El Madrid dio sentido a su Recopa
El Mash Verona result¨® un rival flojo
Se acab¨® el tormento. El Real Madrid dio sentido a su participaci¨®n en la Eurocopa, antes Copa de Europa y mucho antes Recopa, de la ¨²nica forma posible: llev¨¢ndose a casa el t¨ªtulo. Era la ¨²nica forma ,de poder soportar una competici¨®n devaluada, meses de viajes insufribles, contrincantes de segunda categor¨ªa y un desinter¨¦s general por su suerte. Tanto que ni siquiera el secretario general de la FIBA, el se?or Stankovic, tuvo tiempo para personarse en Nicosia a hacer entrega de la copa.El Madrid es campe¨®n porque no pod¨ªa ser de otra forma. Por su potencial humano y econ¨®mico, no pintaba nada en esta historia. Ha tenido que purgar por errores anteriores (su mala temporada 95-96) y el t¨ªtulo le redime y certifica que su reino no es de este mundo baloncent¨ªstico. La alegr¨ªa por el ¨¦xito seguro que se ver¨¢ incrementada sustancialmente sabiendo que su pr¨®ximo destino no es otro que la Liga Europea, ¨²nico lugar donde el baloncesto continental mantiene cierto prestigio y del que nunca debieron salir.
La final fue reflejo de lo ocurrido durante toda la competici¨®n. Enfrente se hallaba el Mash Verona, un equipo italiano de andar por casa que si se halla en semifinales de su Liga se debe m¨¢s a la tremenda crisis que asola el baloncesto transalpino que a una destacable val¨ªa. Es un conjunto plano, marcado por un estilo que lo aleja de los c¨¢nones cl¨¢sicos italianos, aqu¨¦llos de defensas duras y asfixiantes y ataques controlados hasta la exasperaci¨®n. El Verona no va m¨¢s all¨¢ de ser un equipo con un base director y anotador, luzzolino, y un aguerrido grupo que conf¨ªa mucho m¨¢s en sus triples que en el juego interior. ?sa era la teor¨ªa, la que sab¨ªa el Madrid. El nefasto partido de luzzolino lo cambi¨® todo. Mejor dicho, lo simplific¨®.
De entrada el Madrid se adapt¨® a los italianos, punto de partido discutible pero por lo que parece, signo de los tiempos. Obradovic puso en cancha a Santos como pegatina de Iuzzolino, sin importarle la evidencia que sin bases natos, el Madrid no carbura correctamente, sobre todo en ataque. Santos cumpli¨® con su misi¨®n, lo mismo que posteriormente hicieron Ant¨²nez y Laso y entre su esfuerzo y la desafortunada (por utilizar un adjetivo ben¨¦volo) actuaci¨®n de luzzolino, el Verona anduvo toda la tarde medio desnudo. Visto que el base norteamericano no estaba para nada, el asunto no admit¨ªa muchas dudas. ¨²nicamente las que quiso poner en el tapete el propio Real Madrid.
Tiene un problema serio este Madrid. Es un equipo sin estilo definido. En demasiadas ocasiones no se sabe muy bien a qu¨¦ juega, ni c¨®mo juega, ni de qu¨¦ forma desea jugar. Est¨¢ por descubrir qui¨¦n es el jefe de la banda. Parec¨ªa que ser¨ªa Bodiroga, puede que Arlauckas lo merezca, qui¨¦n sabe si no deber¨ªa ser Herreros. Desde luego, los que no mandan en exceso son los bases.
El primer tiempo vino condicionado por estas circunstancias. El Madrid no encontr¨® su sitio, sus movimientos carec¨ªan de coherencia y s¨®lo la intensidad de Herreros posibilit¨® que la l¨®gica, teniendo en cuenta lo que hab¨ªa en el campo (un equipo muy superior a otro) se materializase en el marcador (36-30 en el descanso). En cuanto Obradovic recompuso el equipo, otorg¨® el mando a Laso y jug¨® con Herreros y Bodiroga en sus posiciones naturales, el partido se rompi¨® (52-38, m. 27). Sobre todo teniendo en cuenta que los jugadores del Verona eran como escopetas de feria (tres de 18 en triples, su supuesta mejor arma) y que luzzolino segu¨ªa desaparecido en combate. El resto pusieron todo de su parte e incluso llegaron a rebajar la ventaja hasta lo soportable (62-52, m. 34) pero no hab¨ªa ni calidad ni claridad para llegar m¨¢s lejos.
La historia de la secci¨®n de baloncesto del Real Madrid a?ade un nuevo galard¨®n a su dilatada relaci¨®n de t¨ªtulos europeos, el 13?. Este nuevo ¨¦xito no es comparable con otros, pero eso pasa con el tiempo. Lo que quedar¨¢ en los anales ser¨¢ que el Real Madrid gan¨® la Eurocopa. Y encima los jugadores podr¨¢n recordar sin amargura una singladura nada apetitosa. Suficiente.
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