La izquierda y los retos del municipalismo
OD?N ELORZAEl autor reflexiona sobre el funcionamiento y el papel de los ayuntamientos y pide para ellos m¨¢s competencias, poder y medios econ¨®micos. Adem¨¢s, aboga por la elecci¨®n directa del alcalde.
Si los alcaldes con aut¨¦ntica vocaci¨®n municipalista estamos reivindicando que los ayuntamientos tengan m¨¢s competencias para garantizar el desarrollo de nuestras ciudades y la cohesi¨®n social no es s¨®lo para gestionar mejor, sino tambi¨¦n para ejercer el poder local de modo diferente, m¨¢s participativo; esto es, profundizando la democracia con sistemas nuevos de gobernabilidad. En coherencia con lo anterior, debemos reflexionar sobre distintos aspectos del funcionamiento y papel de los ayuntamientos.De entrada, es preciso que los ayuntamientos empiecen a recibir m¨¢s competencias, m¨¢s poder, m¨¢s medios econ¨®micos, en aplicaci¨®n del pacto local y en cumplimiento del principio de subsidiariedad. Debemos exigir que desde las comunidades aut¨®nomas y desde las diputaciones se transfieran competencias y financiaci¨®n a los ayuntamientos sin y m¨¢s dilaci¨®n. Esta es una batalla obligada a favor del municipalismo y la izquierda debe liderar esa reivindicaci¨®n con independencia del color de la alcald¨ªa o del partido pol¨ªtico que gobierne en la comunidad aut¨®noma respectiva. No cabe el oportunismo pol¨ªtico a la hora de defender el fortalecimiento del municipalismo frente a tanta injerencia, tutela y miop¨ªa de los Gobiernos de turno.
Retornando una reflexi¨®n obligada, soy partidario de una reforma electoral que implique la elecci¨®n directa de los alcaldes para conseguir el fortalecimiento de la instituci¨®n municipal y una mayor democratizaci¨®n de la figura del alcalde. En mi opini¨®n, los alcaldes fruto de la elecci¨®n popular directa gozar¨ªan de m¨¢s autoridad moral, de mayor autonom¨ªa para velar por la existencia de gobiernos locales m¨¢s s¨®lidos, con menos riesgo de caer en din¨¢micas partidistas y, al tiempo, m¨¢s eficaces en la toma de decisiones.
Asimismo, se impone alg¨²n tipo de regulaci¨®n legal sobre los casos del transfuguismo, que tanto da?o est¨¢n haciendo a la credibilidad del sistema democr¨¢tico y a la estabilidad de la gobernaci¨®n local en distintos ayuntamientos del Estado. Sin duda, la corrupci¨®n, las pr¨¢cticas burocr¨¢ticas en las administraciones, el sectarismo en la utilizaci¨®n de los instrumentos de poder y el alejamiento impuesto a los ciudadanos de los foros de decisi¨®n pol¨ªtica han sido los principales factores que est¨¢n llevando a los ciudadanos a desentenderse de la vida p¨²blica.
El fen¨®meno es mundial y se debe combatir sin dilaci¨®n, empezando por recuperar la mejor relaci¨®n entre los vecinos y el ¨¢mbito de las decisiones que afectan a su entorno m¨¢s inmediato, que es su ciudad. La democracia, concebida como algo m¨¢s que llamar al voto cada cuatro a?os, exige la participaci¨®n continuada de los ciudadanos en los temas de la vida local donde es perfectamente posible traducir el reconocimiento del pluralismos en cauces de participaci¨®n descentralizada.
Por tanto, el desarrollo de nuevas formas de democracia local participativa es una necesidad que debe ser abordada para ir m¨¢s all¨¢ de la tradicional participaci¨®n entendida como acuerdo con los representantes vecinales en casos de conflicto puntual. Es necesario poner en marcha procesos y cauces nuevos que incluyan sistemas de audiencia p¨²blica, la creaci¨®n de foros c¨ªvicos con las fuerzas socioecon¨®micas (comerciantes, sindicatos, asociaciones empresariales, Universidad, colegios profesionales, medios de comunicaci¨®n, etc¨¦tera), consultas previas a la toma de decisiones, consejos de barrio o distrito, consejos asesores sectoriales, promover las iniciativas vecinales, renovar el tejido asociativo de vecinos, asociativo de vecinos, as¨ª como el voluntariado social de los j¨®venes, hacer m¨¢s transparente el funcionamiento de nuestras administraciones locales, descentralizar a favor de entidades y colectivos ciudadanos la gesti¨®n de servicios municipales (polideportivos, centros c¨ªvicos, etc¨¦tera) e impulsar sociedades mixtas entre el Ayuntamientos y sectores privados a favor del desarrollo econ¨®mico.
Pero la participaci¨®n debe ampliarse al campo de los servicio p¨²blicos, porque los ciudadanos han tomado conciencia de su condici¨®n de contribuyentes y piden m¨¢s calidad en los servicios que reciben de la Administraci¨®n, en especial de la local. En tal sentido, se deber¨ªa intensificar la interlocuci¨®n y el papel de control de las asociaciones de consumidores y usuarios. La calidad total, como filosof¨ªa a seguir por los ayuntamientos, exige un funcionamiento de estructura empresarial competitiva que busca como objetivo final la satisfacci¨®n plena del cliente y ciudadano.
Por otra parte, se impone en todo caso avanzar en la creaci¨®n o consolidaci¨®n, con competencias claras, de entidades metropolitanas o mancomunidades de servicios que permitan una mejor . prestaci¨®n de servicios basada en econom¨ªas de escala. Todo ello, e el marco de una decidida aplicaci¨®n del pacto local.
Para algunos pol¨ªticos, los ayuntamientos son el instrumento que les permite el ejercicio pol¨ªtico del clientelismo y el dominio, sobre todo, de las pol¨ªticas urban¨ªsticas, que en sus manos se realizan anteponiendo el negocio privado y la especulaci¨®n al inter¨¦s p¨²blico. Para la izquierda, en cambio, la ciudad debe ser el espacio privilegiado de la tolerancia, el ¨¢mbito m¨¢s propicio para el desarrollo de pol¨ªticas de solidaridad, de cohesi¨®n social y de profundizaci¨®n de los cauces democr¨¢ticos que impidan las pr¨¢cticas de la corrupci¨®n.
Por cierto que una forma poco sutil de corrupci¨®n consiste en favorecer las pretensiones de promotores inmobiliarios que buscan especular con la complicidad de los ayuntamientos, apoy¨¢ndose en normas urban¨ªsticas poco claras que les permitan hacerse con el control de las pol¨ªticas de suelo. Y tras la reciente sentencia del Tribunal Constitucional sobre la Ley del Suelo se va a iniciar una batalla decisiva en las Cortes y los Parlamentos aut¨®nomos con vistas a legislar, seg¨²n las competencias respectivas, tanto los preceptos b¨¢sicos sobre el derecho de propiedad del suelo como sobre los modelos de desarrollo urban¨ªstico, las cesiones de aprovechamiento a los ayuntamientos y la participaci¨®n de la comunidad en las plusval¨ªas generadas por la acci¨®n urban¨ªstica o la configuraci¨®n de los patrimonios p¨²blicos de suelo.
Con preocupaci¨®n observo una desmovilizaci¨®n ciudadana ante las batallas que habr¨¢ que librar frente a una derecha que ocupa masivamente las alcald¨ªas y que impone el silencio a los ayuntamientos ante la campana de descr¨¦dito que algunos ministros nos est¨¢n lanzando, acus¨¢ndonos de todos los males existentes en el sector de la vivienda. La izquierda debe despertar las conciencias ciudadanas explicando lo que nos estamos jugando.
Porque la ciudad, enmarcada en un sistema en el que impera la econom¨ªa del mercado y la competitividad m¨¢s brutal, refleja situaciones de injusticia social, de segregaci¨®n de la poblaci¨®n y de marginaci¨®n de zonas o barrios que quedan al margen del proceso de desarrollo econ¨®mico del territorio. Ante estos fen¨®menos es preciso buscar la cohesi¨®n social, articular la ciudad como un todo, promoviendo la polivalencia y la sostenibilidad urban¨ªstica de cada barrio, dot¨¢ndole de un proyecto estrat¨¦gico consensuado con todas las fuerzas socioecon¨®micas que forman la columna vertebral de una ciudad.
Por ¨²ltimo, los municipalistas del futuro deber¨¢n abordar seriamente el control y regulaci¨®n de la movilidad circulatoria, del uso y abuso del autom¨®vil privado, as¨ª como la articulaci¨®n de consejos consultivos municipales a tener en cuenta por las comunidades aut¨®nomas con vistas a la determinaci¨®n de las grandes inversiones en infraestructuras para las ciudades.
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