨¢s importante acuerdo social suscrito en Espa?a desde la ¨¦poca de los Pactos de la Moncloa. Convencidos todos de que el paro es el problema m¨¢s grave de este pa¨ªs, los empresarios llevaban a?os reclamando un abaratamiento del despido, mientras los sindicatos exig¨ªan poner t¨¦rmino a la proliferaci¨®n de contratos eventuales. El resultado era que la creaci¨®n de empleos (temporales) en los momentos de fuerte crecimiento econ¨®mico no compensaban los destruidos masivamente en los de estancamiento o recesi¨®n, como en el periodo 1992-1993.La experiencia de estos a?os ha sentado las bases de un cierto consenso sobre la necesidad de estimular la contrataci¨®n indefinida a cambio de reducir los costes del despido. Los empresarios han entendido que un exceso de temporalidad no s¨®lo era un freno al consumo, sino un factor de descapitalizaci¨®n humana de sus empresas. A su vez, los sindicatos han acabado por admitir que cambiar estabilidad por despidos m¨¢s baratos era un riesgo que val¨ªa la pena correr. El acuerdo ha sido posible sobre todo por la maduraci¨®n de los sindicatos, cuyo perfil actual es muy diferente del de hace 10 a?os. Pero tambi¨¦n porque la situaci¨®n econ¨®mica actual, con un crecimiento m¨¢s moderado pero sostenido, favorece la contrataci¨®n indefinida.
El elemento central del pacto es la creaci¨®n de un nuevo contrato laboral de car¨¢cter indefinido, pero con un coste por despido improcedente de 33 d¨ªas por a?o (frente a los 45 actuales) para determinados colectivos especialmente afectados por el paro: J¨®venes, minusv¨¢lidos, mayores de 45 a?os. Al mismo tiempo se clarifican las causas del despido procedente. La reforma, que ha exigido un a?o de debate y tres meses de negociaciones, incluye cambios en el actual contrato de aprendizaje, controles en el resto de la contrataci¨®n parcial y un pacto para aplicar nuevas normas en la negociaci¨®n colectiva, cuyo objetivo es corregir la excesiva atomizaci¨®n de los convenios (no menos de 5.000 cada a?o).
Se trata de un pacto suscrito por los agentes sociales sin intervenci¨®n del Gobierno. ?ste hab¨ªa advertido que de no haber acuerdo plantear¨ªa ante el Parlamento su propia reforma. Es evidente que la eficacia de cualquier plan de este tipo depende de la voluntad de las partes, por lo que hay que felicitarse de que se haya podido ir por la v¨ªa del acuerdo social. El Gobierno ha ejercido una presi¨®n razonable, sin agobiar. La ¨²ltima palabra, sin embargo, corresponde al Parlamento en aquellos puntos que exigen una reforma legislativa: la modificaci¨®n del Estatuto de los Trabajadores y de la Ley de Procedimiento Laboral. Ser¨ªa deseable que su tramitaci¨®n no distorsionase el contenido esencial, para no poner en peligro un acuerdo tan trabajosamente alcanzado. El Gobierno ha anunciado que analizar¨¢ medidas fiscales complementarias para facilitar la conversi¨®n de contrataci¨®n temporal en fija. Aunque los est¨ªmulos fiscales no suelen ser muy eficaces para ese fin, es loable la intenci¨®n de apoyar pol¨ªticamente el acuerdo a trav¨¦s de gestos firmes y claros.
Que los empresarios y los sindicatos han librado una dura batalla, con concesiones por ambas partes, lo demuestra que el coste del despido se haya fijado finalmente en 33 d¨ªas por a?o trabajado, un equilibrio casi matem¨¢tico entre el coste actual de 45 d¨ªas que los sindicatos defendieron con firmeza y los 20 que demandaba la CEOE.
La segunda cuesti¨®n era clarificar las causas objetivas de despido. Con la modificaci¨®n del art¨ªculo 52-C del Estatuto de los Trabajadores, muchas tramitaciones de despido que ahora se consideran improcedentes y, por tanto, con indemnizaci¨®n m¨¢s elevada entrar¨¢n en la v¨ªa de despidos procedentes. La integraci¨®n en la Uni¨®n Monetaria requiere condiciones de entrada y salida del mercado laboral m¨¢s flexibles para evitar que los ajustes de competitividad se paguen ¨ªntegramente en desempleo.
El acuerdo conseguido por los agentes sociales es, sin duda, la mejor medida de pol¨ªtica econ¨®mica que puede adoptarse en estos momentos, en una fase de crecimiento econ¨®mico limitado por la desconfianza de los ciudadanos en su capacidad econ¨®mica futura. La mejora en el clima social que cabe esperar tanto del car¨¢cter pactado del acuerdo como de su contenido ser¨¢ en s¨ª misma un factor dinamizador de la actividad econ¨®mica. La inquietud provocada por las f¨®rmulas de contrataci¨®n temporal hab¨ªa alcanzado niveles dif¨ªcilmente tolerables. El 34% de los asalariados soportan contratos temporales, y en los ¨²ltimos tres a?os, tan s¨®lo el 4% de los contratos que se firmaban cada a?o en Espa?a eran indefinidos.
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