Las tensiones entre croatas y musulmanes ensombrecen la visita del Papa a Sarajevo
ENVIADO ESPECIALJuan Pablo II inicia hoy un viaje a Sarajevo que quiz¨¢s sea el m¨¢s dif¨ªcil de los 74 que ya ha realizado en sus 16 a?os de pontificado, y no s¨®lo por los problemas a?adidos de seguridad que encierra. El Papa quiere reafirmar los principios de perd¨®n y tolerancia religiosa en esta encrucijada del laberinto balc¨¢nico. Pero deber¨¢ respaldar tambi¨¦n la denuncia de la Iglesia local de que las autoridades marginan a los cat¨®licos Ello puede potenciar el enfrentamiento entre la minor¨ªa croata y los musulmanes, mientras la comunidad serbia rechaza el viaje.
Sarajevo ha recuperado en s¨®lo 18 meses de fr¨¢gil paz un ritmo asombroso de gentes que pasean relajadamente, de tiendas bien abastecidas y restaurantes en auge concentrados en torno a las atractivas callejuelas del viejo barrio turco. Ahora que se ha levantado el toque de queda, tiene incluso su movida de noche. Pero sigue impregnada del color de la guerra, primero por los blindados y helic¨®pteros de las fuerzas de la OTAN que la recorren continuamente y luego por la ruina urbana de muchos edificios da?ados sin remedio en tres a?os y medio de combates.
El nivel de paro en toda Bosnia-Herzegovina alcanza el 80% y un salario medio alto no llega a las 50.000 pesetas mensuales, ni al coste de la cesta de la compra. Pero los 300.000 habitantes de Sarajevo tienen otros motivos de preocupaci¨®n, como que los serbo-bosnios siguen en las colinas que circundan la ciudad. Y pueden mirar con desconfianza las reabiertas tensiones entre croatas y musulmanes. El pasado mes de febrero, en Mostar, milicianos croatas atacaron en un cementerio a musulmanes y mataron a uno de ellos. A continuaci¨®n, se registraron varios atentados contra iglesias cat¨®licas.
Cuatrocientos autobuses con croatas llegar¨¢n el domingo a Sarajevo para asistir a la misa de Papa, y otros muchos viajar¨¢n en tren con sus banderas nacionales a pesar de que, en Croacia hay unas elecciones que obligan a optar entre el voto y el peregrinaje. La coincidencia tal vez se explique porque el ultranacionalista presidente croata, Franjo Tudjman, no simpatiza con la Bosnia multiconfesional y aut¨®noma que propugna Wojtyla.
Monse?or Pero Sudar, obispo auxiliar de Sarajevo, que no es considerado ning¨²n nacionalista ac¨¦rrimo, declar¨® la semana pasada: "Hay un cierto compl¨® contra la Iglesia, que ha perdido dos tercios de sus fieles debido a que ¨¦stos han sido expulsados por los serbios o los musulmanes".
ladranko Prlic, ministro bosnio de Exteriores, croata, dijo ayer: "Esperamos del Papa que estimule el respeto de los derechos humanos, y especialmente el retorno de los refugiados, que es un aspecto fundamental de los acuerdos de Dayton". Las autoridades eclesi¨¢sticas sostienen que, de los 500.000 croatas que hab¨ªa en Bosnia, 350.000 encuentran dif¨ªcil volver a casa.
Presencia de minas
Paseando por Sarajevo, se tiene la sensaci¨®n de que, incluso a falta de cualquier indicio de limpieza ¨¦tnica, la horrenda destrucci¨®n de los barrios, donde simples cartelitos advierten de que sigue habiendo minas, tiene que dificultar el retomo de los refugiados. La fisonom¨ªa de la ciudad, que hoy es casi cien por cien musulmana, se mantiene, por otra parte, muy occidental y moderada.El Rais Ulema, jefe religioso local, ha invitado a los musulmanes a recibir al Papa con entusiasmo. El S¨ªnodo de la Iglesia ortodoxa serbia ha autorizado, por su parte, a Nikola Mrdzi, obispo metropolitano de Sarajevo, para que acuda al encuentro ecum¨¦nico con Juan Pablo II. Pero Momcilo Krajisnik, representante serbio en la presidencia colegiada bosnia, se ha negado a recibir al Pont¨ªfice en el aeropuerto.
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